Un venado a medio morir

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Corriendo desesperadamente a las 4:31 de la mañana me vi al ser perseguido por una multitud sedienta de sangre que gritaba: "cabezas  rodarán y en su sangre estarán" repetidas veces intimidandome bastante.
Por un corto tiempo me imaginé como un ciervo siendo perseguido con un auto a toda velocidad; las luces me asustaban pero seguía adelante frenéticamente con la esperanza de escapar.
Moribundo, logre huir, no se como, pero lo logré, ahora lo que tenía que hacer era llegar a casa pero estaba muy lejos, tan lejos como mi hija lo estaba de su vida tras un suceso muy triste.
Estaba en un bosque húmedo, con muchas piedras gigantescas. El breve periodo de paz me recordó algo: tenia que descansar, así que me recosté en el frío suelo y cerré los ojos pensando en el olor de la tierra mojada.
Tenía 50 años en ese entonces pero casi la vitalidad de un joven, bueno, no tanto, mi columna me estaba matando y muy tranquilo me propuse a descansar cuando me llegó el siguiente pensamiento: "muerte cargame en tu seno, apiadate de mi, después de todo mi vida fue muy dura" sólo con eso supe que me había llegado la hora así que esperé hasta que abrí los ojos y vi algo sorprendente: a mi hija con una hermosa sonrisa y me dijo: "todavia no es tu hora"
Desperté entumecido pero vivo, vi a un extraño señor con una abundante barba grisácea a lo lejos, se me hizo conocido al percatarme de esto cayó al piso y no mostró ningún rastro de vida cuando lo fuí a ver, observé su cara y me quedé perplejo: era yo.
Lo dejé caer, voltee hacia atrás y vi un niño que me asustó e inmediatamente huyó, corrí detras de el hasta que llegué a una aldea que estaba bombardeada, en el momento no lo capté por que el niño estaba desaparecido, como una memoria. Quedé solo por unos minutos reflexionando mi vida, alejé a todos los que amaba de ella y me amargué tras la muerte de mi hija.
Al acabar de lamentarme me di cuenta de que ese niño estaba en mi imaginación, pero representaba algo, y no era a mi de niño, ni mucho menos a mi hija, se trataba de cómo me sentí al no poder protegerla de aquel bombardeo y ataque de unos señores igual de frustrados que yo; como un niño indefenso que tenía que correr como el infierno porque tenía toda una horda de ellos detrás de mi, Así fue como llegué aquí...

Una Historia Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora