Capitulo Único

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—¡Llegaste! –grito ella apenas él cruzo el umbral de la puerta.

—Pues sí, ya estoy en casa –le sonrió él con adoración.

—Pues vámonos –lo tomó de la mano guiándolo nuevamente hacia la puerta.

—Pero Sofía acabo de llegar –se quejó.

—Por eso es el momento perfecto –dijo emocionada abriendo la puerta.

—Está bien –dijo él resignado mientras dejaba su bolso en el suelo y la seguía con una sonrisa, era capaz de hacer cualquier cosa por ella porque era su adoración.

Una vez que se encontraban en el auto él pregunto.

—¿Dónde se supone que vamos?

—A comprar nuestro árbol de navidad –dijo ella extasiada.

—¿Por qué estás tan emocionada? –se rio él mientras conducía fuera del recinto donde vivían —si mal no recuerdo todos me dijeron que tu odias la navidad.

—Sí, pero esto no es igual –dijo ella mirando hacia todos lados impaciente.

—¿Porque no es igual? –pregunto él atento en el camino, pero sin poder evitar mirarla de vez en cuando.

—Porque en Chile no se utilizan arboles de verdad, son todos plásticos –lo miró —este será mi primer árbol de navidad de verdad –sonrió ilusionada.

—Está bien –rio —creo que entiendo tu punto.

Al llegar al lugar ella bajo rápidamente del auto y él no pudo evitar soltar una risa.

—Date prisa –lo apuro ella.

—Los arboles no se irán a ningún lugar Sofía.

—Eso lo sé Calum, pero no quiero que alguien más se lleve mi árbol perfecto –le dijo ella mordiéndose las uñas.

—Está bien vamos –dijo él retirando la mano que tenía en su boca y entrelazando sus dedos.

Caminaron entre centenares de árboles grandes, chicos, medianos, con muchas ramas, con pocas, diferentes tonos de verdes, muy frondosos, poco frondoso, etc. y durante todo el recorrido él podía apreciar la cantidad de emociones que pasaban por los ojos de ella, era feliz de poder compartir todos esos momentos con ella, la amaba demasiado y era feliz a su lado con sus locuras y ocurrencias.

—No sé cuál debería elegir –dijo ella frustrada.

—El que tu desees estará bien –sonrió él tratando de darle ánimos.

—¿Y si es muy grande? O muy pequeño –lo miró ella asustada.

—Sofía –sonrió tomando su rostro entre sus manos y acariciando sus mejillas —es solo un árbol amor mío, el que tú quieras será perfecto para nuestro hogar –dicho esto beso la punta de su nariz.

—Está bien –suspiro ella. Se volteó mirando para todos lados hasta que apunto emocionada —¡Ese! –grito y corrió hasta el árbol que señalaba.

—Es... –dudo un momento cuando lo vio, era un árbol grande y el más frondoso que había visto pero luego se volvió a ver el rostro de ella y olvido todo prejuicio —perfecto amor mío –sonrió y la beso.

—Bueno entonces llevémoslo –dijo ella tratando de tomarlo.

—Es muy grande Sofí –dijo riendo y fue por un carro para mover el árbol.

—¡Ya está! Vamos al auto –salto emocionada.

—Primero deben enrejarlo amor y luego podremos subirlo al auto, mientras tanto vamos a ver que podemos comprar para decorarlo –la abrazo luego de dejar el árbol y entraron a la tienda por decoraciones.

De camino a casa volvió a notarla impaciente.

—¿Qué sucede ahora? –dijo él mientras tomaba su mano.

—¿Estás seguro de que es el árbol correcto?

—Por supuesto que lo es –dijo él riendo —¿Qué es lo que realmente te preocupa?

—Es... –suspiro —es el primer año en que tendré que recibir a tu familia para navidad y quiero que todo sea perfecto.

—¡Oh! es eso –trato de no reírse, pero no pudo.

—Calum no es gracioso –dijo ella ofendida.

—Lo siento, lo siento amor –dijo él dejando de reír y beso su mano —es solo que no debes preocuparte tanto, ellos te aman igual que yo amor, además no estarás sola yo te ayudare con todo.

—Está bien –asintió ella.

Cuando llegaron a casa ella lo ayudo con las cosas mientras él bajaba el árbol, pesaba toneladas, pero soportaría un barco en sus hombros todo por verla sonreír, luego de buscar la base colocarle agua y acomodar el árbol ambos tomaron distancia para contemplarlo.

—¡Es demasiado grande! –dijo ella entrando en pánico. —porque no me lo advertiste, esto será un desastre.

—¡Hey Sofía! Cálmate –la tomo por los hombros —es perfecto no pasa nada, la casa también es grande así que no hay problema –la miró riendo —aunque tendrás que subirte a mis hombros para poder colocar la estrella en la punta.

—No es gracioso –dijo ella haciendo pucheros.

—Ya, relájate todo está bien –la tomo de la mano —vamos por el resto y decoremos este árbol.

Pasaron largo tiempo colocando cada adorno y ella corregía cada detalle para que estuviera perfecto, aunque para él daba totalmente igual, pero le divertía ver como trataba de que todo fuera perfecto.

—Está bien voy a encenderlo –le advirtió mientras ella tomaba distancia.

—Es... es perfecto –dijo ella con los ojos iluminados al igual que todo el lugar, para él era como ver a una pequeña versión de la mujer que más amaba en el mundo.

—Te lo dije –sonrió —es perfecto –dicho esto la beso en los labios mientras ambos sonreían.

—Gracias por aguantarme –dijo ella suspirando mientras mantenían sus frentes juntas.

—No hay ningún problema, cuando quieras, yo encantado –dijo él riendo despacio.

—Tú también eres perfecto –dijo ella y lo beso cortamente.

—No –dijo el negando, pero sin despegar su frente de la de ella —tú me haces perfecto.

—Soy la mujer más feliz de poder pasar estas fiestas contigo –sonrió ella.

—Y yo el hombre más completo si pasaras el resto de tu vida conmigo –la miró fijamente y ella lo miró confundida al principio.

—Pues estoy aquí ahora y no pienso irme –se encogió de hombros inocentemente.

—Pues no es eso a lo que me refiero, espera aquí.

La dejo sola en medio del gran salón mientras ella seguía contemplando el gran árbol que habían comprado. Cuando él volvió la abrazo por la cintura colocando ante ella otro adorno de navidad.

—¿Dejamos olvidado este? –dijo ella tomándolo y comenzando a acercarse al árbol.

—No –dijo él abrazándola fuertemente y apoyando su barbilla en el hombro de ella. —este es especial.

—¿Por qué? –ella volteo a mirarlo y sus narices se rosaron.

—Porque este se abre –dijo él inocentemente.

—¿Cómo que se abre? –dijo ella incrédula abriendo la esfera de plástico brillante para revelar una hermosa y sencilla sortija.

—Sofía, me harías él hombre más feliz del mundo si aceptas pasar el resto de tu vida conmigo.

Pasaban los segundos, ella no emitía sonido y él comenzaba a impacientarse, estaba asustado de haber apresurado mucho las cosas.

—¿Sofía?

—Lo siento... –dijo ella saliendo de su asombro. —Sí, sí quiero –sonrió y se volteó para besarlo olvidándose por completo de la esfera que contenía el anillo.

Una pequeña aventura en DiciembreWhere stories live. Discover now