La Gran Isla

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PRÓLOGO

-        ¡Corre gordinflón!, ¡qué nos lo vamos a perder!

-        ¡Qué quieres que le haga es que mi cuerpo no da para más! Y seguro que todavía ni ha empezado el combate de honor.

-        ¡Que no! Seguro que ya van por el noveno combate. ¡Date prisa! –gritaba Lara sin parar de correr.

Cawl no había corrido más en su vida y además solo por un maldito torneo de justas. Cawl no paraba de quejarse de lo mucho que le dolían los pies. Sus otros dos amigos iban bastante más adelante que ellos dos. Lara decidió ir por detrás de Cawl para empujarle y hacer que corriese más. Era la primera vez en doce años que el rey iba a celebrar su aniversario de edad en Torre Verde y no se lo podían perder. El torneo había sido anunciado a la hora del almuerzo del jueves pasado y Lara no podía creer que se les hubiese pasado el tiempo en la fábrica de zapatos con su tío. Mientras Lara se arrepentía de no haber salido antes de la fábrica, se empezaban a oír las trompetas que anunciaban el comienzo de los torneos. Crawl miró a Lara con su típica cara de  rendición. Lara no podía permitírselo, tenían que llegar. Empezó a empujar bruscamente a su hermano hasta que no pudo más. Cawl se dejó caer en el suelo asfaltado de  la Calle de los Estafadores.

-        ¡Venga fofo! Que no vamos a llegar, deja de hacer el imbécil.- se dispuso a levantarle pero la mano de Cawl se lo prohibió.

-        Iros sin mí, os esperaré aquí. –dijo Cawl de manera dramática

-        Bufff, lo que hay que soportar. Venga levántate y deja de hacer el gilipollas. O de lo contrario nos iremos sin ti de verdad. Venga por favor que solo nos quedan dos cruces más.

-        Déjame, ya llegaré yo a mi ritmo; de verdad que no me enfado.

-        Lo que tú digas gordinflón.

Lara le dejó tirado en el suelo con media cara casi metida en un charco. Su hermano era imbécil  y estaba claro que no tenía remedio. Ahora ella llegaría tarde y además sin su hermano. Aminoró el paso cuando ya empezó a ver las banderas rojas y verdes con el caballo de batalla que identificaba a la Familia Atlee. Sintió un gran alivio al ver al heraldo real con su túnica verde y su turbante rojizo que estaba en ese preciso momento anunciando los nombres y títulos de los caballeros del combate de honor. Cawl tenía razón: todavía no había empezado el combate. Y odiaba que Cawl tuviese razón. Se pegó una carrerita hasta alcanzar a sus amigos, los inseparables Blazh y Elric. Entraron los tres juntos por el arco de la venganza. La Plaza de la Cascada, conocida por toda la tierra, y  ahí estaba, justo en frente de ellos, el Rey Tranquilo, tal y como contaban los trovadores de la ciudad cuando venían de sus enigmáticos viajes a El Mazo y hasta la ciudad de Lidra. El rey iba vestido con una túnica roja y verde representando su linaje. Acompañado siempre por su corona de marfil y su espada rojiza como si el fuego mismo la poseyera. Cerca estaba su mujer, Garsea, hija del mismísimo Wybert, señor de Sindrai, vestida con los atuendos más caros que se podían encontrar por los puestos de mercaderes en esos tiempos. Ella en cambio vestía de rojo y de un amarillo dorado, colores de su familia. Portaba un sombrero también dorado que unido a un velo que le cubría el rostro. No hacía falta quitárselo para ver que ya era una mujer de avanzada edad y que surcos profundos ya empezaban a cubrir su cara. Su pelo, negro como las plumas de los cuervos, le llegaba hasta la cadera, y eso que iba recogido en una larga trenza de raíz. Los dos reyes estaban sentados en los tronos que habían preparado sus criados la noche anterior; detrás de él estaban sus leales servidores y los altos cargos del ejército. Lara llegaba a ver la gran calvorota del despiadado Larkin, conocido en todo el reino por su temible actuación en la Guerra de la Hojas donde llegó a asesinar en un ataque nocturno por sorpresa a toda la familia Lewer que se encontraba cenando en el campamento. Él mismo acabó con el linaje Lewer al matar al único superviviente en el asalto a Puentevir al final de la Guerra de la Hojas. Larkin vestía con una capa de terciopelo con unas calzas marrones oscuras. Un cinturón de oro sujetaba el espadón que él portaba. Había muchas personas más en la carpa real, pero Lara no conocía a ninguno.

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⏰ Last updated: Jan 22, 2014 ⏰

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