Un derrape muy delicado

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Volvimos una vez más a la Madriguera ese verano, justo un par de días antes del 1º de Septiembre, el día que empezaban las clases.

Ese año me sumaría a mi prima al Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Durante los años anteriores de mi educación mágica había asistido a la Academia Mágica Beauxbatons, en los Pirineos, en Francia. Pero a mis papás los trasladaron a Irlanda a principios del verano y ahora debía cambiar de colegio.

Luna estaba muy entusiasmada al respecto, pero yo no estaba tan segura de que el cambio fuera positivo. ¿Cómo iba a hacer amigos cuando mis compañeros habían tenido cinco años de educación mágica para hacerlo?

Ese día la Madriguera estaba tranquila. El señor Weasley, Bill y Percy habían ido a trabajar, y Molly estaba atareada con las tareas del hogar.

Mi tío nos envió a Luna y a mí a pasar la tarde con los Weasley porque él tenía que encargarse de "asuntos importantísimos en lo referente a la edición especial de El Quisquilloso dedicada a la búsqueda de los gigantes escondidos..." Para ese entonces había dejado de escuchar, así que nunca me voy a enterar dónde se esconden los gigantes y no me importa. El caso es que mi tío creía que necesitábamos niñeras, y por eso estábamos ahí.

-¡Luna! ¡Zenda! Acá estamos- vociferó Ginny.

Cuando pasamos la verja del jardín y seguimos la voz de Ginny encontramos a los Weasley y a Harry y Hermione agazapados a un lado del cobertizo, rodeados de gallinas que les picoteaban los talones.

-¿Qué hacen acá?- les pregunté, pero George me tiró del brazo y me hizo caer a su lado, indicándome con un gesto de la mano que me callara.

-¡Oooh!- exclamó Luna por lo bajo, y siguiendo su mirada a lo largo del campo que se abría por detrás de la casa descubrí el misterio de tanto recaudo. Una gran bengala del Doctor Filibuster se encontraba en el medio del campo, y si bien esas bengalas se encendían con la humedad, alguno de los chicos había inventado un sistema que las hacía prenderse a distancia con fuego (más tarde descubrí que eso era obra de los mellizos).

-¿Preparados?- preguntó Fred.

-¿Listos?- dijo George.

-¡YA!- exclamaron al unísono.

El estruendo fue tan grande que me hizo tapar los oídos con los dedos. Las gallinas cacarearon asustadas y corrieron dando saltitos y agitando las alas. Una bandada de pájaros despegó de los árboles cercanos y los gnomos que se habían asomado a curiosear se escondieron lo más rápido que sus patas cortitas y rechonchas les permitieron.

Harry y Ron aplaudían con entusiasmo mientras las luces de colores desprendidas de la bengala se desvanecían, y los mellizos hacían reverencias.

Un grito furioso salió desde dentro de la cocina, nos miramos todos un poco asustados y salimos corriendo a guarecernos bajo los árboles linderos hasta que a la señora Weasley se le pasara la bronca.

Más tarde los chicos y Ginny se pusieron a jugar al Quidditch, Luna se tiró al pasto boca arriba a leer la última edición de El Quisquilloso, y Hermione y yo nos pusimos a recoger ciruelas dirigibles.

La botánica se me daba muy bien, y me encantaba tener las manos metidas en la tierra húmeda o cortando raíces para después utilizarlas en estofados o para endulzar el té.

-Mi tío dice que hay que tener cuidado de que no te peguen en el ojo.

-¿Cómo es eso?

Pero no alcancé a explicarle. Hermione había apretado una de las ramitas de la planta y una ciruela saltó pegándole en la nariz.

Derrapando delicadamente (Fred Weasley fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora