Capitulo 2: El pecado en bandeja de plata

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 Capítulo 2: El pecado en bandeja de plata

Hay que tener en cuenta una cosa muy importante: había tenido sexo con mi alumno el primer día de clases.

Eso era suficiente motivo como para que yo regresara a casa con la cabeza gigante, pensando en las miles consecuencias que eso iba a traer. Porque vamos, podía ser que acostarse con un alumno fuese una cosa común, del tipo telenovela rosa, pero sinceramente no era algo que deseaba en mi historial. Y lamentablemente lo tenía y no podía hacer nada para remediarlo, excepto suspirar y suspirar hasta desinflarme.

Para entonces, ya había llegado a casa y que desastre de casa tenía. Era normal, pues hacia un día que me había mudado y las cajas se repartían en la casa de tal modo que cupieran varías, una arriba de otra. Y dado que me encontraba tan nervioso por ingresar a un instituto como profesor, no había contando con el tiempo suficiente para arreglar todo. Observé el desastre y suspiré tristemente; odiaba el desorden, a mi me gustaban las cosas limpias y en su lugar. Y cuando veía desorden mis manos me picaban para empezar a ordenar, es algo así como una maldición, lo juro. Sin embargo, mi ánimo se encontraba tan decaído que me importó muy poco el ambiente de allí. Sólo tiré el maletín en algún sitio y me fui a recostar a la cama.

Seguía pensando en el mocoso, en él y sus timadores ojos verdes.

Mi cabeza aun no asimilaba el hecho de que me hubiese acostado con él. Parecía imposible. Es verdad que no llegamos al coito, aun así seguía siendo sexo. Y me preguntaba además, ¿Por qué a mí? ¿Por qué de entre todos los hombres tenía que escogerme precisamente a mí? Es decir, soy bastante normalito; alto, cabello castaño y ojos almendrados, sin mucho músculos, sin buena vista (uso lentes, la miopía es una desgracia). No comprendía qué pudo haber visto en mí. Porque he de admitir que ese muchacho era bello sin lugar a dudas, parecía alguna clase de príncipe sacado de un cuento de hadas, listo para hacer su papel de buen chico y rescatar a la princesa.

Que un chico tan guapo estuviese acostándose con un profe no era nada bueno... Ni para él, ni para mí...

Adolescentes... Lo único que buscaban era experiencia. El hecho de que él las quisieras no significaba que YO se las debía dar. Claro que no. Puede que fuese su profesor pero joder, eso no significaba que yo debía enseñarle sobre el sexo. Aunque si lo pensaba bien, él no necesitaba ningún tipo de instructivo, sabía muy bien lo que hacía.

Sin querer dejé salir un suspiro de anhelo, recordando lo bien que se había sentido estar dentro de su boca...

"Deja de pensar tonterías, Leandro" me reprendí de mal humor. Me daban ganas de darme porrazos contra la pared. 

Entonces, tocaron el timbre. Eso me desconcertó. Yo vivía solo, no esperaba a nadie, ni siquiera a mis hermanos. Ellos no se aparecerían por allí pasados unas semanas, así que me levanté y fui a ver quién era. Seguramente se trataba de alguna vecina que venía a conocer al nuevo inquilino, y con esa idea mi ánimo mejoró. Hacia mucho tiempo que yo no salía con una chica, mi hermano Santiago las espantaba a todas, pero como ya no me encontraba bajo su yugo sobreprotector era libre para volver a salir con mujeres hermosas. Estaba más que dispuesto a coquetear un poco y así olvidarme de la horrible tragedia que había vivido en el colegio con Adrián.

Antes de abrir la puerta, me arreglé un poco; me acomodé el cabello, verifiqué que mi ropa estuviese perfectamente ordenada e impecable y comprobé que mi aliento no oliese mal. Después abrí la puerta, esperando encontrarme con una hermosa señorita, pero no, no fue una señorita la que se encontraba frente a mí, sino Adrián.

Sí, Adrián estaba allí y venía más coqueto que nunca.

Sin poder evitarlo, mis ojos recorrieron con avidez su silueta, pues ya no vestía el uniforme. Lo había cambiado por su ropa de casa, y era aun más osada.

Uke Acosador. ME PERTENECES (PARTE I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora