— Tranquila Alex, soy yo, Damon.—su voz me calmó y empezó a darme besos dulces por mi cuello. Mis pelos se pusieron de punta al recorrerme un escalofrío por mi cuerpo. Ambos teníamos un olor a alcohol bastante intenso.

Él me sentó en la encimera y sus besos dulces empezaron a ir tomando fuerza. Se le notaba ansioso. Parecía un depredador a punto de abalanzarse sobre su presa. Yo recorrí su cuello con mis manos y enlacé mis piernas alrededor de su cintura pero de repente paré. Pese a que quería seguir ese largo y caluroso beso, paré. No sabía porqué había empezado a besarle. Los dos estábamos ansiosos y excitados. Habíamos bebido demasiado y nos estábamos dejando llevar.

Él me miró algo desconcertado pero se alejó de mi sin quejarse y pareció darse cuenta de la situación.

  — Lo siento.—dije casi susurrando. Él, que me seguía mirando, me dedicó una sonrisa perfectamente blanca y preciosa y se dirigió a mi:

  — No te disculpes. Ha sido error mío. ¿Subimos de nuevo?—yo asentí y él me cogió a caballito en su espalda.  

Al salir de la cocina Damon no se dio cuenta de la altura del techo y me di con la cabeza en el marco de la puerta de la cocina. Sonó un gran golpe por toda la casa.

— ¡Ay!—dije rascando la parte golpeada de mi cabeza. Él se dio cuenta y me cogió en brazos como aquél día de mi cumpleaños. Sus brazos eran tan musculados y perfectos... 

  — "Para."—me gritó mi conciencia y dejé de pensar simultáneamente en su cuerpo.

— ¿Estás bien? —y yo asentí quedándome hipnotizada por el color de sus ojos a la luz de la luna. Eran grises y se podían apreciar unas motas de un tono más oscuro. Aunque sus ojos en ese momento eran preciosos prefería el color azul que tenían durante el día.

  — "Alex, ¡para!"—volvió a gritarme mi interior y decidí alejar la mirada de él.  

Damon me bajó y subimos riéndonos muy bajito mientras yo le enseñaba el bulto que me estaba saliendo en la frente debido al golpe que me acababa de dar.

Al entrar en la habitación vimos a Amanda y a Xander durmiendo abrazados en mi cama. ¡Mi cama!

Me acerqué a Damon y le susurré en el oído.

— ¿Ahora donde dormiremos?

— En ese precioso sofá blanco de abajo.—dijo con una sonrisa juguetona. Sentí algo en mi interior.

— ¿Juntos? Estás loco, yo no duermo contigo. Antes prefiero dormir en la moqueta.—nada bueno iba a pasar si él dormía conmigo.

— Está bien, está bien. Si lo deseas duermo yo en la moqueta. ¡Eres una quejica!—se dirigió a mi cabizbajo y en tono de queja.

Volvimos a bajar hasta el salón que estaba lleno de cosas por la fiesta. Quitamos todo de este y pusimos mi televisión. Fui a buscar unas mantas y cuando volví vi a Damon sin camiseta sentado en el sofá. Había puesto una película en la televisión.

Recorrí todo su cuerpo con la mirada. Dios, era tan estupendamente perfecto...

Sus pectorales y abdominales se marcaban perfectamente, era todo un dios griego. Observé como una tonta parada enfrente de él, de pie y con las mantas en las manos.

— Chica, parece que has visto un fantasma.—dijo con una sonrisa maligna. Yo reaccioné y le tiré una manta a la cabeza. Después se la quitó de encima y se río a carcajadas.

Más tarde apoyé mi cabeza sobre su hombro. Estaba cansada y esa película estaba logrando dormirme. Cuando mis ojos se cerrarón, noté cómo él me abrazó y me quedé justo apoyada en su pecho. Estaba tan dormida y tan agusto que no fui consciente de lo que pasaba. No me quejé.

Soñé que tenía un precioso castillo en las nubes y una moto llamaba a mi puerta. El motorista iba vestido de negro y destacaba en mi palacio porque todo era blanco. Él empezó a recorrer mi castillo con la moto dejando las marcas del neumático en el suelo. Yo me puse delante de él y paró. Su casco me impedía ver su cara. Se bajó de la moto y me señaló con un dedo. Yo rápidamente le quité el casco y era Mike.

Me desperté en mi salón con los brazos de Damon enrollados en mi cuerpo impidiendo mis movimientos. En teoría el debía de estar durmiendo en la moqueta aunque tampoco puse muchas pegas por haber dormido junto a él. Le quité cuidadosamente y con dificultad de encima mía y me levanté despacio para ir al baño. Una vez allí me miré al espejo y vi toda mi pintura esparcida por mi rostro. Me la limpié con una toallita y me dí cuenta de algo que antes no estaba ahí. 

De mi cuello colgaba un anillo de oro blanco con incrustaciones muy pequeñas de zafiro azul y esmeralda. Por la parte de dentro contenía una inscripción con forma de dos corazones. O estaba muy borracha anoche y no me acordaba de que me lo regaló o me lo puso Damon mientras dormía. Simplemente era precioso. ¿Este era mi regalo de cumpleaños? Nadie me había hecho sentir así nunca. Parecía que me había convertido en alguien importante para otra persona. Era extraño. Noté un cosquilleó al recordar el suceso de la cocina anoche. Quizás eso nunca tuvo que pasar pero sin embargo pasó y quería repetirlo.  ¿Eso significa que para mi él era importante? ¿Cómo una persona es capaz de hacerse tan vital en tan pocos días? ¿Cómo es posible que me haga sentir tan bien sin casi conocerle? 

Agité mi cabeza para olvidar las tantas preguntas que me comían por dentro.

Cuando salí del baño con la cara lavada, me dirigí al sofá donde todavía se encontraba Damon durmiendo. Me quedé observando todo su cuerpo de arriba abajo. Su abdomen se movía al compás de su respiración y tenía una gran sonrisa en el rostro. Después me di cuenta de su cuello. Él llevaba el mismo colgante con el anillo. Era exactamente el mismo sólo que en el mío predominaba más el zafiro azul y el suyo contenía más esmeraldas, por supuesto, verdes. También me di cuenta de que su cuerpo tenía varias cicatrices. Unas grandes y otras diminutas.

 — ¿De qué podrían ser?—me pregunté algo curiosa.

Unos instantes después, abrió los ojos y me miró con una amplia sonrisa. Se miró y cogió el colgante. Me lo mostró y yo mostré el mío.

— Oh, mierda. Me he equivocado, el tuyo tendría que ser este por las esmeraldas.—dijo preocupado señalando su collar.

— Tus ojos son azules como mi collar.—dije dirigiendo la mirada al anillo que colgaba de mi cuello— Así que me lo quedo yo porque me encantan.

— ¿Seguro que no quieres éste?—asentí con la cabeza y el prosiguió—Bien, entonces me lo quedo. Cada vez que lo mire me voy a acordar de ti, ¿lo sabes? Te has vuelto muy importante para mi.

Oh dios, este chico me iba a matar. Unas lágrimas asomaron por mis ojos y descendieron por mi rostro. Damon se levantó del sofá en el que aún se encontraba y me abrazó tan fuerte que pensé por un momento que el mundo se pararía. Yo estaba llorando de felicidad. Estaba llorando por mi maldito regalo de cumpleaños. Mis hormonas debían de estar haciendo de las suyas...

_______________

Capítulo editado y algo cambiado. No me acababa de convencer y he reescrito varias cosas. Espero que, aún así, os guste. Ya sabéis, con cada comentario que me dejáis me hacéis feliz. Difundid, recomendad y seguid disfrutando. Muchos besos y muchas gracias por seguir brindándome esta oportunidad.

Secrets #Wattys2016 #WEAwards2º #PremiosMusaRomanceWhere stories live. Discover now