In Your World

491 64 13
                                    

Cuando Niall recuperó la conciencia, estaba recostado en su sillón. Siempre había detestado eso. La sensación de perder el control de las cosas, quedándote dormido en un sitio para despertar en un lugar completamente diferente.

Para Niall era algo que lo dejaba más que un poco intranquilo.

Vivía solo. ¿Cómo había terminado ahí?

Se levantó despacio del sillón, sintiendo que su cabeza daba vueltas con cada movimiento que hacía. Palmeó sus bolsillos para asegurarse de que el móvil siguiera en su lugar, listo para llamar en cualquier emergencia, y se encaminó a la entrada principal. Tomó sus llaves y después de girar la perilla un par de veces, se aseguró de que la puerta estuviera cerrada.

Estando alerta de hasta el más mínimo sonido, corrió a la puerta que se encontraba en la cocina, cerrándola con llave y haciendo la misma prueba que antes.

Con un peso menos en los hombros, el rubio se dirigió a su dormitorio, dispuesto a dormir un poco y tratar de olvidar los que habían sido los minutos más extraños de su vida. Pero por qué…

No, no busques respuestas, Niall.

Suspirando para convencer a su conciencia de que la ignorancia era mejor en algunos casos, abrió la puerta de su dormitorio y se congeló, al ver un enorme bulto oscuro en la esquina de su cuarto, indistinguible por la penumbra que reinaba en el cuarto.

No supo qué hacer. Tenía miedo de que algo saliera a asesinarlo si se le ocurría gritar… pero entonces, acercarse a explorar tampoco era una idea muy sensata.

—¿Puedes dejar de verme? —Niall saltó al escuchar la voz.

—¿Q-Quién eres tú?

—Soy yo.

A pesar del miedo, Niall soltó un bufido a su respuesta. —Eres tú, va. ¿No tienes nombre?

—Creo que no. —Niall parpadeó sorprendido. Con un poco más de confianza, estiró su mano para encender la luz, cuando la voz de nuevo lo detuvo—. Por favor, no hagas eso.

Alejó su mano del interruptor y escuchó un suspiro de alivio. Y fue entonces que decidió que todo aquello era ridículo.

¡Esta es mi casa! ¿Cómo puede algo estar aquí sin mi permiso?

Carraspeó. —Bueno, disculpa, pero tienes que irte.

—No puedo hacer eso —le respondió.

—¿Por qué no…? Espera un momento —Niall alzó sus manos para indicar que no tardaría, y volvió a su sala, apagando las luces y cerrando las cortinas, dejando toda la casa en apenas un poco de luz. Satisfecho con su trabajo, volvió al cuarto y se dirigió al bulto—. Escucha, necesito explicaciones y me siento estúpido hablando con la oscuridad. ¿Podrías salir a la sala? Hay poca luz, lo prometo.

Salió sin decir palabra, sentándose en el sillón y esperando a que el ser se le uniera. Y cuando finalmente lo hizo, quedó sorprendido.

Ante él estaba un hombre (si es que era un hombre) alto de rizos castaños y piel pálida. Por su primer encuentro ahora sabía que sus ojos eran verdes, a pesar de no poder distinguirlos con tan poca luz. Pero no fue eso lo que le sorprendió. Detrás de él, un par de extremidades, que parecían ser alas, colgaban, agitándose un poco al caminar.

—¡Eres un ángel! —exclamó antes de poder evitarlo. El ángel no dijo nada, simplemente lo miró fijamente. Notando su posición, Niall le dijo—: Toma asiento.

No recibió respuesta, pero el ángel caminó silenciosamente al reclinador, sentándose sobre sus pies y cubriéndose con sus alas, como si fueran una clase de protección. En ese momento Niall notó que algo andaba mal.

To Your Doorstep [Narry]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora