- ¿Y este lugar? Nunca lo he visto.
- Joder, que poco conoces de Barcelona.
Observo todo con detenimiento. Es un lugar… bonito. Hay tiendas, restaurantes, y un poco más por delante se divisa una pequeña playa. Mikel me mira sonriendo un poco. Le devuelvo la sonrisa. Es la primera vez que le sonrío de verdad, y no forzadamente o con ironía.
- ¿Me concedes este paseo? – hace una reverencia.
- No tengo otro remedio – bromeo.
Caminamos riendo, con Mikel haciendo todo tipo de tonterías es imposible no soltar aunque sea una mísera carcajada.
- Eres un payaso – río mientras le miro.
- ¿Me insultas después de llevarte a este lugar tan bonito? – hace pucheritos y mira al suelo fingiendo estar enfadado. No paro de reír.
- ¡Pero con amor, tonto!
- ¡¡Y ahora tonto!!
Antes de contestar, me coge por las piernas y me eleva en el aire. Grito con fuerza, temiendo que se le vaya la fuerza y los dos caigamos al suelo.
- ¡¡Bájame estúpido!!
- ¡Peor me lo estás poniendo, niña!
Corre y me aferro a el para no caer, aunque me esté agarrando con fuerza. Todas las personas que por allí pasean nos miran con mala cara, seguramente pensando: ‘’menuda juventud, cada vez a peor’’.
Mikel da un pequeño salto y camina más despacio, haciendo que me preocupe. No me fío de sus intenciones. Y ya me las estoy oliendo, al ver la arena bajo de mi.
- No serás capaz de…
- Saray, estoy muy dolido.
- ¡Pero que era broma!
- Esto no tiene vuelta atrás…
Escucho como las olas se rompen en la orilla y pataleo como una niña pequeña. Se para y empieza a reír.
- ¡A la da tres! – me coge de otra manera, como si fuera una princesa.
- ¡No!
- ¡Unaaaaaaaa! – me balancea en sus brazos.
- ¡Noooooo!
- ¡Doooooooos! – balancea más fuertes - ¡Y…!
Cierro los ojos preparada para el impacto de mi cuerpo contra el frío mar.
- ¡Treeeees!
Siento como mi cuerpo se eleva unos segundos. Luego vuelvo a estar en los brazos de Mikel. Este ríe a más no poder y me deposita en la arena con cuidado.
- ¡Me encantan tus gritos! – ríe.
- ERES. UN. IMBÉCIL.
- Cuidado que te tiro en serio, estoy deseando volver a escuchar tus grititos.
Me sonrojo y miro al suelo. Mikel se acerca para abrazarme, pero niego. No es por enfado, simplemente que no abrazo a personas con las que no tengo confianza. Aunque esa persona ya me haya cogido en brazos y gastado una broma.
- Al menos deja que te coja la mano – se queja Mikel, parece confundido por mis negaciones.
- No, lo siento… pero no.
Se rasca la cabeza y frunce los labios. Creo que es la primera vez que una chica le niega el contacto físico.
- Bueno, tu te lo pierdes – sonríe y se sienta en el suelo.
Me siento a su lado, sonriendo un poco. Está molesto, se nota. Y eso me gusta. Una pregunta ronda mi mente y no puedo evitar soltarla.
- Oye.
- Digamelón.
- ¿Por qué este interés en mi?
Ríe un poco y me mira a los ojos. Hago lo mismo, ambos no apartamos la mirada.
- No se.
- En serio.
- Que no se… me llamas la atención y ya.
- ¿Sólo eso?
- Ajá.
Suspiro y aparto la mirada desilusionada. Me esperaba otro tipo de respuesta, no aquella mierda.
- Va, mujer, no te deprimas – consigue acariciarme la mejilla - ¿Quieres volver a tocarme el culo?
- ¡¡No te lo toqué!! ¡¡Tú te sentaste encima!!
- ¡Y de paso aprovechaste para tocarme! ¡Muy mal!
Le tiro, divertida, tierra húmeda a la cara. Cierra los ojos y asiente lentamente.
- Estás muerta…
Salgo corriendo, esto me suena a la primera vez que nos vimos. ¿La diferencia? Ya no le tengo miedo. Sé como es en verdad. Y como he dicho, al igual que la otra vez, me atrapa con facilidad.
- ¿Ahora qué?
- Nada, ahora nada.
- Pídeme perdón.
- ¡Ni hablar!
Aprieta su cuerpo al mío y me muerdo el labio. Me está buscando.
- Tú decides.
- Lo siento… - suspiro y sonrío.
- Buena chica.
Me abraza sin decirme nada. Decido no separarme y le sigo el abrazo, por educación quizás.
* * *
Mikel aparca la moto justo al lado de mi casa. Son las ocho de la tarde y mis padres estarán muy preocupados al ver que no he llegado.
- Gracias por esto… me lo he pasado bastante bien.
- Normal, si estabas conmigo – ríe y me mira.
Pongo los ojos en blanco y me doy la vuelta, pero me agarra del brazo y me hace girar lentamente.
- Ahora debemos despedirnos.
- Pues… ¿adiós?
- ¿Ni un beso?
- ¡Estás loco!
Río y me separo, pero me vuelve a agarrar y esta vez me planta un beso en los morros. Solo ha sido el contacto de los labios unos pocos segundos. Le empujo cabreada y doy una bofetada que suena por toda la calle.
- ¡Olvídate de mí!
- ¡Nunca!
Refunfuño y le vuelvo a dar la espalda. Esta vez me deja marchar, ríe mientras se frota la mejilla donde recibió el golpe. Estúpido.
ESTÁS LEYENDO
No te alejes de mi.
Teen Fiction- Por favor... no te alejes de mi. - Te quiero mucho y lo sabes. Jamás te dejaré ir.
Capítulo 7.
Comenzar desde el principio