Capítulo 17: Paciencia

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Masculló una maldición debajo de las cobijas mientras tanteaba la mesita de noche en busca del teléfono. 

—Espero que no sea del hospital —renegó contestando.

—¿Sigues dormido? —inquirió la voz al otro lado del teléfono—. ¿Sabes la hora qué es? —interrogó mirando su reloj—. Es medio día, ¿estuviste ayer en una fiesta?  ¿Para qué pregunto? Es obvio que sí. ¿Dónde estás?

—¿Jared? Maldita sea. ¡Es mi día libre! —protestó indignado. Aquello despertó a la chica que dormía a su lado, que intentó quitarle el teléfono para que volviera a dormir. ¿Cómo era que se llamaba? Su nombre se había perdido entre la novena y décima copa de alcohol—. ¿No puedes vivir sin mí un día o al menos hasta la noche? —reclamó adormilado.

—¿Dónde estás? —repitió impaciente. 

Observó por la ventana los letreros para tratar de ubicarse.

—Cerca del Orange's Café —contestó.

—Bien, te recojo ahí, si llegas antes que yo: pídeme un café.

—¿Estás loco? Estoy ocupado —riñó a la nada porque la señal de que había colgado era lo único que se escuchaba al otro lado de la línea—. Estúpido Jared, maldita resaca… —gruñó levantándose y buscando el pantalón.

—Vuelve a la cama, sea quien sea puede esperar —murmuró la chica deslizándose entre las sábanas. Se le pegó empezando a besarlo, empujándolo de vuelta a la cama. Anthony suspiró, le agarró ambas manos y se las dejó por encima de la cabeza, se le quitó de encima cuando ella empezó a besarle el cuello, buscó la ropa y se vistió como si nada. Ella lo observó entre incrédula y enfurruñada.

—Lo siento, preciosa, pero si quiero que mi mejor amigo me dé su riñón cuando me esté muriendo por exceso de alcohol, debo irme —dijo despreocupadamente dándole un último beso—. Te llamaré —exclamó aunque ambos sabían que era mentira. Cogió su chaqueta y cerró la puerta.

—¿Qué te pasa ahora, Jared? —interrogó Anthony enarcando una ceja al verlo llegar con cara de haber pasado una mala noche. 

Su mejor amigo suspiró y se sentó apoyando la cabeza en una mano.

—George me llamó ayer, me insinuó que enviará a Dominic a algún colegio lejos porque «Evangeline es una mala influencia» ¿puedes creerlo? —preguntó al aire mientras Anthony lo miraba con una sonrisa desinteresada—. Por cierto —musitó apuntándolo con la cuchara mientras se tomaba el café—, no sé si Evangeline tiene telepatía o qué, porque me llamó para insultarme, discutí con ella y ahora ha desaparecido, no dormí anoche y… ¿Sabes qué? No importa el resto —suspiró terminando de tomarse el café.

—Te dije que George me daba mala espina, te dije que era mala idea casarte, pero no voy a repetírtelo, aunque creo que acabo de hacerlo ¿no? —Jared lo fulminó con la mirada como respuesta—. Evangeline te abandonó, un problema menos del que preocuparte —musitó encogiéndose de hombros.

—Esto no es lo que esperaba de casarme —murmuró.

—¿Qué esperabas de casarte con una chica cuyo padre es un manipulador que secuestró a su hijo para chantajearla? —interrogó enarcando una ceja. Jared emitió un gruñido bajo, odiaba cuando Anthony se ponía en su faceta de sabelotodo sarcástico.

—Que al menos escuchará la razón por la que lo hice, pero ella nunca escucha. 

Anthony suspiró y sacó el celular.

—Tampoco va a escucharte, es desconfiada por naturaleza, para hacer que te escuche tienes que hacer que te conozca, pero para llegar allá hay que ser un poco… cruel… —susurró buscando un número en concreto.

El problema eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora