Se acomodaron en los asientos que le habían tocado. En la quinta hilera al lado izquierdo; Jenna iba sentada al final de la fila, a su lado Frederick, Alex, Robert y Emma.

Frederick estaba que gritaba de la emoción cuando la película comenzó. Se agarraba del brazo de su padre con mucha felicidad sin despegar la mirada de la gran pantalla. Sus ojitos brillaban como dos estrellas en el cielo. Alex acariciaba suavemente la cabeza de su hijo con la mano del brazo derecho, el cual no se encontraba sujeto por las manos de Frederick.

-¿Te gusta? -Preguntó, Alex, cerca de su oído, para no incomodar a las demás personas presentes.

-¡Si! -Chilló de la alegría.

-¡¡Shhh...!! -Algunas personas lo mandaron a callar y Alex rió por lo bajo cuando el pequeñito tapó su boca con ambas manos teniendo el tazón de palomitas entre las piernas.


Luego del cine, habían ido a cenar en McDonald's; Frederick estaba alucinado con la hamburguesa y las papas fritas, del lugar. Alex nunca había visto comer con tanto entusiasmo a su pequeñín, siempre andaba con náuseas y vómitos. Al parecer, traerlos con ellos no era una mala idea, después de todo.

En el recorrido del camino al departamento de su hermano Robert, Frederick no había dejado de hablar sobre lo entretenido y divertido que había estado la película, hablaba de cada escena vista, recordando las oraciones de los peces.

A la vuelta, después de haber dejado a su hermano y su cuñada en su departamento, Frederick se había quedado dormido en la parte trasera del auto, ese día había sido el más entretenido para Fredefick. Sin haberse dado cuenta, el reloj ya daba paso a la media noche.

—Ha sido un largo día —Comentó, Alex, mirando a su hijo dormir, a través del espejo retrovisor.

—Y uno muy divertido —Sonrió, ella, esbozando por el sueño y girando el torso para observar al pequeño —. Él es tan lindo.

—Gracias, Jenna —Dijo y ella lo miró atenta —, por estar aquí conmigo y por no haberte marchado.

Ella sonrió y suavemente dijo:

—Te quiero.


Jenna colocó la llave dentro del cerrojo de la puerta y giró el pomo, abriéndola y dando paso a Alex de entrar adentro del departamento, con el niño dormido en brazos. Él sin dudarlo fue hasta la habitación de huéspedes y dejó al pequeño, con cuidado, sobre la cama de dos plazas, en el lado izquierdo. Le quitó los zapatos con mucha delicadeza para no despertarlo y los colocó en el suelo, luego lo arropó con las sabanas. Encendió el aire a una temperatura ambiente. Dejó encendida la lámpara de noche y salió, dejando la puerta entre abierta.

—He calentado té —Anunció, Jenna, colocando dos tazas sobre la barra y él sonrió, agradecido — ¿Irás mañana a trabajar? —Preguntó, cuando él se sentó en una butaca.

Alex afirmó con la cabeza, tenía los ojos rojos y el rostro cansado, estaba que moría de sueño.

—Mañana tengo una reunión importante y antes debo organizar algunos documentos.

Jenna agarró la manilla de la tetera con un trapo, para no quemarse y sirvió su contenido en ambas tazas. Luego volvió a colocarla sobre la cocina y se volvió para sentarse, a lado de Alex.

—¿Con quién se quedará Fede? —Preguntó.

—Hablé con Emma y Robert, ellos disponen de tiempo completo, ella no trabaja y él es escritor, solo necesita un lugar tranquilo en donde escribir y ella está encantada con la idea, como Emma se encargara completamente del niño mientras yo no esté, a ella la pagaré.

—Me parece bien.


         Alex estaba vestido para el trabajo, sentado al borde de la cama de su hijo, y acariciando su cabecita con ternura, mientras lo miraba dormir y Jenna miraba a ambos, de pie, recostada con el hombro derecho por el marco de la puerta, mientras que Emma y Roberts desayunaban tranquilamente en la cocina.

Se puso de pie y se alejó de la cama, besó la mejilla de Jenna y pasó a su lado, dirigiéndose a la cocina y ella lo siguió por atrás.

—Nos vamos, cualquier cosa, llámenme —Dijo, Alex.

—Tranquilo, todo estará bien —Le sonrió, Emma, notando su preocupación e intentando tranquilizarlo.

Alex exhaló y asintió con la cabeza, tenía que calmarse, nada malo iba a ocurrir, su pequeño estaba en buenas manos.

—Por favor, no olviden que la Doctora pasará...

—A las tres de la tarde —Terminó Roberts —. Lo hemos captado —Sonrió, comprensivo.

Jenna colocó su mano sobre el hombro de Alex y sonrió dulcemente.

—¿Nos vamos?

—Vamos. 

LA ASISTENTE ©Where stories live. Discover now