WRONG | Obi-Wan Kenobi no había tenido nunca problemas con las normas de La Orden Jedi, pero eso cambió cuando la conoció a ella. Khëila Boods era respetuosa, dulce, joven, hermosa, trabajadora y un sueño en vida para Kenobi. Ella era su padawan, él...
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E X T E R N O
Khëila llevaba días en aquella habitación. Sentía el cuerpo agarrotado debido a la incómoda posición que las cadenas la hacían guardar, y la paciencia y el sueño comenzaban a consumirla por más que intentaba mantenerse alerta. Había dormido solamente una de las noches, asustada de morir si cerraba los ojos. También habían empezado a traerle la cena, pasándola por debajo de la puerta, pero ella no había tomado nada.
A sus oídos llegó el sonido de pisadas. Se pegó contra la pared y su respiración se aceleró. Tensó la mandíbula e intentó parecer valiente.
Un chico se acercó a ella, y distinguió, en la oscuridad de la habitación, una espada láser curva que le colgaba del cinto. Sith. Entonces, el muchacho, algo más alto que ella, se apartó la capucha negra de la túnica. Los ojos de Khëila se llenaron de lágrimas. Y negó con la cabeza con la boca abierta.
—No... —jadeó con horror.
Él le dio una sonrisa arrogante y tenebrosa.
—Has crecido mucho, hermanita.
✥
Obi-Wan llevaba horas entre documentos variados y los archivos de los Padawans cuando encontró, por fin, el que hablaba de su aprendiz. Había buscado a través de la fuerza, pero al no poder encontrar nada útil, había decidido utilizar la Biblioteca del Templo.
Se sentó apresurado en una de las sillas y abrió el menú. En él aparecía una foto de una Khëila sonriente y sus datos. Nombre, edad, lugar de nacimiento, familia conocida... Kenobi releyó. Un nombre aparecía vinculado a otra página. Pulsó sobre él y apareció otro escueto perfil, corto de información. No sabía que Khëila tuviese un hermano.
Jalen Boods.
Edad estimada: 20 años.
Fecha de nacimiento: desconocida.
Estado: desaparecido. Sensible a la fuerza. Posible afiliación a la Orden Sith.
La respiración del Jedi se aceleró, y se levantó de golpe llevándose la información con él. Corrió por el Templo, bajo las miradas de otros Jedis, hasta las habitaciones de meditación, donde encontró al maestro Yoda.
—¡Maestro, he encontrado algo!
El Jedi salió de su estado de meditación con una sonrisa y preguntó amablemente.
—Alegrado eso me ha. ¿Qué encontrado ha, joven maestro?
Kenobi no sabía cómo podía permanecer tan tranquilo.
—Mire esto —le mostró el aparato—. Khëila parece tener un hermano con posible afiliación a los Sith y sensible a la fuerza. Creo que él puede tener algo que ver con su desaparición, o alguna pista de su paradero.
El maestro asintió, conforme.
—Suerte le deseo, maestro Kenobi, pero mil ojos debe de tener con esto.
—Sí, maestro. Ahora sólo necesito encontrar el paradero de su hermano.
Una pequeña esperanza nació en el pecho de Kenobi, como una flor marchita en el desierto.
✥
Kenobi frunció los labios y el ceño. Apretó los ojos cerrados y giró la cabeza violentamente. Allí estaba, otra visión. Había conseguido tenerlas hacía dos noches, y en todas veía a un joven con una espada láser roja como la sangre. No le cabía duda de que aquél muchacho era el hermano de Khëila. Ni el paradero de este ni ella aparecían en sus visiones, hasta ahora.
El chico volvía a estar en una plataforma, cerca del mar, y entonces; la visión le mostró un planeta y un nombre.
Obi-Wan abrió los ojos con impresión y se puso de pie de un salto. Pulsó su intercomunicador.
—Cody, prepara mi nave y comunica al Maestro Yoda que he encontrado a Khëila.
