— Claro —dijo Ray.

Se dieron un nuevo beso antes de separarse y cuando Ray y Gerard salieron del auditorio rumbo al estacionamiento, Frank subió al escenario para pasar a la habitación detrás del mismo. Bert ya estaba ahí, sentado en el suelo. Tenía el teléfono en sus manos, aunque en cuanto Frank entró apagó la pantalla de éste y alzó la mirada hacia él.

— Hey —le saludó—, Ray quiere beber.

— Estoy preocupado, viejo —murmuró Frank mientras tomaba asiento—. La última vez que lo vi beber quedó medio muerto.

— Y tú y Gerard aprovecharon para tener sexo... —dijo Bert, Frank se ruborizó por completo—. Vamos amigo, son demasiado obvios. Además la otra noche en mi casa lo hicieron también. En la jodida cama de mis padres... tuve que decirle a Estela que había sido yo.

— Perdón por eso —suspiró Frank, totalmente avergonzado.

Bert rió.

— Es una locura, ¿Sabes? —Dijo luego, como si nada— Pensé que Gerard iba a ser uno de esos tipos que se quedan dentro del armario para siempre, y que luego se casan y tienen hijos pero que interiormente... bueno, algunos salen del armario cuando se divorcian a los cuarenta años y buscan jovencitos en bares, y se convierten en sugar daddys.

— ¿Qué?

— Pero lo hiciste salir del armario a los 17 años y eso es genial, le evitaste muchos problemas legales —añadió con ese típico tono suyo, en donde parecía estar provocando a iniciar una pelea, pero en realidad solo estaba bromeando, porque siempre estaba bromeando—. Hacen una linda pareja, ¿Sabes? Yo solía pensar mucha mierda homofóbica pero ustedes dos me hicieron cambiar la forma de ver todo eso.

— Eso es genial, supongo —dijo Frank—. No lo de salir del armario a los cuarenta, pero sí lo de hacerte cambiar de pensar. Nunca es tarde para dejar de ser un idiota.

— ¡Oye! —exclamó Bert, soltando una carcajada que murió cuando Ray y Gerard llegaron. Ambos tomaron asiento en el suelo junto a ellos, y dejaron la pequeña nevera portátil en el medio. Gerard la abrió y sacó una cerveza para ofrecerle a Frank, y luego tomó una para sí mismo.

— ¿Y nosotros qué? —se quejó Ray.

— No te molestes, Ray. Cuando están juntos no existimos —respondió Bert con un toque de melodrama que hizo reír a la pareja.

— No es eso —dijo Gerard—, lo que pasa es que estoy con ustedes casi todo el día pero son contados los momentos en los que veo a Frank.

— Además a mí me ama —agregó Frank, con una mueca de suficiencia totalmente infantil y fingida. Bebió un sorbo de su lata y luego agregó—, no sean celosos.

— ¿Ya llegaron a los 'te amo'? —dijo Ray.

— Sí —Frank se encogió de hombros—. Tenía planeado hacerlo así como cuando Mendez se lo dijo a Daya.

— ¿Quiénes? —preguntó Gerard.

— Mendez y Daya, de Orange is the new Black. ¿No la conoces? Está en Netflix, totalmente genial.

— ¿Mendez y Daya? —Gerard volvió a preguntar, frunciendo el entrecejo.

— Eso dije.

— ¿Acaso están juntos?

— Uh, no así —Frank se apresuró a corregir—. Espera, ¿Si la ves?

Gerard presionó los labios en una línea y asintió lentamente.

— Pero supongo que todavía no llego a esa parte...

— Oh mierda, de nuevo te hice un spoiler —Frank se golpeó la frente con una mano. Y fue más sonoro de lo que quería, pero a la mierda.

— Pero está bien, no es como cuando me dijiste que Joffrey estaba muerto.

— Oh vamos, eso pasó hace siglos —esta vez fue Ray quien respondió—. Si no lo sabías entonces mereces que te hagan ese spoiler.

— No sé si lo saben pero tengo que prepararme para la universidad y no tengo tiempo para ver series todo el día.

Una lata vacía golpeó su cabeza. Vino de parte de Bert, quien silenciosamente ya estaba comenzando con la segunda. Gerard rió y la tomó para lanzársela de regreso, y Bert intentó esquivarla escondiéndose detrás de Ray, tuvo bastante éxito porque no le llegó, pero a Ray no le hizo gracia que golpearan su cara con una lata de cerveza. Así que la lanzó de regreso, y en el camino lanzó unas gotas de cerveza en el uniforme de Frank quien obligadamente tuvo que lanzarle la lata de regreso porque, vamos, iba a llegar apestando a alcohol a casa. Y antes de darse cuenta estaban todos riendo y lanzándose entre ellos una lata vacía de cerveza.

Y Frank no podía sentirse más contento con los amigos que tenía.

the drama club • frerardWhere stories live. Discover now