No entendía el porque de ese comentario hasta que sus pecho pego de lleno en mi cara y su brazo se estiraba para tomar el cinturón de seguridad que estaba a un costado mio y se me olvido ponerme, pasa sus musculosas y sexys manos por donde estoy para jalar el dicho cinturón y al final lo aprieta fuerte y lo engancha en donde debe ir para que yo no salga disparada por el parabrisas. 

— Gracias, siempre lo olvido. 

— Pues a partir de hoy no lo olvides. —dice, meloso. 

— ¿Y ahora? —pregunto. No quiero morir, aparte de que él dijo que me ayudaría.

— Muy bien, primero conducir normal como siempre lo has hecho, tienes que conocer tu terreno primero. —hace una pausa larga y después prosigue — después, tendrás el escenario para ti. 

Lo miro. Me mira. Sonrió. Sonríe, y mi loca yo interna empieza a gritar como loca.

— Andando, risitos.

Hago lo que me dice, arranco el auto y ¡mierda! me siento poderosa con tremendo auto, conduzco despacio y en recto. Nathan dice que tengo que visualizar bien mi perímetro y eso hago, miro todo al mi alrededor pero con la vista centrada al frente. Avanzamos como un kilometro hasta el momento, desde el punto de partida y según me dice Nathan esa es una distancia prudente para un recorrido.

— Ahora de vuelta, pero esta vez incrementa tu velocidad solo un poco. —Nathan me mira fijamente y agrega — sin miedo, estarás bien.

Mi corazón empieza a bombardear fuerte y siento la adrenalina corre por mis venas.

— Okay, aqui vamos. —digo en un susurro mas para mi que para él.

Habia salido en 120, cosa que Nathan llamo patético pues este auto corre más y aseguro ser la primera vez que esta en un auto a esa velocidad. Dijo que fuera de apoco aumentando a 200 y eso hice, mis uñas se aferran al volante como si no hubiera mañana, mi respiración aumenta y los latimos de mi corazón están disparándose. El auto apenas comenzaba a correr que cuando menos lo pense ya habíamos llegado al punto de salida.

Quiero mas, mucho mas. 

— Vamos mas rápido. Quiero mas terreno.

— Tranquila, pero esta bien, mantente en 200 en linea recta.

Dicho y hecho eso hago. Piso el pedal otra vez y siento que no hay mañana, me siento dueña de mi vida, ahora soy yo quien decide si sigo o me tengo. Solo yo.

La adrenalina se hace presente y todo mi cuerpo empieza a vibrar y querer más, sin pensarlo mucho, dejo caer mas mi pie al pedal, mi pie esta duro y piso con fuerza como si quisiera matar a una cucaracha. Mi vista nunca se aparta de la pista, no soy consciente de nada ni de nadie.

— ¡FRENA! —grita mi copiloto, claramente cabreado.

Hago lo que me pide, bajo la velocidad y freno bruscamente.

— ¿Que pasa? Lo estoy haciendo increíble ¿no lo vez?

— ¡Lo estas haciendo toda mal! — se queja. — No puedes aumentar de ese modo la velocidad, ni mucho menos aferrándote al volante de ese modo, tranquilízate. No te dejes llevar solo por la adrenalina. Eres tu contra el mundo, no el mundo contra ti.

¿Por que me grita?  ¿Y que onda con su metáfora? 

Me cabrea que me griten.

— ¿Cual es la diferencia? ¡Es lo mismo!

— La diferencia es que si el mundo esta contra ti, te puedes hundir. Pero si tu vas contra el mundo, entonces no hay opción, siempre ganaras. 

Quede peor, ¿eso que tiene que ver? si lo único que hago es conducir.

Medio kilómetro de distanciaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum