Antes de que cruzaran el umbral, Callum tiró del bolso que llevaba entre sus temblorosas manos, ocasionando que todo su contenido se vaciara sobre el suelo.

Jane se dio la vuelta y, al verla en cuclillas, recogiendo sus pertenencias, arrugó la nariz.

―Tu comportamiento ha sido de lo más peculiar última- mente, Amanda.

Su única respuesta fue una sonrisa forzada.

Jane había reservado uno de los palcos laterales para los cuatro. El pequeño balcón contaba con cortinas de terciope- lo rojo a ambos lados para incrementar la sensación de in- timidad. También las imperiosas sillas estaban revestidas en


terciopelo. El escenario se encontraba a sus pies a unas dos yardas de distancia de ellos.

Amanda notó que sus manos no habían dejado de temblar ni siquiera al entrar en el teatro Gaiety, y comenzó a pregun- tarse si tendría menos que ver con la fría brisa de la noche y más con la situación que tenía ante sí.

Jane no había dejado de parlotear sobre todas las co- sas que Amanda se había perdido durante sus dos días de confinamiento con Callum. Al parecer, los ánimos se esta- ban caldeando antes de la gran votación. Por supuesto, en Crawley y las demás ciudades rurales la opinión general no apoyaría la abolición de la esclavitud. Pero las zonas indus- triales continuaban creciendo y con un ritmo de vida frené- tico. Amanda desconocía el resultado final de la votación en Reino Unido, pero tampoco importaba porque el número de votantes en el resto del mundo sobrepasaba con creces el de su país.

Las actrices salieron al escenario y la música y los efectos especiales comenzaron a desplegarse.

Amanda vio por el rabillo del ojo que Jane se sentaba so- bre el regazo de su siervo, pero hizo caso omiso de ello y fijó su vista en el escenario. Callum estaba sentado a su lado tan silencioso como un verdadero siervo.

El primer acto ocurría en la casa de Volpone, donde la ac- triz que lo interpretaba y su parásito, Mosca, observaban las riquezas amasadas durante años de artimañas. Volpone no contaba con descendientes, por lo que la ciudad de Venecia murmuraba sobre quién se quedaría con su fortuna. Para apro- vecharse de ello, Volpone fingía estar muy enfermo, a punto de fallecer, y así atraer a los buitres que deseaban ganarse su favor, agasajándolo con favores y más riquezas, para que Volpone los convirtiera en sus herederos. El segundo acto in- trodujo a uno de los buitres y el actor interpretando a Volpone se metió en la cama para fingir estar enfermo.


A Amanda le recordó la jugarreta que Callum acababa de hacerle. Con discreción, en la semioscuridad del palco, inter- cambiaron una sonrisa al tener la misma idea.

Jane rio con la fingida doble actuación del actor. Aún es- taba sentada en el regazo de su siervo. Instantes previos de que la escena llamara su atención, lo había estado besando ajena a la obra. Por suerte, la cariñosa pareja se ubicaba en los asientos que estaban detrás de Amanda y Callum por lo que este no fue testigo de su comportamiento, sino que mantenía la atención en la obra.

La mirada de Callum  #Wattys2017Where stories live. Discover now