Él se subió a mi cama y yo quedé justo debajo de su cuerpo que se apoyaba en sus brazos a la altura de mi cabeza. Mi moreno sexy y despeinado empezó a besarme de forma apasionada y yo no tuve problemas en seguir su ritmo. Nuestras lenguas jugaban y nuestros labios bailaban al compás.

Verle de nuevo con una camisa azul lisa de botones me hizo recordar sus pectorales, abdominales y su tatuaje. Mi mente no recordaba donde estábamos y mi cuerpo quería riesgo así que intenté desabrochar los botones pero las contenciones no daban más de sí y empecé a frustrarme.

- ¡Arg!- grité impaciente y a continuación él me quitó una de aquellas bandas de tela de la muñeca. Intenté desabrocharlos uno por uno pero era difícil ya que mi mano no dejaba de temblar. Cuando se me acabó la paciencía tiré de la camisa casi arrancándosela.

- Que agresiva.- me dijo con tono muy sensual.

Esta vez si llegué a tocar todos sus abdominales perfectamente marcados por horas de gimnasio. Su cuerpo era terriblemente bonito. Era mejor que el de las propias estatuas griegas.

Sus labios fueron recorriendo mi cuerpo y yo mientras tanto acariciaba su pelo con las yemas de mis dedos dejándome llevar por la sensación. Notaba el rastro que dejaban sus labios al contacto de mi piel. En cada centímetro de mi cuerpo sentía chispas, unas chispas increíblemente agradables. Nunca había sentido nada igual.

Recorrió mi mandíbula con sus labios dejándome besos a su paso y cuando estaba ya en mi boca dándome un suave y dulce beso, el doctor que me atendía entró quedándose con los ojos como platos al ver la situación.

Damon se quitó de encima mía muy rápido y se colocó en el sillón azul. Ahora no tenía camisa y se le notaban las mejillas rojas, de un rojo que casi ardía. Yo debía de estar más o menos igual. ¡El doctor nos acababa de pillar en plena acción!

- Bueno, señorita Meyer. Usted ya se puede ir a casa a descansar pero seguirá tomando estas pastillas hasta que la pesadez que siente en el cuerpo se vaya al completo. Tres al día. Intente evitar situaciones de estrés aunque supongo que esto ha sido inevitable. Cuídese.- se le notaba muy incómodo. Todos estábamos incómodos ante esto. Asentí y cogí el papel de la receta con el nombre de las pastillas.

- Está bien, doctor. Gracias por todo. ¿Saben algo de Amanda?- preguntó un Damon bastante dominante.

- Ya se encuentra estable y fuera de peligro. A partir de mañana ya la podrán visitar. La policía hoy le está investigando y haciendo preguntas.- contestó el doctor tranquilamente mientras que quitaba la horrible vía de mi brazo y la contención que aún tenía puesta.

- Por favor, doctor. Déjenos verla hoy. Necesito verla por el bien de mi salud mental y física.- dije montando una escena para que dejarán que la viéramos. Siempre había sido bueno actuando y más ahora que parecía una niña pequeña suplicando.

- Alex, sólo dos minutos y por favor señor Sydal, entre con ella. Si necesita algo sólo aprete el botón rojo de la habitación de Amanda junto al interruptor de la luz.

Miré a Damon satisfactoriamente pero él no parecía que estuviera muy contento con ello. Su cara no mostraba felicidad, mostraba preocupación. ¿Por mi? Quizás. Seguro.

Quince minutos después de abandonar la habitación donde me encontraba, andamos hasta la de Amanda que estaba custodiada por dos guardias. Damon me cogía por la cintura por miedo a que pudiera desplomarme de un momento a otro. Me sentía algo más fuerte pero mis piernas seguían fallando.
Los guardias nos dejaron entrar y abrimos la puerta, que nos permitió ver la imagen de Amanda postrada en la cama.

Miré a Damon y él me tranquilizó con tan solo mirarme con sus ojos azules.

Amanda se encontraba con la mejilla morada por los golpes que había recibido. Tenía una máscara de oxígeno que le permitía respirar bien y su cuerpo estaba recubierto con gasa debido a los cortes que tenía. Esa imagen me entristeció bastante y reprimí las lágrimas que contenía a la vez que me mordía la lengua.

Ella, en cambio, al ver nuestras caras sonrió como pudo. Mostraba felicidad y aunque tenía su marca morada en la cara aún se veía la belleza de mi mejor amiga.

Corrí para ponerme a su lado, pero mis piernas no eran tan fuertes como antes y necesité la ayuda de Damon para no caer al suelo.

Cuando estuve a su lado nos dimos un abrazo. Yo intenté no tocarla mucho pero ella me empujó contra su propio cuerpo.

- Lo siento mucho.- la susurré en el oído. Mi voz temblaba, me sentía culpable.

- Fue culpa mía, llamé a Mike y le pedí que se alejara de ti. Me pasó por protegerte y volvería a dar mi vida por ti.- me contó cerca de mi oído.

Nuestras lágrimas empezaron a salir de los ojos. Todavía seguíamos abrazadas pero sabíamos lo que nos pasaba. La tuve casi muerta en los brazos, esa imagen no se olvidará nunca, probablemente tendré pesadillas con toda esta situación.

- Me alegro de que estés bien. No podía hacerme a la idea de vivir sin ti.- la última lágrima se deslizó por mi mejilla derecha. Después los guardias nos pidieron amablemente que saliéramos de la estancia- Mañana te veo.

Le lancé un beso y la puerta se cerró en mís narices.

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Y voîla de nuevo otro capítulo de peligrosa editado. Agradecería mucho vuestras opiniones ya que últimamente ando algo desilusionada. Espero que os guste. Os veo por mis notificaciones. Besitos lectores.

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