3. El melancólico Ruso

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Aunque la casa de Mila tuviese calefacción, el frío fue el factor que despertó a Isabella en aquella mañana

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Aunque la casa de Mila tuviese calefacción, el frío fue el factor que despertó a Isabella en aquella mañana. El hombro le dolía un poco pero ya se había acostumbrado después de casi 8 meses al dolor.

―Isa― habló Mila― Estoy por irme al Victory Castle ¿Quieres venir?

Se había quedado en casa de Mila a pasar la noche, su enojo con Donato solo le dio tiempo de recoger sus cosas del hotel donde su entrenador y ella debían hospedarse y largarse lo más pronto de ahí.

―Sabes bien que no puedo patinar ¿Para qué iría?

―Ya han sido 8 meses ¿Tu lesión es tan seria?

La italiana se lo pensó un poco. Donato la había traído hasta Rusia, para despejarse del aire de su país, para que la prensa ya no atacara su día a día. Estaba cansada de ver la pista de hielo y no poder hacer saltos o deslizarse por el hielo sin pensar en ninguna rutina en particular.

―Bien, pero no traje patines ¿Crees que haya algunos de mi talla?

Mila se sonrió.

―Donato vino ayer a las 12, arrepentido como un perrito que acaba de destrozar la almohada de su dueño. Te trajo los patines y el cargador de tu celular.

Aun con eso, Isabella no perdonaría tan fácil a Donato.


(...)


La pista principal del Victory Castle estaba llena de patinadores novatos que no lo hacían nada mal, eran todos rusos con la mirada fija en alguna meta que se traían en mente.

La segunda pista, que era donde los competidores nacionales practicaban era donde Mila e Isabella se dirigían.

Está a diferencia de la otra estaba casi vacía, a excepción de un chico alto, cabello negro y mirada miserable.

―¡Georgi! ¡Mira quién está aquí!― gritó Mila cuando ambas chicas se acercaron.

―¡Yakov ya me lo dijo!― gritó Georgi mientras practicaba lo que parecía ser su rutina― ¡Y también me dijo que ella vendría a patinar!

―¡Hola de nuevo, Georgi! ¡Supe lo de tu novia! ¡Lo lamento!

No quería herirlo en verdad, a veces Isabella hacía comentarios imprudentes pero nunca con intención. Aun así, Georgi resbaló al escuchar aquello. Se levantó de inmediato y se aproximó hasta ambas chicas.

―Ella regresara, solo tiene que darse cuenta de que su actual novio es un mono imbécil y que conmigo la felicidad está asegurada.

Isabella y Georgi habían compartido entrenador cuando ambos tenían 13 y 16 años respectivamente. En suiza, pero el talento del ruso superó a Isabella y fue llamado por Yakov para entrenar en su país natal. Se conocían bastante y en ellos había confianza pero bueno, es que Georgi siempre fue bastante severo y dramático en sus decisiones. A veces daba la impresión de apreciar a Isabella y otras veces la indiferencia reinaba.

Accept It Now, Yuuri! // Yuri On IceWhere stories live. Discover now