Una Madre Nunca Abandona.

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— ¿Y Evangeline? —la niña se sorprende cuando la escucha decir su nombre.

— ¿Qué pasa con ella?—pregunta el oficial con curiosidad.

— ¿Cuál es el momento correcto de decirle a una niña que su madre ha muerto? —interroga la esposa del administrador.

La niña palidece al escuchar eso. Poco a poco se vuelve a perder entre las sombras sin parpadear siquiera.

Una madre nunca abandona...

Su madre la había abandonado. No había cumplido su palabra. Evangeline pierde el conocimiento con el recuerdo del último abrazo que le dio a su madre.

●●

Los ojos verdes deEvangeline no dejan de mirar con nostalgia la lluvia que cae por la ventana. Hacetres días que su madre murió, y no ha podido levantarse, ni siquiera para comer.No tiene apetito alguno.

Lo que más le duele no es sólo la pérdida... Sino la ausencia de su padre. Él no ha pasado por su habitación desde el día del accidente. Y lo peor, se le fue negada la visita al velorio.

Mercedes —la nana de la niña —no la ha dejado sola en ningún momento. La ha vigilado durante todo ese tiempo. Sabe que ha sido un golpe duro para ella.

— ¡Pare por favor! —ambas se voltean a ver al escuchar voces afuera de su habitación. La niña sonríe con ilusión. Su primera sonrisa en días. Se trata de su papá.

—Es mi papi... —la rubia brinca de la cama con una sonrisa de oreja a oreja. Preparada para darle un fuerte abrazo a su padre.

Pero esa felicidad dura lo que el agua en una mano. Nada.

La puerta se abre con fuerza y entra su padre dominado por la ira. Ella instintivamente se hace para atrás con temor. Nunca lo había visto de esa forma.

— ¡No la toque! —grita la madre de Ricardo al entrar a la habitación llena de pánico —. No le haga daño por favor.

— ¿Que sucede? —pregunta Mercedes mientras refugia a la niña entre sus brazos. Por la cara del patrón, teme que intente agredirla.

—Quiere echar a la niña a la calle.

— ¡Pero es que se ha vuelto loco! —ella aprieta aún más a la niña para protegerla de su progenitor.

— ¡Quiero que ésta mocosa desaparezca de mi vida! —comienza a tirar todas las cosas de la habitación —. ¡No quiero tener nada en ésta casa que me recuerde a ella!

—Pero a dónde va a ir... —susurra Mercedes con el semblante blanco —. Tan solo tiene nueve años.

—Eso no me interesa —toma la bailarina de porcelana y la arroja a la pared.

— ¡No! —grita la niña con dolor al ver los pedazos sueltos. Era lo único que le recordaba a su madre. A su último momento a solas —. Se trataba de un regalo de mi mamá.

— ¡Y eso que me importa! —ella se encoge de hombros ante el tono de su padre —. Y ahora —apunta a Mercedes —. Averigua como, pero para mañana no quiero ver a esta niña en mi casa.

— ¿Papá por qué dices todo eso? —le pregunta la niña entre lágrimas.

—Por qué no te quiero ver en mi vida —ella se acerca para poder abrazarlo, gran error. Pues su padre la toma del cabello y la arroja al suelo —. ¡No te vuelvas a acercar a mí! ¡Estúpida cría!

Dicho eso, sale por la puerta. Dejando un pequeño corazón roto de dolor. Un corazón que aún no se había repuesto de una pérdida que tuvo que enfrentar otra.

●●

La niña mira el campo y los animales con la boca abierta. Nunca había estado en ese lugar antes. Su tía Glenda le acaricia el cabello con suavidad.

— ¿Qué opinas? —Evangeline sabe a lo que se refiere. Su nuevo hogar —. Sé que no es una hacienda...

—Es perfecto —la niña sonríe un poco. Su primera sonrisa en días.

— ¿Te sientes mal? —Glenda se agacha para verla mejor. Tiene los ojos de su hermana Isabel.

—No, solo...

— ¿Qué ocurre?

Las lágrimas comienzan a bajar por las mejillas de la rubia. No había podido llorar desde lo de su padre.

—Tengo miedo.

—Siempre da temor empezar algo nuevo en la vida —la rubia niega con la cabeza.

—Tengo miedo de que ustedes también se vayan... A que se cansen de mi presencia.

—Evangeline —la mujer morocha la acuna entre sus brazos —, nunca me voy a ir de tu lado, nunca te vamos a abandonar. Las familias no hacen eso.

—Mi papá...

—Tu padre se encuentra mal de la cabeza —la niña se limpia las lágrimas con el dorso de la mano —. Y estoy segura que dentro de poco va a recobrar la cordura y te va a venir a buscar.

—Pero mi madre rompió su promesa —s le quiebra un poco la voz —. Ella dijo que una madre nunca abandona... y ella me dejó para siempre.

—Ella no se ha ido —el sol comienza a iluminar el campo —, sino que vive en nosotros... Vive en mí, vive en ti —le consigue sacar una sonrisa —. De ahora en adelante voy a ser una madre para ti.

La niña mira a su tía y luego a la casa, que ahora en adelante sería su hogar. Su nuevo hogar.

—Supongo que es un nuevo comienzo... —Susurra con un brillo en sus ojos.

Un Nuevo ComienzoWhere stories live. Discover now