CAPÍTULO 4

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CAPÍTULO 4

El frío clima de Londres me hacía tiritar, entré en el edificio agarrando mi chaqueta por los lados para apretarla más y conseguir algo de calor. Avancé despacio por los escalones que eran demasiado elegantes para la finalidad que tenían, haciendo aparentar al edificio mucho más elegante de lo que, en realidad, era por dentro. Las calles estaban mayormente vacías, el fuerte clima mantenía atrincherados en el interior a los habitantes de la ciudad.

Una ráfaga de aire caliente me golpeó mientras entraba a la institución. Mi cuerpo se calentó instantáneamente. Aunque el cambio de temperatura no hizo nada para aumentar mis ganas de empezar a trabajar. Tan pronto como giré la esquina vi nada más y nada menos que a Harry Styles en el final del pasillo, acompañado por dos guardias que le sujetaban por sus musculosos brazos.

Tan pronto como sus hipnotizantes ojos se detuvieron sobre mí, una descarada sonrisa apareció en sus rasgos. Mientras nos acercábamos el uno al otro, me guiñó un ojo, como si se tratase de un chico ligón de secundaria, y no de un criminal desquiciado.

Reprodujo su seductor hábito en sus labios, deslizó su lengua sobre la plenitud de sus labios. "Hola Rose." Dijo. El suave sonido de su voz ronca me maravilló, en poco tiempo mi recuerdo de él no le hacía justicia en lo más mínimo.

Asentí, murmurando un "Hola" con una sonrisa escasa, me sentía un poco incómoda. Harry se rió profundamente ante mi respuesta, algo que me irritó mucho. Puedo jurar que cada cosa que hacía la hacía para menospreciarme. Había estado trabajando aquí por varios meses, pero cuando estaba cerca de Harry no me podía sentir más fuera de lugar. Y el hecho de que él me enervaba sólo me ponía más nerviosa aún.

Sacudí mi cabeza, tratando de deshacerme de los pensamientos acerca del chico por una vez. Tenía trabajo que hacer, e indudablemente él no me iba a distraer de hacerlo.

Con prisa, hice mi camino hacia la oficina de enfermeras, Lori me saludó con su cariñosa sonrisa habitual. Estaba sentada detrás de su mesa, rellenando algún tipo de papeleo. Con todos los pacientes que son admitidos, liberados, incluso los muertos, los registros que Lori tenía que conservar eran interminables. "Hola Lori." Saludé.

"Oh, Rose. Me alegro de que estés aquí. ¿Puedes, por favor, ir a buscar a Lilly, coger algunas vendas extra de la habitación de suministros y revisar el pie de Buck? Y después date prisa por favor, necesito que me ayudes con Marise."

"¿Todo en ese orden?" Pregunté, un poco desconcertada por sus repentinas solicitudes. Por no mencionar que aún estaba medio dormida, ¡eran sólo las ocho de la mañana!

"Sí. Lo siento querida, estamos muy ocupados esta mañana."

"Esta bien, considéralo hecho."

"Muchas gracias." Lori dijo, parecía más aliviada por la ayuda extra.

Así que me embarqué en mi largo viaje para obtener materiales y revisar a los pacientes. Bajé a la habitación de suministros y fui hacia la parte final, cogí las que esperaba que fuesen las vendas apropiadas. Me crucé con varios látigos y cadenas para coger los suministros médicos, esto hizo que me estremeciera.

Era repulsivo lo que se les hacía a los pacientes. Eran constantemente azotados para que obedecieran, a veces incluso enjaulados como animales. También se realizaban lobotomías, en las que, básicamente, un doctor martillea un picahielo detrás del ojo, con la esperanza de alcanzar el nervio correcto que se supone que calma y relaja a los pacientes. La mayoría de veces, sus esfuerzos para devolver la cordura a los pacientes eran infructuosos, así que ahora sólo se practicaba en los pacientes más malévolos; casi como un castigo más que como una cirugía.

Oh, y cómo podríamos olvidar la milagrosa terapia de electroshock. Mandando corrientes eléctricas a través de las personas para sedarlas, oyendo atroces chillidos de pacientes electrocutados, parecía una popular práctica que los médicos infligían en los pacientes con frecuencia. A mis ojos no era justo, deberían ser tratados y curados de sus maldades, no golpeados con mayor locura. Nuestros castigos se han vuelto más llevaderos de lo que eran en los 30s o 40s, aunque no por mucho.

Sacudí los pensamientos sobre criminales encadenados y heridos de mi mente, cogí lo que necesitaba y salí de ahí. Después de entregarle los materiales a Lori, revisé a Buck, que seguía murmurando algo sobre demonios y el Apocalipsis. Después me las arreglé para arrastrar a Lilly, chillando, de vuelta a la oficina, la sedé y después asistí a Marise, quien se había roto la mano dando puñetazos a la pared. Después haber estado cerca de una hora oyendo gritos guturales y el sonido de huesos quebrándose, estaba aliviada cuando Lori me dejó libre para ir al almuerzo. No mi almuerzo, simplemente estaría supervisando otra vez, pero era mejor que lo que había estado haciendo hace un momento.

Suspiré mientras dejaba los terribles llantos detrás de mí y me dirigía a la cafetería. A pesar del, hasta aquí, ocupado día, el tiempo parecía volar. Mi trabajo ya estaba casi terminado.

Cuando llegué estaba feliz de ver una mesa colocada contra la pared en la parte final de la cafetería. La utilicé como silla, apoyándome en ella para sentarme. Todo parecía muy normal, o todo lo normal que las cosas pueden ser por aquí. Al menos nadie estaba gritando, lo que disminuía mi dolor de cabeza causado por el tortuoso llanto de Marise.

Miré el reloj, observé lo segundos pasar. Con esta triste, y a veces horrible ocupación, la mayoría de la gente se preguntaría por qué todavía no me he ido de este sitio. Pero, en realidad habían varias razones.

Mi interés siempre alcanzaba su punto máximo cuando cualquier cosa por hacer con la locura entraba en la conversación, porque era interesante. El tema me intrigaba. Era diferente y yo siempre estaba curiosa por saber. Además, Kelsey y Lori son unas compañeras estupendas. Así como James, un atractivo miembro de seguridad y un buen amigo mío. Además, el salario era bueno, los pros parecían tener más peso que los contras, me imaginé que a lo mejor me quedo por un tiempo.

Salté del susto cuando sentí la mesa sacudirse debajo de mi. Mierda, era Harry. Se sentó en la mesa apoyando su espalda contra la pared, como yo. No dijo nada, ni siquiera me miró, sus profundos ojos verdes estaban observando el centro de la cafetería. Tenía una manera de mirar a todos como si fuese superior a ellos. No en plan fanfarrón, pero casi como si realmente fueras inferior y lo supieras.

Sacó un cigarrillo y lo puso entres sus dientes, se las arregló para encenderlo, estaba impedido por esposas. Después se tomó su tiempo para absorber el humo lentamente, una visible estela de humo salió de su boca cuando exhaló, haciendo la acción mucho más seductora de lo que debería ser.

Sólo le miré, sin decir nada. ¿Qué es lo que quería?

"Juega a las cartas conmigo." Su voz era grave y profunda, haciendo parecer que sus palabras eran más una demanda que una petición.

"¿Qué?" Pregunté.

"Sí, ven y juega a las cartas conmigo." Sus ojos seguían sin encontrarse con los míos, no parecía estar evitándome sino más bien tener falta de interés o indiferencia.

"Pues es casi tan tentador como dejar este lujoso asiento y acompañar a un asesino en serie, que peló físicamente la piel de 3 mujeres con sus propias manos, en una partida de '¡Pesca!', en realidad tengo trabajo que hacer." Dije.

"Cierto, pareces completamente bombardeada por el trabajo." Dijo, señalando la falta de actividad para ocupar mi tiempo. Alejó el cigarrillo de sus labios para poder humedecerlos con su lengua. "Parece un trabajo agotador, en serio, lo parece."

"Bueno, en realidad creía que simplemente tenía que quedarme aquí y vigilar, no suponía que tenía que sentarme y tener una charla con los pacientes." Dije, inclinando mi cabeza hacia las mesas atestadas.

"Así que, ¿lo que me estás diciendo es que no estás designada a interactuar con los pacientes durante el almuerzo cuando tu trabajo es supervisar a los pacientes?"

Lo que acababa de decir me dejó desconcertada, no sabía qué decir. Para ser honesta estaba autorizada a hacer lo que quisiera mientras todos estén bajo control. Pero no deseaba mantener tener una conversación con un psicópata mediante de una partida de cartas. Eso es por lo que había empezado a poner excusas contrarias a mis instrucciones. Pero Harry me había pillado y sabía que estaba mintiendo. Tendría que inventarme algo más convincente para salirme con la mía. Pero esta vez tenía un dilema, porque al mismo tiempo una parte de mí no quería nada más que mantener una conversación con él, y así poder escuchar la cuidadosa elección de sus palabras habladas eróticamente lentas y roncas con una voz parecida al chocolate derretido.

Además, no quería darle el gusto de pensar que estaba demasiado asustada o intimidada por él como para jugar a las cartas. Así que acepté.

"Vale, está bien. Pero no creo que esto se convierta en algo habitual." Advertí.

"Lo que usted diga, madame." Su sonrisa se volvió presumida y victoriosa mientras bajaba de la mesa y se movía hacia la parte posterior, esperando que haga lo mismo.

Me levanté y me moví a través del mar de gente, sintiendo varios pares de ojos en mí mientras le seguía. Me sentía rara debido a las atentas miradas. Me hallé cual paciente cuando me senté, haciendo que me sintiera poco más vulnerable. Después de un par de segundos, las mentes inestables de todos retomaron sus inestables pensamientos, y parecían perder interés por mí.

La gran altura de Harry disminuía mientras tomaba asiento y se escabullía en la mesa redonda en la que estaba la baraja de cartas. Estábamos sentados más cerca de lo que me hubiera gustado, pero no hice el intento de mover la silla más lejos. Mis ojos seguían sus grandes manos mientras se movían para barajar el naipe, sus articulaciones y venas eran visibles. De alguna manera sus manos era fascinantes, los largos dedos intensificaban su masculinidad.

En ese momento empecé a pensar que estaba demasiado involucrada en esta situación. Debía de estar volviéndome loca. ¿No era hace apenas algunas horas que lo odiaba? Y ahora estaba cautivada por sus manos.

Sus manos.

Era ridículo; pero no podía evitarlo.

"Así que," empezó mientras barajaba suavemente. "¿Sabes cómo jugar al Texas hold'em?"

"No." Respondí.

"Yo tampoco."

Me reí. "Vale, entonces, ¿jugamos a '¡Pesca!'?"

"Supongo." Esperé a que repartiera las cartas, pero parecía no tener prisa. Sus ojos oscuros me miraban pensativos, casi como si estuviera tomando una decisión. La punta de su cigarrillo ardía mientras inhalaba la nicotina, después exhalaba una bocanada de humo, haciendo un mohín con sus labios. "¿Eres virgen, Rose?"

Su pregunta descarada me tomó por sorpresa, haciéndome fruncir el ceño en confusión. "¿Qué?"

Harry cruzó sus brazos y se apoyó en la mesa inclinándose peligrosamente cerca, su cálida respiración caía por mi cuello. "¿Alguna vez te han tocado?"

No podía creer que me estuviera preguntando sobre mi vida sexual con tanta seguridad, ni siquiera bajaba la voz.

"Apuesto que no, ¿te han tocado?"

Estaba en lo cierto. Nunca me habían tocado, pero no estaba dispuesta a divulgar esa información.

"¿Quieres que te toquen, Rose? ¿Quieres a alguien que te haga sentir bien?" Preguntó, su voz ronca descendiendo hasta quedar casi en un susurro. Mientras hablaba, arrastraba suavemente sus curiosos dedos a lo largo del interior mi muslo.

Si su objetivo era provocarme, lo había conseguido. Sentí como mis mejillas empezaban a calentarse y supe que se volverían rojas, golpeé su mano lejos de mí y me alejé.

Harry se rió y se alejó sabiendo que me había avergonzado, sujetaba seductoramente la lengua entre sus dientes. No sabía a dónde quería llegar con esto o cuáles eran sus intenciones, pero sabía que sólo me quería poner nerviosa, algo que había conseguido. Aunque tampoco estaba dispuesta a dejarle ganar y huir. Me mantendría firme.

"Reparte las cartas, Harry." Me quejé antes de que pudiera hacer más preguntas. Permaneció inmóvil, mirándome con ojos audaces.

"Esta bien, ahora lo hago." Le arranché la baraja y repartí el mismo número de cartas para cada uno, finalmente Harry recogió su montón.

"¿Tienes algún cuatro?" Pregunté.

La sonrisa del chico volvió, un hoyuelo apareció en la esquina derecha de su boca perfecta. "¡Pesca!"

Cogí una carta de la baraja intentando emparejarla con alguna otra, pero mi mente estaba en otra parte, estaba decidiendo que era mi turno de provocar.

"Y cuéntame, Harry, ¿te sientes mal por haber despellejado a 3 mujeres, sabiendo que hay familias en casa llorando de dolor por lo que has hecho? ¿Y qué hay del hecho de que fuera de este sitio hay decenas de manifestantes, todos los días, que quieren que mueras?"

"Bueno, respondiendo a tu primera pregunta, no." Sacudió su cabeza, respondió más rápido de lo que yo había esperado. "No siento ni el mas mínimo remordimiento."

Me burlé con incredulidad. "Estás enfermo."

"¿Lo estoy?" Preguntó. "Tal vez no me arrepiento porque nunca toqué a esas mujeres. Tal vez soy inocente."

"¿Lo eres?" Pregunté.

"¿Tú qué crees?"

Le miré, contemplando su respuesta. Su apariencia era la de una ángel, pero sabía que por dentro era de todo menos eso. "Pues pienso que eres culpable. No estarías sentado aquí si no lo fueras."

Harry asintió como si hubiese estado esperando esa respuesta. "¿Qué tal si hacemos esto? Te doy un mes, durante ese mes vendrás a jugar a las cartas conmigo y hablarás conmigo cada día para conocerme mejor. Después de ese mes tú decides si de verdad soy culpable o no. Y si tienes razón, te contaré lo que de verdad les pasó a esas mujeres."

"Está bien, de acuerdo, si prometes mantenerte al margen de mi trabajo y mantener tus manos quietas, entonces consideraré volver." Dije, incluso sabiendo lo que les pasó a sus víctimas.

Harry asintió satisfecho. "Vale, suena bien. Pero... emm, ¿me puedes hacer un favor?"

"Pues depende, ¿qué favor?" Pregunté.

Bajó su voz y se inclinó, como si estuviera confesando un secreto. "¿Puedes decirle a nuestro acosador de ahí que deje de mirarme como si quisiera arrancarme la cabeza?" Preguntó, levantando sus cejas para señalar a la persona a la que se refería.

Giré mi cabeza para ver de quién estaba hablando. A pesar de que habían varias miradas que nos observaban extrañadas, supe que Harry se estaba refiriendo a James, nos estaba mirando fijamente y parecía francamente disgustado.

Me volví hacia Harry para que mis ojos se pudieran encontrar con los suyos. "Bueno, ¿y le puedes culpar por eso?" Pregunté. "No es muy normal ver a un empleado sentarse y tener una charla con un psicópata."

"Vaya, con que ahora soy un psicópata."

"¿Cuándo no lo has sido?" Pregunté.

"Sabía que pensabas que estaba loco, pero, ¿no te parece que psicópata es un poco escabroso?"

"No, el término 'psicópata' no es un insulto, es una realidad. Una psicopatía es, simplemente, una persona que sufre una enfermedad mental crónica con un comportamiento violento o anormal, como tú. Así que respondiendo a tu pregunta, no es 'un poco escabroso'."

"¡Vaya, no es de extrañar que seas virgen! ¡Eres una empollona!" Exclamó Harry demasiado alto con una emoción exagerada, casi como si acabase de descubrir la cura contra el cáncer y no mi falta de encuentros sexuales.

"¿Quieres parar?" Pregunté debido a sus comentarios inapropiados.

"Oh nena," dijo en voz baja mientras una sonrisa se formaba en sus labios. "Acabo de empezar."

Psychotic (Harry Styles) EspañolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora