—Al menos sabrás lo que es dormir con otro hombre, a las demás no se nos permite ese lujo.

—¡Jane! —la reprendió Sally, como acostumbraba a hacer

cada vez que la joven soltaba una barbaridad como aquella—.

¡No seas insensible!

Jane apretó los labios, sacándolos en un bonito morro. Ha- cía eso cuando quería ocultar una sonrisa y su opinión sobre algo; cosa que era una ardua tarea para ella. Amanda la cono- cía bien, y sabía con exactitud qué se le estaba pasando por la cabeza. A menudo se burlaba de lo feo que era John y de la


buena pareja que hacía con la poco agraciada Bertha. En su mente insensible a la humanidad masculina estaría pensando con practicidad que la muerte de un siervo feo era una oportu- nidad de recibir a uno mejor.

—Nada de esto importará mucho dentro de unos días cuan- do las votaciones decidan despertar a los hombres —les re- cordó ella.

—Si tal cosa ocurre... —dijo su amiga haciendo hincapié en el si condicional.

—Si ocurre lo que dice Amanda, podrás dormir con tantos hombres como te vengan en gana —le dijo Sarah a Jane, con una carcajada.

Jane reconsideró esa idea.

—Eso es cierto, pues soy irresistible, pero me causa pá- nico solo pensar en hacer cualquier cosa con un hombre consciente.

La sangre de Amanda se le agolpó en el pecho. Ella nunca podría hacer algo a lo que la valiente Jane le tenía tanto miedo.

—¿Tan peligroso crees que sería?

—¡Por supuesto! —aseguró Jane, y las demás jóvenes rieron, medio horrorizadas ante la fantasía—. Ya conoces las historias, Amanda.

—Mi abuela siempre dice que no sabemos la suerte que tenemos —intervino Sarah—, y que no le desearía su noche de bodas ni a su peor enemiga.

—¿Te encuentras bien, Amanda? —le preguntó Sally, ob- servándola con una mueca preocupada—. Tu semblante se ha puesto verdoso, ¿no te habrá mareado la cabalgata?

Respiró hondo tratando de recomponerse.

—Puede que un poco —mintió—. De todas formas tengo que ir a buscar a Callum en el bosque. Está tardando demasia- do, puede que se haya perdido. Me vendrá bien la caminata. Por favor sigan sin mí.


Sarah asintió mientras se erguía sobre su caballo.

—Los perros nos dirigían hacia el sur, ve hacia allí cuando le encuentres.

La mirada de Callum  #Wattys2017Where stories live. Discover now