Jueves

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Ella miró el reloj de la estación de trenes, él miró su reloj de mano mientras caminaba hacia las puertas del tren.
Irina lo vio acercarse y se plantó para verse mejor, pero él ni siquiera la volteo a ver.
Los dos entraron al vagón sin mirarse y en completo silencio.

Si fuera más guapa y un poco más lista, si fuera especial, si fuera de revista, tendría el valor de cruzar el vagón y preguntarte quién eres.

Ella lo miró mientras buscaba un lugar donde sentarse, al parecer no había, solo enfrente de ella.
Karasuma se dio por vencido y se sentó en el único lugar libre, enfrente de una chica rubia y ojos azules de un aspecto muy lindo.
Irina se acomoda la ropa para verse presentable ante él, Karasuma solo la mira de reojo sin prestarle mucha atención.

Te sientas en frente y ni te imaginas que llevo por ti mi falda mas bonita.

Karasuma mira hacia la ventana acomodándose para ver cómo avanzan, esta ansioso pues teme llegar tarde al trabajo.
Irina solo lo mira.

Y al verte lanzar un suspiro al cristal se inundan mis pupilas.

Irina se siente mal por no ser valiente y hablarle, lo ve soltar el suspiro y siente que quiere llorar.
Karasuma tan solo piensa que ella es muy linda, pero parece tímida así que no le habla. Teme arruinar las cosas si dice algo.

De pronto me miras, te miro y suspiras, yo cierro los ojos tu apartas la vista, apenas respiro me hago pequeñita y me pongo a temblar.

Karasuma le dirige una mirada para verla mejor, desearía tanto hablarle y decirle que esas lagrimas acumuladas en sus ojos no van con lindo rostro. Ella le devuelve la mirada, Karasuma suspira al saber que tal vez no tenga oportunidad con la apuesta rubia.
Irina cierra los ojos para que sus lágrimas se vayan, siente que no puede respirar, su corazón late fuertemente, los ojos de ese chico eran de un negro intenso y muy lindo.
Se siente tan pequeña a su lado, el es alto y a primera vista da miedo, pero ella sabe de alguna forma que él no es malo. Se pone a temblar de los nervios.

Y así pasan los días de lunes a viernes, como las golondrinas del poema de Bequer.

Los días pasan, cada día la misma rutina de repite, ella mira el reloj de la estación y él el que lleva en la mano.
Se sientan enfrente sin dirigirse la palabra. Irina solo quiere hablarle pero no tiene la suficiente confianza para hacerlo; Karasuma siempre la ve, la rubia nunca habla y el quiere escuchar su voz.

De estación a estación, de frente tú y yo va y viene el silencio.

Pasan las estaciones, primavera, verano, otoño, invierno y de nuevo llega marzo, cuando la primavera vuelve.
Siempre van en silencio, el mirando la ventana, ella con la cabeza baja.

De pronto me miras, te miro y suspiras, yo cierro los ojos tu apartas la vista, apenas respiro me hago pequeñita y me pongo a temblar.

Lo hace de nuevo, la mira para ver sus hermosas facciones que parecen de un ángel. Ella le devuelve la mirada y el suspira frustrado, desea demasiado escuchar su voz, debe ser tan linda como ella.
Aparta la vista, no quiere mirarla más, sabe que se enamorara más de lo que ya está. Ella cierra los ojos.
Irina no puede respirar de nuevo, esos ojos la habían vuelto a mirar y estaba nerviosa. Una ventisca de aire pasa por el vagón e Irina tiembla de frío.
No saben que decirse el uno al otro, los dos están enmaromados y no se lo dicen.

OneShot Karairi Where stories live. Discover now