CAPÍTULO 10

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—Sí, niñas, es un amigo de mamá. Si se porta bien le invitaremos algún día a ver Frozen y a comer palomitas de colores, claro, le va a encantar ¿Verdad, Jorge?

—No puedo pensar en nada mejor. Lo estoy deseando.

—Jorge, primero tenemos que dejar a mis hijas en casa de mis padres y luego ya te cuento.

—Cuánta intriga, Paula, me tienes nervioso perdido.

—No te hagas el gracioso que no tiene nada que ver contigo. Es un favor que te pido y que no puedo explicarte aún.

—Mamá, ¿dónde vais Jorge y tú?, ¿nosotras no podemos ir?

—No, Ainara, vosotras tenéis que acostaros ya mismo porque mañana tenéis cole, así que hoy no puede ser.

—Pero otro día nos lleváis a nosotras también ¿Lo prometes?

—Claro, cariño, otro día vamos los cuatro juntos.

   Dejaron a las niñas con los abuelos y entonces Paula explicó a Jorge lo sucedido unos minutos antes.

—Me han llamado del hospital comarcal hace un rato. Parece ser que una amiga mía está allí y ha pedido que me llamaran. Me he asustado mucho y, en un impulso, te he llamado para que me acompañaras. Lo siento, sé que no tengo derecho a pedirte nada.

—Anda ya, déjate de «lo sientos». Ahora lo importante es ir al hospital y saber cómo está tu amiga; lo demás ya lo arreglaremos más tarde, no hay prisa.

   Ese comentario ablandó un poquitín más el corazón de Paula, abriéndose así una estrecha brecha por la que se empezó a colar el cariño de Jorge.

   Aparcaron en el garaje del hospital, para no demorarse más, y entraron corriendo en el área de urgencias.

—Hola, buenas tardes, me llamo Paula y me acaban de llamar porque mi amiga Rocío está aquí.

—Espere un segundo, voy a comprobarlo.

   Al momento salió un médico a recibirla.

—Pase, Paula, la estábamos esperando.

—Yo te espero aquí. Ve tranquila, no hay prisa.

—Muchas gracias, Jorge.

   Entraron a la zona de boxes y el médico le indicó que pasara a un pequeño despacho.

—Mire, no quiero engañarla, su amiga está horrible, pero no tiene nada grave. Simplemente la aviso para que no se asuste, y para que no la asuste a ella.

—Entiendo. Mejor estar avisada y, sabiendo que no es nada grave, me quedo mucho más tranquila.

—Su amiga ha sufrido un traumatismo craneoencefálico con pérdida de conocimiento por atropello en la montaña. El TAC es completamente normal, no sufra, pero, por precaución, la vamos a dejar ingresada esta noche. Tiene varios hematomas y contusiones múltiples, pero no hay nada roto. No obstante, el dolor la va a tener molesta unos días.

—¿Un atropello en la montaña?

—Sí. Al parecer su amiga cruzó un camino a la vez que una bicicleta de montaña bajaba a toda velocidad y no la vio, por lo que el ciclista no pudo evitar la colisión.

—Con lo que le gusta a mi Rocío la montaña. Si es que no se puede ir tranquilo ni por los caminos.

—El chico de la bicicleta está en la sala de espera. No ha querido irse hasta que llegara algún familiar.

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