Ryan entendiendo la situación, reaccionó antes que pudiera decirle algo a la joven muchacha que estaba muriendo del miedo.

— ¡Alex! —Exclamó eufórico —Tanto tiempo sin vernos —Se acercó para darle un abrazo.

—Ryan...

—Pero mírate nada más —Sonrió — ¡Estas hecho un asco!

—No te burles—Murmuró.

Ryan se aceró hasta Jenna y le arrebató la botella de alcohol de las manos con delicadeza y le sonrió. ¡De lo que la salvó!

Ambas mujeres se quedaron de pie, observando como ambos hombres desaparecían detrás de la puerta de la oficina del señor Forbes para luego mirarse confundidas.

— ¿Quién era ese? —Preguntó Jenna.

Zoey se encogió de hombros y negó con la cabeza.

—No sé. Pero está hecho todo un bombón —Intentó esconder su sonrisa pícara pero le fue imposible.

— ¡Zoey! —Exclamó Jenna, golpeándola en las costillas juguetonamente con el codo derecho.

—Es un bombón, ¡no puedes decir que no! —Rió —Además fue muy amable, te salvó prácticamente el pellejo.

Ryan observó a Alex quien se encontraba con los codos sobre la mesa y la cara escondida entre las manos. Estaba sorprendido con lo que su amigo le acababa de contar, no lo podía negar; aunque también sabía que las mujeres eran muy peligrosas. Una vez una mujer logró tocar su corazón y lastimarlo, luego de eso se juró no enamorarse nunca más, ahora él era quien enamoraba a las mujeres antes que ellas a él y las dejaba.

—Lo siento mucho, realmente —Dijo Ryan después de un silencio largo —Por lo poco que conocía a Nicolas, pues déjame decirte que nunca imaginé algo así de su parte —Hizo una pausa — ¿el canalla se atrevió a venir hoy?

Alex negó con la cabeza.

Realmente Ryan muy poco sabia de Nicolas; sabía que era el mejor amigo de Alex y que trabajaba en la misma empresa.

—Alex, lo superarás.

—Tardaré en hacerlo.

Alex se descubrió el rostro y observó que Ryan tomaba un bolígrafo y un pedazo de papel y anotó un extraño número y se lo acercó. Frunciendo el ceño lo agarró, no entendía que era eso.

— ¿Qué es esto?

—Un número.

Alex resopló.

— ¿Para qué? O ¿de quién es?

—Es de una chica —Le guiñó el ojo —Hace unas llamadas calientes que ni te lo imaginas. Ese es su trabajo. Su Nick es gatita mala.

Alex rió con entusiasmo mientras arrugaba el papel y lo lanzaba al cesto de basura.

— ¿Tu contactas con esas chicas? —Se burló.

—Solo cuando ninguna me interesa físicamente.

—Gracias Ryan, pero no necesito esto.

—Ni tampoco esto —Recriminó su amigo, quitándole la botella sin abrir de la mano.

— ¡Oye!

—Lo siento amigo —Se puso de pie —Creo que me llevaré a este amigo en casa —Levantó la botella en el aire — y lo tomaremos juntos el día que te vuelvas a enamorar, aunque no te aconsejo enamorarte ¡eh! Eso es bastante peligroso.

—Tranquilo, no me volveré a enamorar —Aseguró muy confiado de su palabra.

— ¡Así se habla! —Lo alentó —Cualquier cosa, me llamas, ahora concéntrate en tu trabajo, que esas personas de afuera dependen de ti para comer.

—Gracias, Ryan.

Alex se sentía un poco mejor después de haber hablado con su amigo, aunque no daba buenos consejos, le ayudaba a despejar la mente con sus ocurrencias. Lo vio acercarse a la puerta y antes de abrirla se giró rápidamente.

—Oye... Alex —Dijo tímidamente, nunca había actuado de esa forma —Sé que no es el momento pero...

— ¿Qué pasa?

—La recepcionista...

— ¿Zoey?

—Si —Afirmó con la cabeza — ¿Sabes algo de ella?

Alex sonrió divertido.

—No, ¿Por qué?

—Te prestaré a mi gatita porque Zoey despertó mi interés masculino. Creo que tendré que averiguar yo mismo sobre ella.

Antes de que pudiera decir algo Alex, su amigo ya había cerrado la puerta. Sonrió divertido y negó con la cabeza. Su amigo nunca iba a cambiar. Recogiendo el pedazo de papel del cesto de basura.

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LA ASISTENTE ©Where stories live. Discover now