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Suiza, país donde abunda un hermoso paisaje montañoso, donde la nieve es motivo de alegría entre los niños, donde prospera la armonía en sus extensos valles y donde el famoso patinador, Christophe Giacometti, nació.

El talento de Chris fue descubierto por su actual entrenador, Josef Karpisek, quien lo vio patinar una fría noche de invierno en la plaza municipal de Brig. Las luces de los alrededores hacían resaltar su cabello rubio, y a diferencia de los otros chicos que se encontraban, Chris patinaba con una notable fluidez.

Josef no podía desaprovechar tal potencial, así que no dudó en ofrecerle lo que sería su entrada al patinaje profesional. Al principio, Chris estaba dudoso en confiar en las palabras de aquel hombre, después de todo aún era un niño, pero a los pocos segundos, logró reconocer quien era la persona que estaba frente a él, ya lo había visto varias veces en televisión como el entrenador de ciertos patinadores pertenecientes a su país. Esto le sorprendió más, no podía creer que se haya interesado en un simple chico como él.

Cualquiera hubiera dicho "Sí" inmediatamente, sin embargo, Chris le dijo que tenía que consultarlo con sus padres. El hombre comprendió, por lo que le entregó una tarjeta con su número para que le avisará sobre su decisión.

Llegando a su casa, Chris les comentó la situación a sus padres, quienes de inmediato accedieron orgullosos, a pesar de saber lo que eso conllevaría: separarse de su único hijo.

Chris llamó al número en la tarjeta, tal y como el hombre le había indicado. Éste respondió a la llamada y se puso contento al escuchar la decisión del rubio. No obstante, habían llegado al acuerdo de que primero fortalecerían su relación mientras el hombre residía en Brig. Era una buena táctica para saber a que clase de entrenador se enfrentaría.

Durante todo el invierno, Chris pasaba el tiempo patinando por las tardes en compañía de quien sería su nuevo entrenador, éste, por su parte, disfrutaba verlo patinar y cuando terminaba se iban a una cafetería para charlar sobre sus gustos y aficiones.

Chris estaba agradecido de que él sería su entrenador, era una persona bastante comprensible y dispuesta a escucharlo. Estaba seguro, quería ser entrenado por él, anhelaba que él lo llevara al éxito del que siempre le hablaba. Ya había tomado una decisión, aceptó irse con su nuevo entrenador para convertirse en un patinador profesional.

Así fue como Christophe Giacometti, a la edad de 12 años, daba sus primeros pasos sobre una pista de hielo privada en Ginebra. Nunca imaginó que esto llegaría a sucederle, puesto que siempre había visto el patinaje como un simple pasatiempo. Toda la alegría que sentía se expresaba con el roce de sus patines sobre el hielo, nada podría ponerlo más feliz, o eso era lo que el pensaba en ese momento.

A lo lejos, alguien lo observaba, no era sólo su entrenador, pues a lado de éste había una silueta un poco más alta que Chris, viendo cada movimiento que éste hacía. El hombre notó la curiosidad que el menor tenía con el nuevo, y entendió que ya era momento de presentárselo, así que le hizo una seña para que éste se acercara.

—Éste de aquí es mi sobrino, Francis.—dijo el hombre revelando al mencionado con un suave empujón.

—¡Hola! Me llamo Christophe.—enunció el rubio.—¿Cómo estás?

—Bi-bien... gra-gracias, ¿y tú?— tartamudeó el castaño por los nervios que sentía al estar frente aquel chico.

—¡Estoy super feliz!—exclamó con una gran sonrisa. En ese entonces, Chris era alguien alegre y risueño, pensaba que la vida no podría irle mejor.

En cuanto a Francis, bueno, él logró encontrar a la persona que sería dueño de su corazón.

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Decidí publicarla hoy por ser el cumpleaños de Chris (en Japón).

Acepto cualquier crítica positiva para ayudarme a mejorar ❤️

Imperfectly perfectWhere stories live. Discover now