Capítulo Diescisiete

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—Gracias —susurro.

—¿Por qué? —sus ojos se clavan en mí y sonrío internamente. Mamá amaba el color de sus ojos.

—Por cuidar de la lápida —me encojo de hombros —. Por ser el primer amor de mi madre y enseñarle muchas cosas que ella me enseñó a mí.

Dicho eso, me abrazo a mí misma y camino en dirección a la salida.

—Leah —la voz de Christian me hace voltear.

—¿Sí?

—Mantente alejada de Derek —sus palabras hacen que mi corazón se detenga —. No querrás arrastrar con lo mismo. No somos una familia que traiga suerte.


Llego a mi casa luego de una gran caminata sospesando las palabras de Christian. ¿Lo mejor será alejarme de Derek? ¿debería pelear por él? Realmente todo era tan confuso para mí, lo único que sabía era que extrañaba a mi madre, a parte de eso...

Estaba completamente perdida.

Estoy por quedarme dormida cuando mi celular suena en mi mesita de noche. Lo tomo y veo el nombre de Theo en la pantalla. ¿De verdad se atreve a llamar?

—¿Qué quieres? —contesto tajante. Recuerdos de la chica en su apartamento vienen a mi mente. Me siento engañada.

—Una explicación de por qué carajo te fuiste así.

¿Era en serio? —. ¿Estás jugando no?

—¿Debería?

Me levanto de golpe. —¡Tenías a una zorra en tu casa! ¿Acaso querías que aplaudiera ese acto tan asqueroso?

—La eché una vez que te fuiste.

—¡No es excusa para tus actos, Theo! —me siento sucia —. ¡Las mujeres no somos ningún objeto!

—Leah...

Antes de que pueda decir algo más, cuelgo. Theo era un gran imbecil.


Despierto por el sonido de mi alarma. Hoy era lunes, y tenía que ir a trabajar, aunque en estos momentos odiaba a muerte mi empleo. Solo a mí se me ocurre trabajar para Christian Harris.

Llego a la empresa luego de pasar comprando mi desayuno en una cafetería. Hubiese desayunado en mi casa de no ser porque encontré a mi padre desayunando con Monica. Aún no concibo el que ellos tengan algo, y creo que nunca lo haré.

—Leah —subo la mirada al ver a Christian abordar el ascensor—. ¿Qué haces aquí?

—Vine a presentarme al trabajo —le doy una media sonrisa—. En realidad debería estar despedida por ausentarme tanto.

Christian ríe y niega con la cabeza —. No. Sabía que estabas pasando por un mal momento, era comprensible.

—De verdad gracias por esta oportunidad Christian. Prometo dar lo mejor de mí en este empleo.

—Sé que lo harás. Eres una Williams después de todo —me guiña un ojo y sale del ascensor —. Nos vemos luego Leah.

Espero un minuto más antes de llegar a mi piso. Una vez ahí me dirijo a la oficina que me habían asignado. Durante las primeras horas hago todo el trabajo acumulado que dejé durante estos días. Termino por hacerlo y veo la hora, finalmente puedo ir a almorzar.

Salgo de mi pequeño despacho en dirección al ascensor cuando lo veo hablando con una de las chicas de finanzas. Mi corazón se encoge al verlo tan sonriente y no puedo evitar el sentir celos. Sacudo mi cabeza ante el estúpido pensamiento y les paso de largo.

Debo alejarme de Derek Harris.

Estoy por llegar a mi destino cuando un brazo me jala.

—Leah —Derek me sonríe amablemente y yo deseo poner mis ojos en blanco.

—Derek —digo lo más cortante que puedo.

—¿Todo bien? ¿Ibas a almorzar? —señala el ascensor.

—Sí, así que si no te importa... —estoy por darme la vuelta pero me detiene.

—¿Quieres que te acompañe? Yo pago.

—Derek no es necesario... —me calla poniendo su índice sobre mis labios.

—Vamos.

Resignada a su insistencia, asiento y caminamos al ascensor.


Me encuentro en un restaurant cerca de la empresa junto a Derek. A pesar de que mi plan es alejarme de él, algo dentro de mí lo impide totalmente. He caído en el encanto de los Harris así como mi madre lo hizo.

—No te veo desde que te fuiste con Theo. ¿Estás bien?

—Eso fue ayer —digo enarcando una ceja —. Y sí, estoy bien, gracias por preguntar.

Veo a unas chicas del edificio pasar cerca de nosotros murmurando cosas. ¿No tienen nada mejor que hacer? Derek voltea en dirección a ellas y frunce el ceño.

—Me parece que les llamas la atención.

—¿Tal vez por ser el hijo del jefe? —ríe divertido.

—Tal vez. Además de la belleza que posees.

—¿Soy guapo para ti? —sonríe seductoramente.

—¡Oh por favor! —río y le tiro una servilleta en forma de bolita.

Comenzamos una guerra de servilletas cuando una dulce voz nos interrumpe.

—¿Derek?

Ambos levantamos la mirada y mi respiración parece detenerse al igual que la de Derek.

—¿Mamá?

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Oh oh.

Problemas en el paraíso.

¿Qué hace Mila Rogers fuera de prisión?

¡Espero les haya gustado el capítulo!

Cumpliendo Promesas (EN EDICIÓN)Where stories live. Discover now