—Eso ya lo sé –pausa–. Ahora tengo que irme, pero no vas a quedarte sola. Klaus va a estar aquí –Aisha asiente, soltándola para que pueda pararse–. Si quieres algo pídeselo y come cuando te traiga la comida.


—Bueno –dice. Freya toma la bandeja y regalándole otra sonrisa–. Nos vemos más al rato, cariño.


— ¡Freya! –la llama antes de que está salga por completo.


— ¿Si?


Aisha muestra todos sus dientes en una sonrisa y por un momento Freya ve el brillo característico de la pelinegra.


—Dime Nini.


Freya parpadea un par de veces, tratando de asimilar las palabras que escucha. Sin embargo, su sonrisa no se pierde y simplemente asiente, encantada.


—Nini.




















—Klausie –Aisha murmura saliendo de su fuerte de almohadas.


Klaus, quien está dibujando en una esquina aparta la mirada del cuadro para verla.


— ¿Qué?


—Tengo hambre.


— ¿Quieres algo de comer? –murmura.


Generalmente, si estuviera en otra situación se negara rotundamente, pero Freya le había dicho que si Aisha pedía comida, le diera. La pelinegra hace una mueca pensativa, ocasionando que Klaus le mire atento y viéndolo bien, ahora he la tiene casi en frente sentada en la cama, se da cuenta je tan azules son los ojos de la pelinegra. Un azul electrizante, uno realmente muy bonito, así mismo como también pequeñas motitas verdes en el inicio de sus pupilas. Era un color muy extraño, pues no todas las personas tenían el privilegio de tener los ojos de colores.


El pelo negro totalmente lacio, su piel blanca como la nieve y los pequeños linares que tenía en el cuello y rostro.


Era escalofriante, de alguna manera le recordaba a la única persona que odiaba con todo su ser.


— ¿Puedo tener un poco de helado? –pregunta con un puchero.


GHOST ➳ The Originals.Where stories live. Discover now