Capítulo 28: ¡¿Esperan a alguien?!

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—Cada vez que viene a recogerte y a traerte— fruncí el ceño en gesto de desaprobación— ¿Qué? No me mires así, soy tu madre y tengo derecho a estar pendiente con quién sales y con quién no. Ahora bate ésto y ¡con cuidado señorita!— suspiré fastidiada.

Tomé el recipiente y encendí la batidora.

— Es un buen chico, créeme. Es solo que él mismo a veces no cree en eso, pero lo es. Si no lo fuera, no estaría ni siquiera contemplando la posibilidad de algo con él. Confía en mí — pedí.

—Lo hago, por eso te pregunto directamente a ti las cosas. ¿Qué hace? ¿Qué edad tiene? Se ve mayor que tú. Quiero saber todo.

—Pero mamá...

—Nada, cuéntame y yo veré que le cuento a tu padre y que omito. Pero quiero que confíes en mí si me estás pidiendo confiar en ti. ¿O es que quieres que ésta conversación la tengas mejor con tu padre?— No, no. ¡Papá no! Si con Nate me la ponía difícil, no quiero saber que haría con Nik.

—Está bien— dije dándome por vencida— Nik tiene 19.
Sí, es mayor que yo—puse los ojos en blanco— para que estés contenta, está en segundo año de medicina— Mamá sonrió— Le gusta el boxeo, por eso su aspecto rudo y también ha practicado fútbol, lo hace ahora de vez en cuando, también practicó Tennis y Esgrima.

—Interesante, multifacético el muchachito— comentó mamá pensativa— ¿Algo más?.

—Hmmm— ¿Debía contarle que es adoptado? ¿Debía decirle que se drogaba y participó en peleas clandestinas? ¿Que tenía un loco detrás de él, quién intentó matar a su padre?— Más nada mamá.

—Te escuché hablar con él la vez pasada por telefono— mencionó—¿En español?.

—Mamá, es hijo del dueño de una cadena de escuela de idiomas— dije— ¿No es obvio?.

—Oh— comentó mamá— lo había olvidado— dijo mientras le daba forma a la masa de las galletas.

Después de tener listas las galletas, las metimos al horno y pusimos un Timer que nos avisara cuándo estuvieran listas.

—Creo que quedarán riquísimas— dije.

—Hace mucho no horneabamos juntas—comentó— Salo...

—¿Dime mamá?.

—Ten cuidado con ese chico. Te creo que me digas que es buena persona, pero no lo sé. Hay algo en él que no termina de gustarme, no me preguntes qué es...Sólo ten cuidado ¿sí?.

—Sí, mamá— dije convencida.

Parecía que todo el mundo se confabulaba para advertirme sobre Niklas, pero mi corazón se hacía el sordo y mi cerebro mucho más e ignoraba todo tipo de advertencia. Mi deseo de estar cerca de él cada día crecía más.

Yo sabía que Nik nunca me haría daño. No entendía como podía estar tan segura y confiar tanto a pesar de todo lo que me había hecho Nate.
Nate era el chico perfecto, siempre me hizo sentir bien, era amable con todos y tan seguro de sí mismo. Cada cosa que hacía, nunca la hacía sin pensarlo dos veces, siempre tenía todo calculado. Era el hijo perfecto, el amigo perfecto y el novio perfecto.

Niklas era todo lo contrario, su rudeza y su temperamento hacía que más de uno le tuviera miedo. Tenía pocos amigos pero cada uno era verdadero. Era tan cerrado que le costaba mostrarse tal cual como era y construía un muro sin dejar entrar a nadie. No tenía la mejor relación del mundo con sus padres pero sin embargo ahí estaba, sufriendo cada minuto por su papá.

Todo con Nik era difícil, era un reto.

Todo con Nik era completamente diferente a Nate, en lo único que se parecían era en su seguridad y su autoestima alta; aunque ya no estaba segura de sí tanta confianza por si mismo en Nik, era solo un escudo para no demostrar lo débil que podía ser por dentro. Pero había algo en lo que Niklas se diferenciaba muy bien de Nate y era en su lealtad, en su lealtad con todos.
Nate podía pasar por encima de quién fuese para lograr lo que deseaba, incluso por encima de nuestra relación y aunque pensé que nuestra relación era la excepción, me di cuenta de que no el día que me enteré de su engaño. Niklas prefería ponerse en peligro a sí mismo en vez de a las personas que quería y eso, eso era tan valioso en él, que ni siquiera él sabía cuánto.

NIKLAS I (Let me love you) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora