Papas deformes y bichitos de luz

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Todas las cabezas se giraron a observarnos, y el rubor subió hasta mis cachetes. ¡Estupendo! Ahora era el centro de atención. Luna estaba encantada, por supuesto. Se acercó a un chico de pelo negro azabache y lo saludó con afecto.

-Hola Harry- dijo con voz soñadora-. No esperaba encontrarte acá.

-Hola Luna, yo tampoco sabía que venías.

-¡Arthur!- exclamó mi tío, dirigiéndose a estrechar la mano de un hombre flaco con anteojos que estaba sentado en la punta de la mesa. Pronto entabló una conversación con él y se olvidó de nuestra existencia.

Me encontré parada sin saber qué hacer, así que me senté tímidamente al lado de la chica colorada que supuse que era una de los hijos de Molly.

-Hola, soy Ginny- se presentó la chica con una sonrisa.

Suspiré aliviada. Al menos no tendría que pasar toda la velada sola.

Lo que pensé que iba a ser una cena desastrosa terminó siendo una de las noches más divertidas de mi estadía en Inglaterra. Comí hasta reventar y me reí hasta largar jugo de calabaza por la nariz. Fred tenía un mellizo llamado George con el que compartían un sentido del humor extravagante y una risa muy contagiosa; Ron era amigo de Harry Potter (de quien Luna había estado hablando todo el verano) y de una chica morocha de pelo enmarañado llamada Hermione con la que habían pasado toda la cena cuchicheando y riéndose muy fuerte; Percy era el hermano mayor que se quejaba de todo lo que hacían los mellizos e intentaba entablar conversación con un señor llamado Remus, que tomaba whisky de fuego con el señor Weasley y mi tío; después estaba Bill, quien, según lo que me había dicho Luna, trabajaba en Gringotts y conspiraba con duendes, pero la última parte no me la creo; y por último estaba Ginny, con quien me había pasado todo el rato charlando y riendo, y a la que consideré una persona fascinante.

Luego de la cena se retiraron las mesas y los adultos se sentaron al lado del fuego a tomar té y conversar. Ron sugirió que nosotros saliéramos al jardín a cazar gnomos y eso fue lo que hicimos.

-Los gnomos son unas criaturas fascinantes, ¿sabías Harry que tienen propiedades curativas muy ponderadas?- dijo Luna.

-Eso no es cierto- aseguró la chica del cabello enmarañado.

-Yo pensaba que sólo servían para esconderlos en la funda de la almohada de Percy y escuchar como grita en la mitad de la noche- agregó George; y Fred y Ron estallaron en carcajadas.

Los mellizos, Ron, Harry y Luna se introdujeron en los pastizales que rodeaban a la Madriguera a cazar gnomos. Decidí quedarme atrás porque esos bichos feos me daban asco, y por suerte Ginny y Hermione compartían mi opinión.

-Fred y George llevan años tratando de domesticar a los gnomos para que se metan en la casa y se queden ahí como una especie de adorno feo y amorfo. Nunca lo lograron, pero por lo menos molestan a Percy en el proceso.

Miré a Ginny y me reí. Debe de haber sido muy divertido criarse con tantos hermanos. Yo sólo tengo uno que ya está casado, lo que le quita toda la diversión.

-Tus hermanos son muy divertidos- dije.

-Sí, hasta que aprendieron a aparecerse y no hay un lugar en toda la casa en donde me pueda cambiar en paz.

-¡¿Fred y George te vieron desnuda?!- exclamó Hermione horrorizada.

-No es para tanto. Cuando tenés seis hermanos varones la privacidad no existe.

-Pero, ¿no te molesta? ¡Yo no lo aguantaría!

-Mi hermano entraba al baño mientras me estaba bañando, y creeme que las mejores conversaciones suceden cuando uno está cagando y el otro en la ducha.

Ginny largó una carcajada tan fuerte que empezó a hipar. Hermione me miró media asqueada, y desvió la vista hacia el campo oscuro donde los chicos cazaban gnomos.

Después de un rato las chicas entraron a la casa a tomar té y yo me quedé tirada en el pasto absorbiendo toda la brisa nocturna que fuera posible. Era una noche hermosa y las luciérnagas brillaban por encima de mí como si yo formara parte del pasto y de la armonía de la naturaleza. Cerré los ojos y escuché el ruido que hacían los grillos. Las voces de los chicos que cazaban gnomos se escuchaban cada vez más cerca y el correteo de esas criaturas asquerosas se sentía en la tierra bajo mis manos extendidas.

-¡AAAAH! ¡Casi te piso!

El grito me hizo abrir los ojos de repente y casi me atraganto con mi propia saliva. En el proceso me tragué un bicho y empecé a toser furiosamente.

-¿Estás bien?

-¡Me asustaste!- me quejé, y cuando pude calmar mi tos me di cuenta de que quien casi me había matado del susto era Fred, el mellizo de pelo naranja.

Me levanté como pude y me sacudí la tierra de los pantalones. Fred tenía agarrado un par de gnomos en una mano y otro le asomaba de un bolsillo del pantalón.

-¿Qué hacías tirada en el piso?

-Nada.

No quería decirle que "estaba conectando" con la naturaleza porque iba a quedar como una tarada.

-¿Me puedo tirar a hacer nada también?

-Con esas papas deformes no- le dije, señalando al gnomo que estaba intentando un aterrizaje suicida desde el bolsillo de su pantalón.

-¡Papas deformes! ¡Alucinante!- Fred agarró al gnomo de las patas y lo revoleó agitando el brazo como una boleadora. El gnomo se elevó varios metros en el aire y desapareció en los pastizales. Repitió el procedimiento con los dos restantes y se tiró al suelo con los brazos y piernas abiertas, si se rompió el culo con la tierra lo disimuló muy bien.

Me volví a acostar en el pasto, ahora un poco incómoda por la presencia de Fred. Pasó un rato de silencio y ya casi me había olvidado de su presencia hasta que dijo:

-¿Qué estamos viendo?

Largué una risita que me salió por la nariz, y lo miré de reojo.

Fred miraba el cielo con el ceño fruncido y su cara era muy graciosa. Tenía una nariz larga llena de pecas.

-Luna me dijo que hoy Júpiter está alineado con la Tierra...- murmuré- Pero yo no veo nada.

-Luna es una chica muy rara. Me cae bien.

-¡FRED!- El grito me tomó por sorpresa y casi me vuelvo a ahogar, esta vez con el pasto que me llegaba hasta la nariz.

Un coro de voces surgió de la izquierda, acompañado de puntitos brillantes que provenían de las puntas de las varitas de los chicos que volvían de cazar gnomos.

-¡Acá estoy!- gritó Fred, y se incorporó de un salto.

Me levanté como pude y me volví a sacudir el pantalón, que ya no tenía arreglo, era más marrón que azul.

Fred se fue corriendo al encuentro de sus hermanos y yo entré a la casa a esperar a que Luna y mi tío decidieran marcharse. Ya me había agarrado sueño y no tardé en quedarme dormida en una butaca junto al fuego.

Derrapando delicadamente (Fred Weasley fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora