Título: ¿Será solo un sueño?

Una noche, era todo lo que necesitaba.

Casual.

Con la luna, las estrellas y una escasa luz nocturna como ambiente.

Una noche y nada más, era todo lo que pedía.

Sé que suena ilógico, estúpido y absurdo, pero me sentía como una verdadera princesa en un cuento de hadas.

Vestida de los pies a la cabeza, adornada y decorada, para la ocasión.

Lista para conocer a mi sapo, digo, a mi príncipe azul.

Con ese último pensamiento rondando en mi cabeza, levanté mi mirada y me encontré con unos ojos azules, penetrantes y electrizantes.

Quería conocer al dueño de esos ojos perfectos.

Sabía que él no era el correcto, pero mi mente ya no tenía el control. La voz cantante dentro de toda esta situación era mi cuerpo. Pedía y pedía, así que solo me dedique a obedecer.

Caminaba justo en la línea del peligro, entre el amor y el odio.

Entre lo prohibido y lo permitido.

Sabía que debían presentarnos adecuadamente, pero por una sola noche deje de ser racional, quería el misterio, la oscuridad.

Me aserqué a él, con tan solo una mirada le dije lo que planeaba hacer. Me miró y en sus ojos pude ver un destello de risa, de diversión. No me conocía, al menos no todavía, pero no había duda de que quería lo mismo que yo anhelaba.

La sociedad dictamina que algún conocido debe presentarnos y así, educadamente, seguir la velada. Pero no, no quería eso.

Simplemente me acerqué y extendí mi mano, él la tomó y comenzamos a movernos por todo el salón.

Él sabía como moverse, bailamos y bailamos sin parar.

En ocasiones sentía las miradas incrédulas de las personas, algunas mujeres me miraban con envidia y otras simplemente me criticaban.

Nada de eso rompió nuestro hechizo.

Estar en sus brazos era lo que necesitaba, lo que quería, lo que soñaba.

De repente quise saber quién era y qué le gustaba. Quería conocer sus sueños, sus metas y sus anhelos más profundos.

Justo cuando su boca, hermosa y perfecta, se abrió sonó el despertador.

Me levanté aturdida, con lágrimas en los ojos y con una presión en el pecho.

Mi corazón me decía que era más que un simple sueño.