Suicidas

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Era víspera de navidad. Las calles eran iluminadas por las luces navideñas que estaban colgadas por las tiendas. Era una noche helada, creo que la navidad mas helada que había vivido en Madrid, pero eso no me importo. No me importaba enfermarme mañana o en días, porque para mi, ya no había ni un mañana ni un día. Me puse bien mi abrigo y camine sin rumbo, viendo a las personas estresadas por buscar un juguete, pero para que estar estresado buscando algo que tal vez ni lo ocupe, o que al final se vaya a la basura. Además, nadie en un futuro lo ocupara, porque siempre llega el final para todo.

Nada es para siempre.

Como una vida, una vida no es para siempre, solo nos dan vida para luego morir. Entonces, ¿Para que nacemos si moriremos algún día? Se que para algunas personas la vida es un regalo... Entonces si yo muero le daré la posibilidad a otra persona que disfrute mas la vida que yo. Estaba pensando esto por años... Esos años en los que mi vida no ha sido nada mas que llorar y ser solo otra persona del montón. Esos años en los que el se fue.

Quería acabar con todo de una vez. Que ese todo era un simple nada.

Suspire y cerré los ojos deteniendo el paso. Apreté los puños cubiertos por mis guantes y comencé a caminar nuevamente. Pero una vez que abrí los ojos comencé a correr.

Ya sabia a donde ir. Ya sabia cual era mi rumbo fijo.

Su edificio.

Mientras que las personas me miraban extrañados yo solo los ignoraba.

«Estén listos porque ya me verán en las noticias»

Llegue a mi destino y rápidamente subí por las escaleras. Eran siete pisos en total y el departamento de el estaba en él sexto. Pase de largo de ese lugar en el que habían muchos recuerdos, chocando con un hombre que ni me moleste en disculparme.

—Promesas de mierda....— susurré y quede frente a aquella puerta metálica que daba acceso a la azotea. Entre sin mas preámbulos y corrí al borde donde era protegida tan solo por una muralla de cemento que me llegaba por debajo de la cintura.

Suspire dejando que el vapor de mi cuerpo saliera y se convirtiera en una especie de nube. Apoye mis manos en esa pequeña muralla de cemento y mire hacia abajo viendo a esas personas felices. Eran tan pequeñas desde mi altura pero podía ver lo que hacían.

¿De que nos sirve la vida?

Esa pregunta llego a mi cabeza... Y es cierto, ¿De que nos sirve, Si después nos la quitan? Para que hacernos vivir y luego morir. No tiene gracia hacerlo si sabes que todo lo que has hecho algún día nadie lo recordara. Que sacas con crear la cosa mas fantástica del mundo, que te Aclamen y te den todo, si luego mueres y todo eso se va a la mierda? Al fin y al cabo todos olvidan.

Todos alguna vez olvidaran lo que has hecho, nadie recordara tus primeros pasos, o tus primeras palabras. De que nos sirve vivir si luego nos olvidan?

Tantas preguntas que tienen una sola respuesta... Vivir solo sirve para sufrir. Nacimos para sufrir y moriremos sufriendo.

Aun mirando abajo, decidida de hacerlo de una vez, levante mi pierna pero justo en ese momento alguien grito mi nombre. Mire detrás de mi y por la oscuridad que estaba arriba no pude ver quien era.

—Quien eres!?— Grite furiosa. Había interrumpido mi suicidio.

—Ya no me recuerdas?— Preguntó la voz que no se me hacia conocida.

—Vete y dejame sola! No se quien diablos eres!— El desconocido se comenzó a acercar y yo no podía retroceder. La poca luz que había en mi lugar pudo iluminar su rostro un poco, quedando frente a mi, muy frente a mi. Mire su rostro y cuando pude enfocar bien la vista... Quise morir ahora mismo. Estaba aquí... La razón de mi intento de suicidio estaba aquí... Frente a mis ojos, literal.

Ahí estaba Ruben.

Suicidas ·r.d.g.·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora