Te encontré encendida, como el sol amaneciendo en el sur. Te encontré pendiendo de un trapecio atado a la luna que contorneaba tus letras. Te descubrí sobre un cosmos de tinta bohemia, al que llamás "hogar". Te vi fulgurar el alma en piruetas con tus pequeños pies de porcelana. Te divisé, lúgubre y hermosa, como un disco de Los Redondos. Llegaste a mi alma, furtiva y sutil. Plantaste bandera y carnaval.
No pude evitar perderme en los terciopelos que ondean en tu boca. No pude evitar desbarrancar en la curva de tu sonrisa. Qué lindo desbarrancar en tu sonrisa. Qué placer insuperable el de atracar en tus puertos. Nos enredamos en los acordes de melodías paganas que me hicieron viajar hasta vos. Por respirarte una canción.
Te hablé sin decir una palabra. Te contemplé sin verte, y penetré tus pupilas de mar. Ahora, sos la musa de un orbe que erigimos juntos, donde la lluvia es dulce, donde me abrazás para dormir desnudos. Donde cada mañana, mis besos son tu despertador. Donde se empantana el tiempo cuando ve corretear a nuestros hijos. Donde me podés escuchar.
Y ese universo voluble y caprichoso, se hace palpable cuando te busco, encuentro y esbozo en la eternidad.
Este acá nomás...
