Capítulo 1

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El teléfono sonaba en la habitación al igual que el principio de nuestra otra historia, pero esta vez la que fue en busca del teléfono de su padre era una joven Aerith.

Esa joven de pelo castaño e intensos ojos azules, que no era demasiado alta pero sí que era preciosa, era mezcla de Brad y su madre Marie. Brad seguía viendo la viva imagen que aquella mujer que se había marchado de su lado y a la cual había llamado un tiempo esposa. Aerith llevó el teléfono a su padre con toda la rapidez que pudo, ya que al no conocer el número creyó que era un cliente de su padre.

Después de darle el teléfono le besó la mejilla y se despidió de él. Se fue de camino al instituto con los auriculares puestos, mientras que escuchaba música y tarareaba las canciones que sabía de memoria y que más le gustaban. Una vez llegó fue directa a los vestuarios, donde saludó a sus compañeras de equipo y tras dejar su mochila allí salió a la pista.

Todo el equipo de animadoras se reunió en el campo, para organizar las posiciones y para renovar distintas cosas. Mientras que el equipo de fútbol practicaba sus lanzamientos cuando no estaban pendientes de alguna animadora. También había gente sentada en la grada, ya fuera para ver a alguien en su entrenamiento o por simple curiosidad e incluso algunos solo estaban allí disfrutando de un buen libro sin ni siquiera prestar atención al campo.

- Hola guapa- saludó aquel moreno que se llevaba tantos suspiros de muchas.

Aerith rodó los ojos y se giró para encararlo.

- ¿Qué quieres? -preguntó Aerith con un suspiro.

- Hablar contigo -guiñó el ojo.

- Ese es el problema, que yo no quiero hablar contigo, ¿entiendes?

- Ni siquiera sabes mi nombre, muñeca -la cogió de la cintura.

- Ni quiero saberlo -acto seguido Aerith se defendió dándole con su rodilla donde más le duele a un hombre, haciendo que se retorciera de dolor.

- Wow, Aerith tranquila -dijo riendo un poco Summer.

- Ese chico es muy pesado, y tiene que aprender a que un no significa no.

- Ese si quiere sobrevivir, respetará -dijo riendo Sarah.

Sin dar mucha más importancia, tanto como el equipo de animadoras como el equipo de fútbol, siguieron con su entrenamiento. Excepto aquel chico que había molestado a Aerith.

Al terminar se fue junto a todas sus compañeras a los vestuarios, para ducharse y cambiarse por ropa limpia. Aerith, como de costumbre, se quedó de las últimas y cuando salió se chocó con un chico que había en la puerta.

- Perdón, no te había visto -dijo Aerith dispuesta a irse, pero aquel chico se lo impidió.

- Espera -la cogió del brazo aquel chico con el que se había chocado.-quería pedirte perdón por el chico que te ha molestado, ha sido porque yo le he retado -explicó.

Aerith se quedó mirando a aquel chico, era más alto que ella, era moreno de piel, con ojos marrones, pelo castaño y tenía unas facciones increíbles, era muy atractivo.

- Yo no soy un juego de apuestas -miró mal a aquel chico.

- No me malinterpretes -dijo riendo el chico.

- Es lo que has dicho -acusó Aerith.

- Soy Enzo, y lo que me refería es que nadie del equipo sabe sobre ti y lo hemos hecho para conocerte.

- ¿Me lo tengo que creer? -soltó Aerith una carcajada irónica.- y ahora si me disculpas me tengo que ir.

- ¿No me vas a decir ni tu nombre?

- Déjame si no quieres acabar como tu amigo -advirtió.

Ante esa advertencia Enzo la dejo, y esta emprendió su camino a casa mientras escuchaba música. Al llegar a casa saludó a su padre y le ayudó con la cena para ambos.

Al día siguiente fue acompañada al instituto por un par de compañeras como solía hacer todos los días, se sentó en su sitio junto a Sarah. Pero cuando iba a empezar la clase Sarah se levantó y en su lugar se puso Enzo. Aerith, en cuanto lo vio a su lado intentó cambiarse pero entró el profesor impidiéndole así cambiarse de sitio.

Resignada, intentó tomar apuntes de la clase pero a cada momento Enzo le preguntaba cosas y aunque ella pasaba de él, finalmente cansada le prestó atención.

- ¿Qué quieres?

- Aún no sé tu nombre y aunque hay muchas animadoras que podrían decírmelo, prefiero que me lo digas tú -explicó Enzo.

Ella lo volvió a ignorar y siguió tomando apuntes sobre la clase.

- Solo quiero saber tu nombre -insistió Enzo.

-Si te lo digo... ¿me dejarás en paz? -preguntó Aerith conectando su mirada con la de Enzo.

- No prometo nada -dijo riendo Enzo.

- Entonces no.

- Vamos, ¿qué pasa? Solo quiero conocerte, no sé qué tiene eso de malo -protestó en voz baja Aiden.

- Me llamo Aerith -dijo por fin.

- Enzo, Aerith, parece que tenéis una conversación muy interesante por eso os quedaréis después de las clases a ordenar la biblioteca conmigo -interrumpió la clase en profesor para reñir a ambos alumnos.

- Pero profesor... -protestó Aerith pero este mismo la interrumpió.

- Nada de quejas señorita Carter, esta tarde ambos me ayudarán en la biblioteca.

- Yo te mato -miró mal a Enzo.

- Mira el lado bueno, tendremos más tiempo para conocernos -dijo Aiden con una amplia sonrisa.

Al terminar la clase ella se fue hasta la siguiente, así hasta terminar todas las clases.

- Sarah, ¿por qué has dejado que Enzo se sentase a mi lado? -dijo Aerith molesta.

- Me lo ha pedido, no pensaba que te iba a molestar -levantó las manos signo de no tener culpa.

- Es muy pesado -se quejó Aerith.

- Eso es que quiere algo contigo, aprovecha Aerith, es muy guapo -guiñó el ojo Sarah.

Aerith volvió a su casa para comer junto a su padre, mientras que ambos comían ella le contó que debía ir aquella tarde a la biblioteca por un castigo y le contó lo ocurrido en clase.

Continuará...

¿Hilo roto?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora