Heissen desvía su mirada de la televisión y me dice.

— Sé que mañana es lunes, pero los chicos de la fraternidad harán una fiesta por ser... lunes, esta será exclusivamente de carreras y peleas, y antes de que digas más, en esta sí estaré contigo y verás más a fondo lo que para ti es patético e significante.— farfulló, sentándose en el bordillo de la cama.

Para mí eso de las carreras y peleas es patético, pero más que patético me parece estúpido que un montón de gente ponga su vida en peligro u otra gente estúpida pague por verlo. Hay miles de cosas mas divertidas y menos peligrosas pero parece que la gente es idiota por naturaleza.

— No.— respondo firme.

— Irán Sam y Luca, tal vez vaya Nathan...— musita.

¿Valdrá la pena ir encontrar de mis creencias y exponerme al peligro sólo por ver a un chico?

Voy a responder cuando el timbre de la casa suena avisando que alguien llama a mi puerta. Le hago una seña a Heissen para ver si sabe quién es, pero él niega con su cabeza.

Da igual, bajo las escaleras y me dispongo ha abrir la puerta.

Me quedo anonada; ¿Qué hace él aquí?

— ¿Nathan?

— Katherine.— murmura, saboreando mi nombre.

Dios, se mira tan sexy, lleva puesta camisa roja de cuadros abierta que deja ver que lleva puesta otra camisa debajo color blanca y unos pantalones negros rasgados con botines negros. Sus camisas son tan ajustadas que se les marca sus bíceps y tríceps, joder. Cuando logro sacar esos pensamientos inadecuados de mi mente y logro conectar mi mente con mi habla, lo único que sale de esta es...

— ¿Qué haces aquí? —pregunto, aún anonada.

— Bueno, mis amigos me hicieron saber que fui un idiota al haberte dejado ahí sola.— le interrumpo.

— Sí, fuiste un idiota, pasé la peor vergüenza cuando me dejaste ahí parada y te fuiste con... la chica.— balbuceo eso último, no quiero que crea que es una forma de reproche, aunque en el fondo lo es.

— Lo sé, por eso estoy aquí, te lo remediaré.

— No soy plato de segunda mesa.— balbuceo.

— No, claro que no. Por eso planeé durante toda la noche una día especial para ti.— asegura.

— ¿Y por qué? Es decir, me acabas de conocer. No tienes porque remediar algo... o venir hasta mi casa a justificarte.

— Escucha, me caíste bien ¿De acuerdo? Escuché lo que les decías a mis amigos y creo que es una persona agradable y me consta que fui un capullo al ignorarte, pero quiero que sepas que no fuiste tú o tu forma peculiar de ser, también sé que en los bolos fui un capullo y no te lo mereces— frunce su nariz y rasca su nunca.—. Bueno eso creo, y usualmente sí soy un capullo. En realidad no sé porqué no quiero que te vayas con la impresión de que soy un mal sujeto.

Se queda callado y yo también lo hago, nos miramos fijamente y creo que en lo que dice es sincero, se ve tenso y le sonrío tenue para que se relaje.

— Está bien ¿Quieres pasar?

— Como te dije, planeé todo un día a tu lado y estar en tu casa... Aún ese es mi último lugar, el lugar 5.

— ¿5 lugares en todo el día?— arqueo una ceja y me cruzo de brazos.

— Afirmativo. ¿Nos vamos?

— ¿Puedo si quiera avisar?— pregunto divertida.

Cuando mi mente por fin se conecta con todos mis sentidos y se da cuenta de que Nathan Daniels está frente a mí quiere morir de felicidad, salta y gritar de emoción, el chico guapo que me altera toda las hormonas y que pensé no volvería a ver más, está aquí y tiene todo un día planeando para mí. Aunque el hecho de que ayer me dejó por otra chica no pasa desapercibido.

Medio kilómetro de distanciaWhere stories live. Discover now