Capítulo 41: "El corazón roto".

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—¿Por qué no me dejan a solas con él?

Mi sugerencia a acatan algunos. Los apuro sacudiendo la mano, a regañadientes los espectadores se marchan volviendo a sus cosas. Papá es el único que tarda en subir las escaleras, antes me da una pequeña mirada que me pide precaución. Plasmo un intento de sonrisa para responderle que no pretendo hacer nada malo. Ya estando solo Jax y yo en la habitación, me siento en el sillón frente al sofá, declinando la idea de lanzarle un balde con agua para que reviva.

—Jax, despierta —le llamo al punto de la impaciencia.

Tenorio frunce el ceño, lanza a los cuatro vientos una maldición quejosa y luego pone sus manos tras su espalda para estirarse.

—¿Mm... Murph? —Me mira pestañeando pesadamente.

—Sí, genio, soy "Mmmmurph". —Creo que debo pedirte una gran disculpa por el apodo que te coloque, Jax. No eres un unineuronal, porque no tienes cerebro. ¿Qué pasaba por tu cabeza al colgarte de mi ventana?

Todavía desorientado, hace un esfuerzo por sentarse. Medita unos segundos su respuesta. Guarda silencio, uno muy confuso, entonces parece recordar a lo que venía y agranda sus azules ojos que chocan de lleno contra los míos. Su entusiasmado obliga a mi espalda estrellarse contra el respaldo.

—Situaciones desesperadas requieren medias desesperadas... —Arruga el ceño cerrando los ojos—. No. Escucha: estoy en problemas, te necesito.

Blanqueo mis ojos mirando al cielo, pidiendo clemencia y paciencia al que está allá arriba. Al bajar la barbilla y dar con el rostro suplicante de Jax, mi estómago se me revuelve. Un remolino en el estómago hace que quiera vomitar.

—No me mires así —ordeno en voz baja—, poniendo todas las expresiones de perrito abandonado no aceptaré ayudarte. Al menos no ahora.

—¿Por qué no? —cuestiona acercándose más.

Me callo, por fin sin tener que decir.

—No lo entiendes, Jax... —musito bajando la cabeza—. Ni siquiera yo lo entiendo.

Me resta encogerme de hombros. ¿Cómo decirle que todo se volvió en mi contra y terminé queriendo algo más de él? Con lo cabeza dura que es Jax seguramente no lo entenderá, ser explicita y decirle que el presagio sobre cómo terminaríamos se está volviendo realidad desde mi hemisferio es lo más sensato. Pero no quiero decirle nada, no después de lo que vi en su departamento. Así que, tal vez, lo mejor es dejar mi lado directo de lado e ir por lo sutil.

No. Él no lo captará.

Respiro hondo y me animo a confrontarlo.

—¿Alguna vez quisiste a la persona equivocada? Dime, Jax, ¿alguna vez te fijaste en alguien aún sabiendo que nunca te correspondería? Porque eso es...

—Efectos colaterales —interrumpe.

El resto de las palabras mueren en mi boca. Ese pequeño impulso que lleva por nombre atrevimiento se desinfla junto con la tensión de mis hombros.

—Efectos colaterales —repito.

—Precisamente de eso se trata todo esto. —Se remueve en el sofá y pasa su mano por detrás del cuello, mostrándose incómodo. Dudo mucho que esta sea una declaración y que venga a decir lo mucho que me añora. Já, creo que eso se aleja mucho a la realidad. No, Jax está preparándose para una confesión—. Que soy un mujeriego no es ninguna novedad, ¿verdad? —Le regalo una sonrisa ladina, no espera a que responda y prosigue—. Tampoco lo era en el colegio, tuve a muchas... pretendientes. Sé que debes estar pensando: el crecer sin una madre influyó en mi búsqueda exhaustiva por el sexo opuesto, que el reto que me impuse cuando encontrara a alguien que no cediera ante mí fue por ego... y quizás lo es, no lo sé. Sin embargo, no toda la influencia fue a causa del desapego con mamá. Alguien más lo causó. Mi juego por las chicas con diferente color de cabello comenzó cuando me rompieron el corazón., no por aburrimiento.

Cambiando tus Reglas TR#3 ✔️| DISPONIBLE EN FÍSICOWhere stories live. Discover now