Cap. 1

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                                -Toda historia tiene un comienzo- 

-¡Vamos Lise, al final va a cerrar!

-Pss –Dijo en señal de desagrado – No me dejarás ver el video, no…

- Claaro, el video que has visto por tercera vez – Contesté en señal de mi desagrado- Venga, va que por salir no te mueres.

Ese día no hacía frio siendo que era Marzo, es más, había una suave brisa de primavera. Fuimos hacia la estación donde había montada una feria desde hace apenas una semana. Una vez allí, encontramos a una pandilla de chicos, totalmente desconocida para mí, ya que, no los había visto nunca excepto a Ryan. Lise se acercó a ellos y se puso a charlar, me sorprendí por el escaso tiempo que logró adaptarse a aquel grupo. Lise me cogió de la muñeca y me llevó a escasos metros del grupo.

-Anne…

-¿Si? –Pregunté, aunque ya sabía lo que me iba a decir-

Tras una pequeña pausa que duró apenas unos segundos prosiguió.

-Bueno, ya sabes que me gusta Ryan y…

-Venga, vale, nos quedaremos con ellos.

En ese momento, me abrazó tan fuerte que casi me dejó sin respiración. Era la primera vez que lo hacía así que disfruté con cada segundo. Desprendía una sensación de cariño que nunca olvidé.

-Ejem, -Dijo- supongo que tendremos que volver con ellos ¿no?

-¿Qué? A si, vamos.

Cuando nos unimos a ellos escuché una carcajada tan fuerte que hizo que involuntariamente me girase, entonces lo vi .Un chico alto, moreno, con unos ojos tan oscuros como la noche y una sonrisa resplandeciente. No hace falta decir que me enamoré de él, pero lo hice. De repente aparté la mirada, ¿Qué me está pasando? ¿Me habré enamorado de él? Pensé, pero dejé de pensar en ellos en cuanto nos adentramos en esa feria.

Había tanta gente aquel día… Habría sido fácil perderse pero las risas de los chicos se alzaban por cualquier otras haciendo que fuese fácil encontrarlos. La primera atracción que vimos fue una pequeña caseta de tiro. Ryan se emocionó tanto que parecía un niño de cuatro años al que acababan de regalarle un juguete nuevo. Le brillaban los ojos, me hizo tanta gracia que llegué a soltar una risita, que crío era entonces… Y de repente una voz interrumpió mis pensamientos.

-¡Lise! Tienes monedas sueltas, ¿no?

- Espera… -Dijo mientras rebuscaba en su bolsillo- Sí, cinco euros en monedas y otros cinco en billete.

-Porfii, déjame uno y así podré jugar…

Enamorada de un gilipollasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora