Primera parte

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Esta historia la hice hace mucho tiempo, y ahora quise adaptarla a esta pareja que me encanta. Espero disfruten la historia.
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Quince años.
Quince años es mucho tiempo, ¿no? Quince años son los que algunos tardan en terminar la escuela. A los quince años te encuentras en plena adolescencia. Hay gente que pasa quince años en la cárcel. En quince años puedes estar con una o miles de personas. Quince años son más que diez años, más que cinco y más que tres.

Quince años es mucho tiempo.

Cuando llevas quince años con la misma persona, es mucho más que normal querer formalizar la relación en todos los ámbitos. Compartir casa, acordar a quien le toca cocinar tal y cual día, horarios del baño, panoramas juntos los fines de semana. Algunos se casan durante ese tiempo, otros se mantienen conviviendo. El caso de Alec Lightwood y Magnus Bane es esto último. El matrimonio no entra en sus planes. Porque ellos están bien como están, ¿cierto? No hay motivos para cambiar la maravillosa relación que han llevado hasta el momento, ¿verdad?

Magnus notaba extraño a Alec, últimamente. Eso era raro. El extraño de la relación solía ser él, no el de ojos azules.

Hace días que Alec apenas hablaba. Se pasaba las tardes sentado junto a la ventana, tomando una taza de té que parecía nunca acabar su contenido, viendo la fría ciudad de Nueva York pasar uno de los inviernos más bajos en temperaturas de los últimos quince años. ¡Oh, la misma cantidad de años que llevaban juntos! Magnus no pudo reprimir una sonrisa mientras veía su portátil, sentado en la mesa de la cocina del departamento, recordando cómo se habían conocido. Era un invierno igual de frío que el que acontecía en esos momentos.

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Alexander Lightwood. Alegre, divertido y lindo. Podría incluso haber clasificado dentro de los chicos populares si no fuese por su timidez y porque la vida de 'fama' no eran lo suyo. Pelinegro de ojos azules y piel blanca. Sí, ese era Alec Lightwood.

Magnus Bane. Alocado, creativo y bastante atractivo. Pese a lo último, nunca clasificaría en los chicos populares. ¿Por qué? Uno, por ser del grupo de artistas de la escuela. Dos, porque todo lo que tenía que ver con personas superficiales con mentalidades todas iguales le asqueaba. ¡Él era Magnus Bane, maldita sea! Un artista, el presidente del club de artes y del de escritura. ¡Director general del Diario Escolar! Magnus Bane no necesitaba vivir de las apariencias.

Y llegó el día en que, pese a –quizá– toparse más de alguna vez en los pasillos de la escuela, se comenzaron a conocer.

Magnus quería ser escritor, eso lo sabía cualquiera que lo conociese o lo observara durante menos de cinco minutos. Nunca estaba sin escribir en algún cuaderno o libreta las más descabelladas y maravillosas historias, a no ser que lo que tuviese en sus manos fuese un libro.

Magnus amaba leer. Y como amaba leer y escribir, dijo:

–Voy a escribir un libro.

Su meta, a los dieciséis años, fue crear una historia, publicar un libro antes de cumplir los dieciocho. Pero no cualquier libro. No. Uno que dejara huella. Uno que hiciese a la gente reflexionar. Una creación tal, que más de una persona lo clasificara como uno de sus libros favoritos. Sí, eso quería Magnus. Pero, ¿qué podía causar tal impacto?

Romance. No. Asco. Cursilerías que sólo leerían adolescentes rosas y mujeres ya entradas en la edad de la nostalgia.

Comedia. Menos. Podría parecer loco, incluso afirmar serlo citando a Aristóteles con «Todo genio tiene un gramo de locura», pero ni por muy loco que estuviese, Magnus estaba consciente de que con la comedia no sería muy probable causar impacto en la gente o al menos no lograría hacerlas reflexionar.

Iglesia | malec twoshot auDonde viven las historias. Descúbrelo ahora