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Han pasado nueve días desde que comencé la universidad. He conocido a algunas personas, pero con ninguna de ellas he logrado hacer amistad. Hasta ahora quien más cercano está a ese término es un amable chico llamado Zack Bullock. Cabe resaltar que además de tener una agradable manera de ser, también posee un bellísimo rostro capaz de engatusar fácilmente, de eso no me queda duda, pues mientras camino a mi clase de francés me lo cruzo a mitad del pasillo. Sonríe de oreja a oreja y va acompañado por dos chicas. Él fija su mirada en mí y yo le devuelvo el gesto con una sonrisa y un saludo. Una de sus acompañantes observa todo y me clava una mirada dura como el acero y amenazante como un arma. Probablemente se trate de su novia.  Prefiero ignorar la situación y entro en el salón que me toca. Me siento y espero a que comience la clase. El murmullo de las conversaciones me parece eterno y sin embargo de la nada este es reemplazado por el silencio. Levanto la vista y observo como un hombre mayor y de cara larga camina con firmeza hacia el escritorio del maestro, deja su maletín de trabajo a un lado de la silla y nos dedica a todos una mirada de desaprobación. Al instante chasquea la lengua mientras toma asiento. 

El señor no tarda en presentarse, sin embargo, a los pocos minutos es interrumpido por la puerta que se abre de golpe, por ella entra la extravagante Charlotte. Desde este ángulo, su figura se evidencia con obviedad, y aunque no tenga medidas exactamente voluptuosas, su forma en general cierra sus curvas femeninas en el punto adecuado como para otorgarle una sensualidad propia. Su impacto sobre mi me acongoja, posiblemente porque me hace sentir celosa de lo que yo nunca seré, o tal vez porque no me pasa desapercibida su presencia. El tedio que me produce me impide concentrarme, y las ganas de que se vaya abren paso en mi imaginación a un montón de sucesos trágicos posibles para su huída. Que dulce me resulta ahora la vaga idea fantasiosa de una humillación hacia su persona. Todos a mi alrededor están pendientes de la chica que acaba de llegar, con su camisita corta y sus pantalones ajustados ¿como no? El profesor la observa de brazos cruzados tan serio como lo estuvo desde un principio. 

-Bonjour- Le responde ella a aquella petrificante mirada, con una ligereza de carácter admirable para aquel incomodo momento.

-Bonjour Mademoiselle, s'il vous plaît prendre un siège- El maestro casi igual de sorprendido como yo relaja el ceño y la postura. Si llegó a estar enfadado ahora no queda rastro de su malhumor. 

Charlotte no contesta y se sienta a mi lado, sin darme una mirada siquiera. Aquella actitud tan lejana me resulta molesta, incluso llega a ofenderme. Por lo menos pudo haberme dado una leve seña de saludo. Pero no. Hago mi mayor esfuerzo por no hacer notoria mi indignación y me enfoco en la clase que continúa. 

-Van a escoger a un compañero de clase, con esta persona desarrollarán los trabajos en equipo y será la misma para todo el semestre-  

Busco con la mirada a algún estudiante libre, pero todos parecen ya tener con quien trabajar. Siento mi pulso acelerado y mis nervios a flor de piel. Me asusta la idea de quedarme sola. Siempre he odiado mi timidez, que no me permite surgir. La chica de al lado chasquea sus dedos frente a mi, yo la observo contrariada. 

-Parecías distraída ¿hacemos equipo?- su tono de voz suena tan relajado que incluso llega a contagiarme, está sonriendo mientras juguetea con un lápiz. 

Esa propuesta me toma tan por sorpresa que no puedo evitar enarcar una ceja, su talante amable me lleva a debatir sobre mi opinión respecto a ella, pero una sonrisa de su parte no me basta para disipar el fastidio que le tengo.  Después de cómo nos tratamos mutuamente, del patente desencanto que sentimos la una por la otra ¿pretende que hagamos equipo por todo un semestre? Está loca, sin duda. 

-¿Por qué deberíamos hacerlo juntas?- Digo yo, sonando más cortante de lo que pretendí en un principio. 

-Comodidad más que todo, vivimos muy cerca y eso nos facilita muchas cosas. Además, pareces ser más responsable que el promedio de personas. Y eso es algo positivo cuando se habla de trabajo-

Aquello me hace meditar la situación. Es bastante razonable sin embargo no pienso acceder a su oferta. Me resultaría insoportable. 

-pero no sé francés- Le digo como excusa y verdad, después de todo, no quiero sonar grosera pero tampoco tengo mucha idea del idioma.

-Tu no, yo sí. Mira, es más fácil para las dos, nos ayudaríamos mutuamente-

Esa afirmación me hace flaquear sobre mi decisión, y por lo que veo, tampoco tengo muchas opciones para escoger.

-Bien, pero trabajaremos las dos, no quiero tener que encargarme yo sola de los trabajos.-

- Hecho-.

Charlotte me extiende su mano, la estrecho con cierta desconfianza, sin embargo, ella lo hace con una normalidad y franqueza imperturbables, el toque de su piel se siente suave como las caléndulas florecidas. Al final, esta situación nos favorece a las dos ¿que tan malo puede ser?

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*-* cap 4(?
Bueno no suelo hablar mucho :'v pero en fin
Espero que les haya gustado

Confidentes [EDITANDO]Where stories live. Discover now