Dejó de garabatear y levantó la cabeza.

Un momento.

¡Eso era un gran plan!

Podía calmar sus ansiedad por besarlo y sacarlo de la zona de negación al mismo tiempo, ¡era brillante!

¿Por qué no se le había ocurrido algo así antes?

Sonrió contenta y comenzó a escribir a toda velocidad en su libreta.

―¿Todavía sigues enfadada? —curioseó Matt mirándola de reojo; ella le dirigió una mirada molesta.

No estaba enfadada, bueno sí, pero lo que más estaba era frustrada.

Frustrada por su ceguera amorosa, ah sí, y enfadada porque ayer lo pilló metiéndole mano a su coche. ¿Por qué a su coche sí y a ella no?

―Te digo que vi salir humo del...

―¿Y? Eso no te da derecho a levantar el capó y manosearlo—dijo con indignación.

―Extrañaba tanto toquetearlo—indicó Matt con malicia haciendo que ella abriese la boca con irritación.

―¡Claro, al coche sí que admites que extrañas toquetearlo! —exclamó ofendida para luego darse cuenta de lo que acababa de decir—; digo, ¡deja de manosear a mi coche! ¡Se sintió tan sucio que luego tuve que abrazarlo por una hora!

―Una hora, nueve minutos y trece segundos—corrigió Matt sin apartar la mirada de la "carretera" y ella frunció el ceño—; Dan y yo te cronometramos.

―Dan tiene bien merecido que perdieran los resultados de su análisis—murmuró con rencor viendo como Evan y Dan los saludaban desde su coche.

―Por mucho que Matías y Marco lo nieguen, sigo pensando que fue cosa de ellos—añadió Matt y tuvo que darle la razón mientras veía como Marco le entregaba un trozo de pizza a Miguel.

Desde hacía un par de días se habían instalado puestos de comida en el patio para que los alumnos y clientes que iban a montar en los coches de choque también comiesen.

―Lo de los puestos de comida ha sido una gran idea—dijo al ver la larga cola que había en el puesto de galletas caseras que había montado Gabriel y en el que trabajaban Damien y José, este último obligado por su padre.

―Eso me recuerda que Angy abría su puesto hoy—indicó Matt comenzando a mover la cabeza con ritmo por lo que ella río—. Ice-cream, ice-cream...

Si las cosas seguían así al final no iba a ser tan mala idea la sugerencia de Dafne de sobornarlo con infinitos helados.

Matt condujo con mucho cuidado y cuando aparcó se quedó unos minutos admirando el volante. Ella no pudo evitar sentir unas desesperadas ganas de abrazarlo, lo estaba haciendo tan bien. Se estaba enfrentando a su trauma y lo estaba superando, era muy admirable.

―Gracias por lo que estás haciendo—dijo Matt mirándola fijamente y ella sintió un nudo en el estómago.

Quería besarlo.

En serio, se moría por besarlo hasta quedarse sin aire.

―Tomaré eso como que vas a comprarme un gigantesco helado de chocolate—dijo saliendo del coche a toda prisa para dirigirse con paso firme al puesto de Angy donde Will sostenía un helado gigante de plástico a la vez que animaba a la gente a comprar helados—. ¿Qué me he perdido?

―Le he dicho que o hace que mis ventas aumenten o lo maldigo para que no vuelva a salir bien en una foto—contestó Angy con una sonrisa diabólica.

―Góngora manda—dijo felicitándola, ambas sonrieron y chocaron las manos, luego volteó hacia atrás y se encontró a Will entregándole el helado gigante a Matt que lo miraba con ilusión.

¿El mejor sabor de helado? Tú (TQST Libro #3)©  [EN LIBRERIAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora