Demonios.

—¿Esta es su tienda?—preguntó uno de los hombres en un tono neutro.

El hombre que yacía sentado a una muy pequeña distancia de mí, asintió con su cabeza.

—Interesante—el hombre frotó su barba incipiente y le hizo una seña a su compañero.

El otro hombre sacó un arma de su bolsillo mientras observaba al que parecía ser el jefe.

—Entra a tu tienda y no habrá problemas—habló tranquilamente mientras se sentaba a su lado.

Mi corazón temblaba y no tenía idea de lo que pasaría conmigo. El hombre, dueño de la pequeña tienda de golosinas, entró en el lugar sin dejar de mirarme mientras el hombre del arma se mantenía de pie frente a mi.

—¿Amber Sullivan?—preguntó el que suponía que era el jefe.

Me apresuré en ponerme de pie y negar con mi cabeza.

Al parecer a él le causó gracia porque soltó una enorme carcajada que solamente logró espantarme.

—Amber Sullivan, hija del difunto empresario Robert Sullivan, te mudaste recientemente a la ciudad, vives en East Rutherford y eres una jóven con un notable potencial.

Escuchar todas esas palabras me heló los huesos. Él sabía exactamente quién era. Pero yo no tenía ni una pequeña idea de quién era él.

—Günter Dolveur—se presentó mientras quitaba sus lentes de su lugar.

Una cicatriz cubría la mitad de su rostro, su pelo rebajado y su traje elegante junto con una sonrisa cínica y maliciosa en su rostro, aceleró mi pulso, quería que Drac viniera a salvarme como siempre pasaba en los libros, pero por desgracia ésto no era un libro. O por lo menos no cualquier libro.

—¿En qué puedo ayudarle?—murmure con mi mirada clavada en su espantosa cicatriz.

Günter o como sea que se llame, esbozó una sonrisa de oreja a oreja mientras yo no podía dejar de temblar.

—No entiendo como puedes fijarte en una persona como Drac, luces muy frágil para el—se río burlón, agitó sus dedos y luego masajeó sus sienes—Bueno, en realidad no suena tan descabellado como parece—mojó sus labios—Creo que lo he subestimado, son claras sus intenciones contigo, pobre niña incauta.

No pude evitar fruncir el ceño en respuesta.

—¿De qué está hablando?—me atreví a preguntar.

Günter sonrió y luego se acercó un poco a mí, acción que me dejó estática.

—La cárcel querida ostra no está en sus planes.

No.

El no es así.

—El no haría algo así—lo defendí, dentro de mi cabeza se formulaban millones de preguntas que deseaba apaciguar.

—¿Conoces verdaderamente a Drac?—inquirió con una sonrisa mientras algunas gotas de lluvia empezaban a caer.

¿Conocía yo a Drac?

¿Verdaderamente lo hacía?

Sabía a la perfección que no era así, sabía que solo conocía lo que él me permitía ver. Sin embargo, me negaba a creerlo.

—No te engañes niña. Drac no es un chico normal, Drac es diferente, no es su culpa, lidió con la muerte de su familia a muy temprana edad, a hecho cosas atroces para la sociedad, piénsalo bien—Se detuvo para limpiar una gota de lluvia que había caído sobre su naríz—¿Crees que se quedará contigo después del juicio?, ¿crees que tendran una vida juntos, hijos, mascotas, ir de viaje en familia y ser felices por la eternidad?—Se colocó sus lentes, aún cuando no había ningun rastro de sol—La vida es un juego y solo ganan quienes saben jugarla sin importar a quien hieran. El no puede amar, linda. Está jodido de todas las formas posibles—dictaminó finalmente, no sin antes darme una última mirada y empezar a caminar hasta su auto—Pregúntale, pregúntale quién ha asesinado a su propia hermana. Has que te cuente la historia que sólo el conoce muy bien.

DRAC© [1] ✔Where stories live. Discover now