León demoró en reaccionar, pero cuando lo hizo, levantó su ceja  —¿Cómo quedas si te digo que soy el jefe de los mafiosos y que en el bolsillo derecho de mi chaqueta está el artefacto que terminará con tu vida?


Fue un largo silencio. Hasta que Cody empezó a reír como loco.


   —¿Sabes? No te queda mal lo de ser mafioso, ese nombre del rey de la selva que tienes es bastante aterrador — bromeó, logrando que León se sintiera un poco más a gusto. Luego, Cody abrió la puerta e hizo que ambos entraran — No está mi banda de mafiosos aquí, pero sí hay otro tipo de banda. 


— ¿Cómo?


— Con los chicos que viste arriba tenemos una banda. Solemos practicar en el garaje de Marlon, el enyesado, pero cuando estamos en clases venimos aquí. Nadie lo sabe. 



Hace al menos dos meses que habían empezado aquella banda, en sumo secreto. Su meta era tener una gira mundial por todo Europa. León al escuchar aquello quedó en blanco, viendo alrededor con sumo detalle. Habían muchos carteles de antiguos proyectos y cajas no recicladas. Era algo así como una bodega. 


— ¿Y por qué me lo enseñas?


—Tocas el teclado, tienes manos de pianista.


Ante aquella suposición, León abrió sus labios sorprendido  —También toco todo instrumento de cuerdas. Mi padre es algo así como muy músico. 


— Ya ves, rey de la selva. Estamos más que destinado. Desde hoy eres parte de nosotros. Bienvenido a la banda. 



*



Cerró fuertemente la puerta de su casillero y luego apoyó su frente sobre ella. Estaba cansada, Bruna realmente ya no sabía que hacer con los problemas que tenía en casa. Y tampoco sabía que hacer con los problemas que inundaban su cabeza y en sí, su corazón. ¿Quién diría que ahora todo se había convertido en una serie de cable con chicos ardientes y líos amorosos? Claro, sin lo de chicos ardientes.


Cuando alzó su mirada, una cabellera rubia y crespa se hizo presente. Era Alma con su típica sonrisa de oreja a oreja. Bruna también sonrió, no iba a mostrarse amargada ante una de las pocas personas que iluminaba el mundo de aquella manera.


 —¿Qué pasa, Alma? Dudo que hayas venido a decir hola sin algo entre tus manos  — dijo. La menor sólo hizo una pequeña mueca y negó.


 —Oye, ¿por quién me tomas? No me llamo Otto.


  —No estás muy lejos de ser Otto tampoco  — al decir eso, Alma le sacó la lengua y Bruan soltó una risa  —Ya, pero en serio. ¿Qué quiere, Alma de mi alma?


 —Tienes un pedido especial, mira  — sin poder entender, dejó que la rulienta sacara de su bolso una caja color plateada  — Es de mi negocio de joyas. Ábrelo, es para tí.


Bruna procedió a abrirlo. Eran unos aretes de perla, junto a una nota escrita a mano. La letra era difícil de entender, pero al poner todo de sí lo entendió. 'Perlas para la chica con las perlas más bonitas que tiene de sonrisa'. Y sonrió, realmente. No había nada más, sólo ese mensaje y ese obsequio. Miró a Alma y ella negó.


   —¿No me dirás quién fue?


— No, Bruna. Labios cedallitos. Tú debes adivinar.


La de cabello lacio mordió su labio y guardó lo aretes — ¿Fue Marlon, no? Lo sabía. Es tan atento.


Sin que Alma pudiera responder, Bruna la dejó sola en el pasillo. Así fue como rendida sacó el woki toki de su bolsillo y presionó el botón para empezar a hablar.


— Plan fallido. Cree que es Marlon el de las perlas. Cambio.


Demoró unos segundos antes de que una voz sonara.


— ¿Es en serio? Marlon no sabe nada de aretes. Cambio.


—Bueno, pues a la otra te la piensas mejor, Cody. Cambio. 



Y sí, aquellas perlas que brillaban en el rostro de Bruna y que tanto le gustaban a Cody, lo hacían por otro hombre.


    

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⏰ Last updated: Jul 31, 2017 ⏰

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