La muerte es el comienzo de otra vida

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El parque de DisneyLand París se veía asombroso; siendo iluminado por las grandes luces del castillo y los copos de nieve que iban al compás de la canción Let it go.

Aynara iba vestida con un hermoso vestido color blanco y en su pelo alisado llevaba una corona.

Denis vestía una simple capa por encima de sus hombros, del mismo color que la de Aynara.

Las manchas de sangre resaltan más en colores claros.

En frente del castillo había un piano. Un señor sentado en el taburete tocaba las teclas de él. Sus amigos: Piqué, Sofía, Nairylein, Marc y Victoria se encontraban presentes.

Juntos bailaron al son de la música, muchos besos por parte de Denis hacían que Aynara no parase de sonreír.

La magia del amor es que no tiene truco.

Al final de la canción todo el parque se quedó en absoluto silencio. Denis vio el momento idóneo para arrodillarse ante ella.

Le agarró de las manos y de su bolsillo sacó una pequeña caja de madera.

—Gracias a ti he descubierto la magia del amor y he aprendido valores fundamentales; como la lealtad y la cooperatividad. Hemos compartido un año lleno de momentos bonitos y escasos malos. Eres la luna que llena de brillo las calles de un corazón que antes de conocerte estaba roto. No me he arrodillado ante nadie, pero tú eres la recepción. Aynara Cruces Rodríguez, ¿te gustaría ser mi esposa?

Abrió la pequeña caja y dentro se hallaba un anillo, tan blanco como la luna que los observaba. En el centro de este había un reluciente diamante.

—Ya lo tienes... —musitó el pianista.

Aynara se llevó las manos a la boca y comenzó a llorar. Denis la miró sonriente esperando una respuesta.

Pero esas lágrimas de amor se convirtieron en risas de dolor.

La risa de Aynara aumentó cada vez más, hasta dejar a Denis perplejo.

Del mismo sujetador sacó una pistola, le apuntó a la frente y Denis, asustado, dejó caer el anillo al suelo.

Todos los presentes se acercaron alarmados.

—Aynara —habló su peón—. Cálmate.

El cuerpo de Denis comenzaba a fallar al ver a su novia de pie, ganándole la partida y con una pistola pegada en su frente.

—¿De verdad creíais que era tan ilusa? —rió.

—¿Aynara? —musitó el gallego, ciego por la situación—. Tú no eres ella.

—Soy la misma Aynara de la que te enamoraste. Caíste en mis brazos y yo te atrapé, pero no de la manera en la que esperabas, Suárez.

Denis empezó a verlo todo borroso debido a las lágrimas que derramaba.

—Me mentiste —susurró.

—Solo estoy haciendo mi trabajo.

Nay contraatacó sacando de su bolsillo una pistola y apuntó hacia ella.

—Suelta el arma o disparo —amenazó.

El pianista se levantó. Aynara le hizo un gesto para que se calmara.

Aynara se remangó la manga y en ella se podía ver una pulsera con varios botones.

—Esto que tengo aquí controla todo, absolutamente todo —la enseñó—. Vuestras amigas están bajo mi control, en una habitación llena de explosivos. Si me amenazáis o disparáis, se activará automáticamente.

Falsas Ilusiones |Denis Suárez| Where stories live. Discover now