Capítulo 2

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Observaba atentamente el reencuentro de madre e hijo, esa hermosa imagen lo remontaba a su infancia cuando su mundo era más hermoso y colorido, cuando su madre era su todo, y más aun cuando el menor de los tres era el vivo retrato de la mujer que le dio la vida. Dolía, su pecho dolía hasta el punto de quitar todo rastro de oxígeno en su cuerpo, se equivocó ¡qué idiota! Aquellos sentimientos que guardo por mucho bajo siete llaves ahora escapaban y le atacan de la peor manera, ahora podía procesar toda la información y la ola de sentimientos que venía con este. Tenía frente suyo a su hijo, ahora se arrepentía por no haber estado con ellos. La curiosidad le invadió ¿cómo era su rostro cuando bebé? De seguro fue una muy linda y tierna ¿Cuál fue su primera palabra? Tal vez su mamá... ¡duele! ¿Cuándo dio sus primeros pasos? ¿Su primer día de clases?

Cuando iba a disponerse hablar, el japonés habló dándole las gracias de la forma más fría e indiferente que pudo haber recibido antes para luego ver a ambos alejarse dejándolo solo mientras observaba sus figuras desaparecer por el pasillo. Luego de unos minutos, volvió su vista a su entrenador que para variar le estaba regañando por estar tan distraído. Suspiró con fuerza antes de sonreír levemente para el mayor y volver con este al hotel, más que nada debían ir al banquete de la final y por ganar el oro estaba prácticamente obligado asistir. Subió al taxi sin muchas ganas aunque sin mucho pensar, recordó que podría volver a Yuuri con su hijo en el banquete, de todos modo no perdía nada con intentar hablar con ellos; aquella idea logró animarlo de tal manera que alerto a su entrenador pensando que tal vez su pupilo estaba al borde de la locura por tal drástico cambio de un segundo a otro.

Al llegar a su habitación se alistó lo más rápido posible sin embargo tenía cerca de una hora y media para estar en el banquete, pero se sentía ¿emocionado? Hasta él se extrañaba por su actitud, sin embargo, al acercarse la hora de evento comenzó a dudar y a tener miedo. Lo más probable que lo odie por dejarlos tanto tiempo y sobre todo porque nunca se molestó por contactarlos hasta ahora... Tal vez, el menor ya sabía qué clase de idiota era su padre, uno que los abandono por sus sueños egoístas. Ahora que lo pensaba mejor, se convirtió en el hombre que tanto odio y sigue odiando: Su padre. Cometió sus mismos errores y tardó ocho años para darse cuenta. En ese momento su ánimo volvió a decaer y el miedo por el rechazo del japonés, y sobre todo del hijo de ambos, eso último le aterraba incluso más que perder la vida. Estuvo a punto de no asistir a la fiesta, pero la mirada dura y seria de Yakov no le dio más opción que ir.

Una vez en el salón, que para su suerte estaba en el mismo hotel donde se hospedaban. Buscó con la mirada al azabache pero a causa de su fatídica conclusión, su valentía para intentar hablarle se esfumó por completo. Al pasar los minutos, mientras socializaba con los otros patinadores, jurados e incluso posibles nuevos auspiciadores, noto que el entrenador del japonés llegaba pero solo, y una curiosidad insana le invadió así que se acercó al hombre sacando su personalidad sociable innata y tratar de averiguar que paso con su pupilo.

-Buenas noches –Saludo con una suave sonrisa al hombre que le miro algo extrañado, mas correspondió al gesto.

-Buenas noches, Viktor –Respondió el moreno- ¿Cómo te va?

-No me quejo –Pronunció con simpleza antes de dar paso a una risa - ¿Y a usted? Veo que viene sin su patinador ¿le habrá ocurrido algo? –Continuo, generalmente era muy directo pero esta vez no pretendía quedar en total evidencia sobre su preocupación por el japonés pero su boca lo había traicionado.

-Bien... y sobre Yuuri, se quedó en su habitación porque su hijo no se encontraba bien – indicó mirando atentamente al peliplata.

-Que mal –Musito pensativo- ¿su hijo enfermó? –cuestiono con interés y una vez más se maldecía porque su cabeza y boca no estaban coordinadas, y este último actuaba a voluntad propia poniéndolo aun más evidencia.

-Al parecer si, aunque Yuuri no me dio mayor información –Dijo con naturalidad sin embargo su vista siempre se mantuvo fija en el otro, su curiosidad le parecía sospechosa.

-Ya veo –Dijo tratando con todas sus formas en sonreír con naturalidad y no hacer una mueca que demostraba su decepción, y más cuando la mirada ajena estaba posada insistentemente en su ser. Por primera vez en su vida no sabía qué hacer para salir de una situación incómoda, se supone que es Viktor Nikiforov, la máxima estrella del patinaje y ahora estaba en un silencio incomodo, hasta el punto de asfixiarlo.

Miraba al mayor con una sonrisa para alivianar aquel silencio, hasta que escuchó la voz de su amigo Christophe Giacometti, nunca en su vida se había sentido tan aliviado por ver al suizo. Sin dudarlo un segundo, se despidió cortésmente del entrenador de Yuuri y fue hasta el medallista de plata. Se saludaron cordialmente antes de comenzar hablar de cosas triviales, mas no podía dejar de pensar en el estado del menor, de su hijo, tal vez estaba enfermo ¿Qué debía hacer? - "En realidad quiero convertirme en un buen padre"- pensaba mientras su mirada estaba fija en un punto en la nada y esa actitud lo noto su amigo.

-Viktor ¿te ocurre algo? Estás muy distraído –Pregunto con preocupación.

-¿Eh? –Dijo saliendo de sus pensamientos- Estoy bien... solo... hay algo... en realidad, quisiera averiguar el número de una habitación –Pronunció pensativo y confundido. El menor era al único con quien contaba con la confianza suficiente para hablar de su vida y sus problemas.

-El gran Viktor quiere salir de casería –Comentó en un todo picarón mientras miraba al mayor- ¿Por lo menos sabes su nombre?

-No es lo que piensas –Se defendió de inmediato- y si se su nombre, es Yuuri Katsuki.

-¿El que salió ultimo? Y se podría saber tal interés por él –Preguntó curioso ya que desde el tiempo que conocía a su amigo, el japonés no parecía ser del tipo del ruso o eso es lo que creía.

-Ahora no puedo decirte, pero ¿podrías ayudarme? –Dijo finalmente.

El suizo asintió y en menos de un minuto se dispuso a buscar la información requerida por el ruso, además no era la primera vez que hacia esto por el mayor, de hecho, estaba acostumbrado ayudar a su amigo en conseguir nuevas conquista en cada evento, mas estas no era relaciones significativas, a lo mucho era de una noche. Por otro lado, el de vista cerceta se disponía a beber unas cuantas copas de champán ya que los nervios y la ansiedad lo estaban matando, y gracias a este líquido lograba calmarse.

Cerca de la medianoche, el alcohol ya comenzaba a subir a su cabeza y la valentía volvía a su cuerpo, y más ahora que tenía en sus manos un pedazo de papel con el número de la habitación del omega y todo gracias a su fiel amigo. Sin perder tiempo se retiró del salón en dirección a un ascensor, debía llegar al quinto piso a la habitación 503. Mientras se acercaba al piso, su impaciencia aumentaba, pero estaba decidido de cruzar algunas palabras con ellos, por eso al llegar al piso indicado camino con pasos decididos hasta quedar justo al frente de la puerta de la habitación y tocar tres veces. No pasaron más de un minuto cuando la puerta se abrió, mostrando un Yuuri somnoliento con su cabello desordenado mientras con torpeza acomodaba sus lentes para ver.

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Hola a todos, aquí un nuevo capítulo de "Calipso" sólo de Viktor, además los siguientes capítulos serán más largos y hay muchas sorpresas que los dejara en modo "¿Qué esta pasando doctor Garcia?"(xD). Espero que les haya gustado y también muchas gracias por todos sus comentarios, nunca pensé que mi historia lograría llamar la atención y eso me tiene muy animada para continuar escribiendo.

Saludos y besitos para todos

Calipso (Omegaverse)Where stories live. Discover now