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Miró fijamente al joven que se encontraba sentado frente a él, esta vez sí había llegado temprano, dándole el privilegio de ver esos ojos esmeraldas con más atención.

—Trabajo en un restaurante muggle —dijo el pelirrojo—. Mi hermana, Ginny, estudia en Hogwarts gracias a las prestaciones que alguien a decidido donarle...

—¿Ginny Weasley? —el pelirrojo miró al ojiverde, asintiendo con la cabeza— Oh...

El modelo se encogió en su asiento, prestando nuevamente atención a la narración de su compañero. Era la cuarta vez que venían al grupo y ya existía confianza dentro de éste a tal punto de contar los problemas que los atormentaban, como su alumna, Hermione, que tal parece era agredida por sus compañeros a tal punto de dejarla hospitalizada, cosa que ha dejado de pasar gracias a que el profesor Riddle la ha estado ayudando.

El pelirrojo contó su historia la semana pasada, la cual se resumí en su familia les había abandonado a él y a su hermana por falta de dinero, ¿cómo había familias que tenían más hijos de los que podían mantener? Conocía a la chica Weasley, puesta en Gryffindor y con una inteligencia más alta de la promedio.

—¿Alguien quiere seguir? —preguntó Amelia con amabilidad.

Ojos rojos miraron con intensidad al azabache, quien miraba el centro del círculo perdido en sus pensamientos. Harry Potter era el único que reservaba su historia, joder, hasta él ya había contado la suya.

Por otro lado, Harry miró hacia el frente buscando algo con la mirada, se sentía observado desde que entró a la habitación, pero nunca había sentido tanta energía dirigida hacia su persona. Encontró a dos rubíes mirándolo, casi parecían querer obligarlo a levantarse, pero Harry simplemente le sonrió al adulto e ignoró su orden no modulada, haciendo que el contrario soltará un suspiro.

La sonrisa del menor era tan pura y hermosa que parecía no concordar con el lugar donde se encontraban, negó mentalmente, Harry Potter no combinaba en nada dentro de ese grupo.

Un rubio se levantó de su asiento y, con seguridad, empezó a hablar, mas el pelinegro no podía prestarle atención cuando tenía a un ángel frente a él, sonriéndole como si fuera capaz de cambiar su vida con tan sólo esa sonrisa. Tom Riddle no dudó que eso fuera verdad.

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Día once de octubre, novena publicación.

A la personas que ya lo leyeron: Sí, sigue siendo lo mismo, más adelante vendrán pequeños cambios.

Espero que les esté gustando, muchas gracias por leer.

¡Les amo!

Fuera de control.Where stories live. Discover now