13. Diabólica tentación

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Miércoles.

Por fin miércoles, hoy volveré a ver a Nathan.

Estos dos días sin verlos fueron un infierno lleno de agonía, no dejaba de pensar en sus labios sobre los míos y lo delicioso que se sienten. La necesidad de volver a sentir sus labios en los míos me sorprende.  

¿Desde cuando un chico me pone así? 

Es una vergüenza pensarlo como lo pienso. Deberían de internarme en un colegio de monjas y lavarme las boca con jabón con solo fonomímica —por así decir, ya que es mental y no grabado— mis piropos obscenos hacia él.

Dejando de lado a eso, me concentro en atender a los clientes con una gran sonrisa lo que ahora me es un tanto difícil ya que el último día de mi menstruación siempre me altera los nervios.

— Pasará Heissen por nosotras a las 9. —le informo a mi mejor amiga. Ella está sentada en una banquita con un montón de libros a su alrededor, ya que a diferencia mía ya si está estudiando la facultad. Levanta su vista solo un boca al escuchar lo que le dije y asintiendo con la cabeza prosigue a lee/corregir lo que según me dijo era su tarea de bioquimica. 

Lo fantástico de nuestro trabajo es que nos dan oportunidad de estudio y trabajamos solo de lunes a viernes medio tiempo. Supongo que por eso mismo no renunció, lo mio no es tener clientes ya que usualmente son muy groseros y uno de mis defectos es mi poca paciencia.

— ¿Sabes que ropa te pondrás? —pregunta Bambi. Avanzó hacia ella y flexiono mis rodillas para llegar más o menos a la altura de su rostro, ella levanta la mirada y se mete la pluma a la boca —odio cuando hacen eso—, niego con la cabeza en forma de contestación a su pregunta. Suspira y dice — Yo tenía pensado poner un pantalón blanco pero mi menstruación tuvo la brillante idea de regalarme otro día de sufrimiento —bufa

Pongo mis manos sobre mi rodilla para no perder el balance, me quedo un momento callada pensando en una solución perfecta para nuestro problema pero no tengo ni idea. Estoy mas seca que bob esponja escribiendo su ensayo de 800 palabras.

Me encojo de hombros. Bambi hace una mueca de disgusto sacandose el pluma de la boca, va a decir algo cuando un cliente nos llama. 

Atendemos al cliente como normalmente lo hacemos pero al escuchar su respuesta cuando Bambi le pregunta su nombre, nos miramos con pánico ella y yo. Dijo que su nombre es Sam, S A M, como el amigo de Nathan, como el de mi amigo, como el festejado de la fiesta a la que iremos hoy, el mismo Sam que me conocí hace poco más de una semana, hoy es el cumpleaños de él y nosotras nos preocupamos por la vestimenta cuando no tenemos un reglado.

¿Que clase de persona va a una fiesta sin un reglado?

***

Terminado nuestra jornada laboral corremos al centro comercial a comprar un reglado para Sam, no lo conozco muy bien y Bambi mucho menos pero es su fiesta, no podemos llegar con las manos vacías, así que hacemos lo mejor que podemos y entramos a una tienda de artículos para hombre.

— Podemos comprarle unos calcetines siempre funciona. —sugiero un poco alterada y sin pensar muy bien las cosas porque son las 7 de la tarde/noche y Heissen quedo de pasar a las 9 por nosotras lo que significa que nos tenemos menos de dos horas para arreglarnos, esto es un caos. 

Bambi niega con su cabeza y se adentra más a fondo en la tienda. Mira por todas partes como loca y tomando varias cosas las mete al carrito, yo inconscientemente hago lo mismo con la desesperación a mil. Ahora se como se pone mamá cuando viene el mero 24 de diciembre a comprar los obsequios de navidad. 

Medio kilómetro de distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora