|Parte 1|

1K 124 53
                                    

Jake, finalmente, tenía ese jodido coche: un Ferrari.
Todos los chicos del mundo —o al menos la mayoría— soñaban con tenerlo, y él ahora lo tenía.
No quería venderlo, sólo exponerlo... exponerlo mientras él lo conduce. Tener aquél modelo de coche era bastante costoso, y no solo por el coche en sí, sino por varias cosas. De todas formas, yo debía conducirlo, estaba segura.

—Vamos, Jake, que no pasará nada, lo único que quiero es saber qué se siente al conducir un coche como este y nada más —insistía.

—¡No, para nada! Este coche me ha costado un ojo de la cara y no se lo voy a dar a alguien tan torpe como tú —espetó él.

Hinché mis mejillas, cabreada.

—Sólo será por el barrio, cinco minutos. Vamos, Jake... Jake, Jake, Jake, Jake, Jake...

—¡¿Si te lo dejo tres minutos cierras la maldita boca?! —exclamó furioso.

—¡Sí! —respondí alegre. No podía creer que finalmente hubiese accedido.

Jack me pasó las llaves. Las miré alegremente.

—Yo estaré de copiloto. Como algo le ocurra a mi coche, que sepas que a ti te ocurrirá lo mismo pero el triple... —me habló de forma amenazadora.

—Tranquilo Jaquie, no va a ocurrir nada —le tranquilicé.

—Mi nombre es Jake...; no sé si confiar en ti, pero entra antes de que cambie de opinión —pidió.

Abrí la puerta del coche realmente emocionada y Jake me gritó que no lo fuese tan bruta. Le ignoré por completo y me adentré al coche. Miré alucinada la tapicería.

—Me encanta...

—Rápida —insistía él.

Le miré mal unos segundos y metí la llave para dar vida a esta monstruosidad.
Empecé a conducir y debía admitir que estaba un poco asustada debido a la gran responsabilidad que tenía al poner mis manos en el volante.

—Ve con cuidado y tranquilidad.

Mientras ignoraba a mi amigo, miraba a la gente por la ventana con cara de autosuficiencia. La gente nos miraba como si fuésemos estrellas de cine y yo me regocijaba ante tal acto.

—Somos los reyes, Jaquie —comenté sonriente.

—Han transcurrido tres minutos. Vamos, da la vuelta y volvamos a mi cochera —anunció Jake.

Entonces, el coche se me quedó calado.

—¡Mierda! —exclamé.

—¡Rápido!

De repente, un coche frenó con retraso, golpeando la parte trasera del Ferrari.
Jake y yo saltamos desde nuestros asientos, pero gracias a los cinturones de seguridad, no salimos volando.
Trague saliva. No quería mirar a mi compañero. Si bien este golpe no me había matado, Jake lo haría con sus propias manos.

—Avril... —no le miré. Estaba temblando. El chico que estrelló contra nosotros se dio a la fuga—, Avril, amiga... —esto se ponía feo—. ¡Te odio con todo mi más sincero sentimiento!

Rápidamente, salí del coche y corrí hacia algún lugar para esconderme.
No viviré para ver cómo Trump hunde América, y todo porque quise conducir un Ferrari... ¡Jake, ten piedad de esta pobre chica!

...

—Págame tres mil dólares. No te pido más —decía Jake.

—¡¿Tres mil...?!

Jake me perdonó la vida; él perdona, pero no olvida, y mucho menos teniendo el incidente frente a sus ojos cada vez que entra al garaje.

Mi rostro se volvió blanco tras escuchar la cifra. Tal vez no podía verlo, pero podía sentirlo.

—A ver, Jake... ¿de verdad que no prefieres matarme? No tengo tres mil dólares, pero sí tengo una vida. Vamos, mátame.

—¿Estás loca? ¡Claro que no voy a matarte! Si lo hago, cumpliré condena y no quiero eso...

—¡Vaya, creí que te preocupaba por mí!

—Págame los tres mil dólares —instó.

—Jake, no tengo esa cantidad de dinero. ¿Crees que si lo tuviese, estaría hablado ahora mismo contigo?

—Que lo tengas o no, no me importa. Consíguelo de alguna forma y dámelo.

—Esto me recuerda a alguna película chunga donde hay droga de por medio...

—Avril, como vuelvas a abrir la boca para decir alguna sandez, te juro que...

—¡Está bien, está bien! Te daré tus dos mil dólares...

Jake fulminó su mirada.

—Tres mil —me corrigió.

—P-pero somos amigos... Mil dólares arriba, mil abajo... ¡qué más da! Yo te pago tus mil dólares y tan felices.

—Tres... mil...

—¡Está bien, está bien! Tres mil... Aunque vaya, no fue para tanto; ¿y si te pago cuatro dólares, te invito a un café y santas pascuas? ¡somos amigos friendsfrevah!

—¡Avril!

—Me hieres.

—Te voy a herir de verdad si sigues con la tontería.

—Necesita un novia... —murmuré.

—¿Dijste algo?

—Que quiero montar en una noria.

Él arrugó su entrecejo, confuso.

—Da igual.

...

Le comenté a mis padres el incidente sobre el coche de Jake y sobre el dinero que debían pagar. Sus rostros no fueron los mejores, y empecé a preocuparme... más aún.

—¿Crees que cagamos dinero o algo por el estilo? —ironizó mi madre, Anastasia.

—Si eso fuese verdad, me ofrecería a limpiar el baño todos los días y te daría para merendar galletas con cereales digestivos.

—Es un tema serio, Avril —hablaba mi padre, Erin—. ¿Ahora qué vas a hacer? Tu madre y yo no podemos seguir gastando dinero a lo tonto. Tu hermano está en la universidad y nos ha costado sangre, sudor y lágrimas ahorrar todo el dinero. Tú debeías hacer lo mismo: ahorra para pagar los daños. Tú fuiste la culpable, y tú pagaras con la culpa.

—¡Pero papá, es demasiado dinero! —me quejé.

—Y es por eso que no vamos a ayudarte. Por eso, y porque siempre te sacamos de tus apuros; es hora de que madures —decía mi madre.

Miré a ambos, alternativamente. No podía creer lo que estaba escuchando.

—No hay trabajo. No van a aceptarme así como así sin haber trabajado antes en algún lugar. Es más, nada se me da bien.

—Y eso no te lo discuto, pero así es la vida, hija. Lo que uno siembra, él mismo lo recoge.

—Pues me hago prostituta...

—¡Avril! —se quejaron mis padres, al unísono.

—¡¿Qué?!

—Esta tarde creas un currículum y vas a buscar trabajo —ordenó mi padre.

Bufé.
Maldito Ferrari, maldito coche que no sabía frenar y maldito Jake...

Sweeter Than Sweet - CandyPop [ON HOLD]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora