La música comenzó a sonar, la marcha nupcial era aquella canción que alertaba que el novio o novia iba a entrar. Todos los presentes se pusieron de pie mientras Onnie caminaba con pasos cortos y nerviosos hacia el altar. No quería levantar la vista, tenía demasiada vergüenza.
Llegó al altar, ahí estaba el cura, quien en realidad no le importaba mucho, y quien se iba a convertir en su marido, Félix. Aunque tuviera vergüenza, Onnie era curioso, volteo su cabeza para ver a toda la gente que apreciaba el casamiento.
De atrás para adelante los observó a todos. Y su vista se paró en la primera fila, encontrándose con unos ojos anaranjados mirándole con cierta tristeza y a la vez felicidad. Oxy lo saludo con su mano sonriendole, aunque moría por dentro. Onnie devolvió el saludo intentando no llorar, cosa que se le hacía demasiado difícil.
El cura se acercó a la pareja.
- Habéis venido aquí, hermanos, para que Dios garantice con su sello vuestro amor, ante le pueblo de Dios aquí congregado y presidido por su ministro.
Un día fuisteis consagrados en el Bautismo; hoy, con un nuevo sacramento, Cristo va a bendecir vuestro amor, y os enriquecerá y os dará fuerza, para que os guardéis siempre mutua fidelidad y os podáis cumplir siempre con vuestra misión de casados. Por tanto, ante esta asamblea, os pregunto sobre vuestra intención. -repetia las oraciones del rito mientras miraba a los dos esposos.
Onnie comenzaba a dudar de lo que hacia...
- ... y..., ¿venís a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente? -preguntó el sacerdote.
- Si venimos libremente. -contestaron ambos al unísono y tratando de que se escuchará hasta el último asiento.
Aunque la voz de Onnie no se oía tanto, no sonaba seguro de lo que hacia, y eso llamaba la atención de todos... Más de Oxy.
- ¿Estáis decididos a amaros y respetaros mutuamente durante toda la vida? -preguntó nuevamente el padre.
- si, estamos decididos -contestaron de igual manera.
- ¿Estáis dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia? -preguntó otra vez el cura.
- si, estamos dispuestos -Onnie dudaba más con cada pregunta que respondia...
Era el momento, luego de esto no habría vuelta atrás... Ambos chicos entrelazaron sus manos y miraron hacia la audiencia. Oxy quería llorar, pero no se mostraría así en la boda de la persona que amaba.
- ¿quieres recibir a Onnie, como esposo, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida? -preguntó hacia Félix, quien respondió sin dudar.
- si, quiero. -contestó seguro de sí mismo.
Ahora era el turno de Onnie, que cada vez se sentía más presionado.
- ¿quieres recibir a Félix, como esposo, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarle y respetarle todos los días de tu vida? -Onnie se enmudeció... No sabía responder, se quedó quieto mientras trataba de emitir un sonido...
- ¿Onnie...? -captó su atención Félix.
Oxy miraba la escena, parecía la de una película. Le preocupaba que el menor pudiera llegar a desmayarse por los nervios.
Y, por fin, se dignó a responder... Con la verdad.
- lo siento Félix... No puedo. -soltó.
Todo fue silencio y todas las miradas sobre Onnie... La presión lleno el cuerpo de el pequeño y lo único que se le ocurrió fue salir de ahí, bajo del altar y con un paso rápido salió de la iglesia tirando al suelo el ramo de flores.
Oxy estaba impactado, no sabía qué hacer. Miró a Félix por un momento y decidido salió disparado detrás del chico de cabellera azul.
¿donde estaba? Nadie sabía.
Oxy lo busco por todos lados, está vez ni en el parque se encontraba.
- ¿donde estas Onnie? -se preguntó mientras recorría todo sitio que se le pudiera ocurrir.
Y oyó un llanto.
A lo lejos, el peli azul estaba con su cabeza recostada en sus rodillas mientras su espalda subía y bajaba, lloraba evidentemente. Oxy se acercó y, poniendo una mano en su hombro, llamo su atención.
El oji Esmeralda levantó la vista sólo para ver a la persona que quería ver, a la persona que necesitaba, a la persona que estaba ahí y siempre lo estuvo. Se lanzó a abrazarlo como si fuera la última vez que lo vería, ya no quería separarse de su lado. Oxy correspondió ese abrazo mientras consolaba al menor dándole caricias y palmadas en la espalda.
- perdón... -repetia Onnie una y otra vez.- p-pense que p-podría olvidar... -no termino de hablar, los sollozos se lo impedían provocando que casi se ahogara en su propio llanto.
- tranquilo, todo está bien, mi príncipe... -consoló Oxy.
- n-necesitaba oir e-eso... -comentó el de dientes afilados acurrucándose en el pecho del mayor mientras oía los latidos de su corazón, era algo que le encantaba.
- jamás cometamos una estupidez cómo está otra vez, por favor. -rió Oxy.
- nunca jamás... -afirmó Onnie.- ¿p-podemos...? Y-ya sabes... -preguntó esperando que el contrario supiera de que hablaba.
- ¿quieres volver conmigo, mi chico Celoso? -Onnie llenó de besos la cara del mayor mientras repetía una y otra vez
- ¡si! ¡te amo! ¡te amo, mi rey! -
Oxy reía al igual que Onnie, entre lágrimas, las cuales habían pasado a ser una felicidad inexplicable. En ese momento ambos fundieron sus labios en un tierno beso, cual hacia que se olvidaran de todo lo demás alrededor, era como si solo existieran ellos, como si no existieran los problemas, como si todo tuviera un final feliz. Ahora Onnie dejaba de tener ese sentimiento de culpa que lo acompañaba desde que acepto casarse con Félix, ahora estaba con la persona que le hacia olvidar todo lo malo. Pero el aire hizo falta en sus pulmones.
- oye... ¿Quien era aquella chica con la que te vi la otra vez? -Oxy lo miró con cara de nada.- era broma -rió.
- no me importa que seas celoso... Si amas a una persona la amas como es, no como quieres que sea. Te amo, mi príncipe. -
[Fin]
O quizás... No.
