Capítulo Quince

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—¡THEO! —lloro e intento apartarlo —. ¡Basta ya por favor! —su mirada está completamente perdida y eso me aterra. Tengo que hacer algo.

Busco con la mirada algo con que detenerlo y mis ojos se posan en la botella de tequila. Quizá sea una mala idea.

Corro y tomo la botella para luego golpearlo con ella, mi plan funciona porque se detiene y me mira.

—Leah —me observa de la misma manera en la que yo.

Aterrado.

De pronto, el hombre le da un puñetazo en la sien dejandole inconciente.

—¡THEO!



—Gracias, conserve el cambio —bajo del taxi ayudando a Theo quien había quedado inconciente luego del golpe.

Gracias al cielo, uno de los clientes del sitio tenía un arma y golpeó al tipo degenerado con ella, sin embargo Theo pasó inconciente durante cuarenta minutos hasta que llegaron los policías y paramédicos. Tuve que contar mi versión de los hechos para que no se llevaran preso a mi cita, y ahora me encuentro frente a su edificio.

Entro con cuidado sosteniendolo y me maldigo por no ser tan fuerte. Odio ser mujer.

—¿Quieres decirme qué piso? —estoy  cabreada con él por no haberme escuchado antes, pero también agradecida porque me salvó de ese hombre. Honestamente no me entiendo.

—Tres —presiono el botón del ascensor y me apoyo contra la pared del mismo. Theo está semirecostado a ella y me permito mirarlo detalladamente.

Su rostro es completamente hermoso. Sus pestañas largas y tupidas, su nariz aperfilada, sus facciones firmes, el rastro de barba que cubre su mentón y sus labios.

Joder...

Se ven exquisitos.

—Si quieres besarme solo hazlo.

Lo miro sorprendida y él abre sus ojos —. ¿Lo vas a hacer?

—Yo, yo...

Y pasa.

Theo me presiona contra la pared del ascensor y estrella sus labios contra los míos. Bastan tres segundos para que yo le corresponda el beso y me siento arder, nunca había sentido algo como eso. Presiona mi trasero con sus manos descaradamente y yo gimo en su boca para luego pasar mis manos por su cabello. Bajo desde su cabeza con lentitud hasta su torso y eso parece enloquecerlo. Nuestras respiraciones se vuelven cada vez más pesadas y nuestros cuerpos se agitan más, ni si quiera donde estan mis manos en este momento. Theo succiona mi labio inferior con lentitud y eso termina por humedecerme. Necesito de él ahora.

Cuando estoy por levantar su camisa, las puertas del ascensor se abren y una voz chillona nos hace separarnos de golpe.

—¿Theo? —ladeo mi cabeza para ver mejor a la chica y me quedo helada.

Lleva su camisa.

—Sophia —Theo le dice a regañadientes —. ¿Qué haces aquí?

—Dijiste que viniera esta tarde, ¿lo olvidas bebé? —ella me mira y veo como su semblante cambia —. ¿Quién es ella?

Cuando está por contestar yo me adelanto —. Nadie, solo me enviaron a traertelo ya que por gilipollas le han golpeado, pero ya que estás aquí es todo tuyo.

Sin más, reuno todas mis fuerzas para empujarle fuera del ascensor y presiono el botón. Las puertas se cierran dejandome una última vista de él totalmente conmocionado. Jamás me he sentido tan humillada como en estos últimos días.

Quiero a mamá.



Camino por las calles abrazandome a mí misma y suspiro derramando una lágrima. De algún modo siempre termino así, sola y decepcionada de las personas. Continúo caminando sin rumbo alguno hasta que me detengo frente a un supermercado. Observo la ventana y frunzo el ceño al verla.

Es Louisa.

Entro y voy en dirección a ella. Lleva su cabello castaño recogido en un moño, viste un saco color beige, unos pantalones negros y botines del mismo color. Se parece tanto a mi madre.

Toso falsamente y ella me observa asombrada. —. ¡Leah!

—Hola —digo incomoda.

—¿Qué haces aquí tan tarde cariño? —me mira con dulzura y mi corazón se encoge. Cada vez más la veo igual a mi madre.

—Yo, yo —no puedo más y rompo en llanto. Debo de verme tan ridícula.

—Oh, cielo —deja la canasta de compras que sostiene en el suelo y me abraza. Rápidamente le correspondo y lloro en su hombro. Necesitaba tanto de alguien.

Pasan lo que parecen cinco minutos en los que lloro en su hombro hasta que se aparta y me mira—. ¿Quieres ir conmigo?

Simplemente asiento y ella sonríe. Recoge la canasta del suelo y camina hacia la caja conmigo siguiendola. Paga lo que ha llevado y salimos del supermercado directo a su auto. Una vez dentro ella habla.

—¿Tu padre sabe que estás conmigo? —niego con la cabeza y ella asiente —. Es mejor así.

Eso solo aumenta mis dudas—. ¿Louisa?

—¿Si? —tiene su vista fija en el camino.

—¿Quién eres y qué parentezco tienes con mi madre? —suelto de golpe.

Ella frena bruscamente haciendo que me golpee contra el respaldar del asiento.

—Yo, —la detengo antes de que continúe.

—Por favor, no vayas a mentirme. No puedo soportar una mentira más en mi vida.

Ella me mira comprendiendo mi situación y suspira.

—Soy hermana de tu madre.

Dios.

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¡Capítulo nuevo!

Jojojo, ¡Vera tenía hermana!

Espero que lo hayan disfrutado.

Cumpliendo Promesas (EN EDICIÓN)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz