Capítulo 2.

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¿Cómo…? ¿Era de él? ¿Esto me lo había enviado él? Pero… ¿Cómo?

Lo que más me sorprendía era lo acertada que había sido su elección. Adoraba el cappuccino con canela y el sándwich de salmón.

- ¿Quién te lo envía?

Se me había olvidado lo cotilla que podía ser Mary cuando quería.

- Mi compañera de piso-mentí.

Mi compañera de piso inexistente, vivía sola en un piso diminuto situado en un callejón en el centro de Londres. Era enano, pero mi bolsillo no podía permitirse algo mejor si quería vivir en el centro.

La situación me produjo ansiedad, así que engullí mi almuerzo en pocos minutos.

Después intenté centrarme en los malditos informes, pero no podía. Estaba histérica. Sólo quería que las manecillas del reloj giraran lo más rápido posible para poder irme a casa.

La puerta del despacho se abrió y Harry apareció por el pasillo.

- ¿Qué tal ha ido?-preguntó Mary.

- Bien, gracias-sonrió con amabilidad- he quedado con Tony en que volveré pasado mañana para charlar un rato con él antes de que se vaya.

Tony se iba el viernes a dar unas conferencias a Nueva York, supuse que se refería a eso.

- Por cierto-continuó- creo que estaba buscando unos papeles, igual necesita ayuda.

Mary se levantó inmediatamente y fue hacia el despacho.

- ¿Realmente estaba buscando algo?-pregunté sabiendo la respuesta.

Harry soltó una risilla y negó con la cabeza.

- ¿Estaba bueno?-preguntó mirando la bolsa.

- Mucho-respondí- gracias, y… lo siento, de verdad. Estaba muy nerviosa y…

- Tranquila-me cortó- la chaqueta era de la temporada pasada, no la iba a usar más.

- La chaqueta es de esta temporada y tú no entiendes de moda-reí- pero gracias por intentar que me sienta menos culpable.

- ¿Cómo sabes que no entiendo de moda?

- Lo sé-sonreí.

Harry puso su media sonrisa y apoyó sus manos en el escritorio, inclinándose ligeramente hacia mí.

- Bueno, ya nos veremos-dijo- ha sido un placer.

- Espera ¿Cómo sabías cómo mi nombre?

- Ah, se lo pregunté a Tony-rio tontamente mientras se alejaba.

En cuanto lo perdí de vista me llevé las manos a la cara y suspiré.

Las tres horas siguientes  se me hicieron larguísimas e insoportables.

Finalmente, miré el reloj por quincuagésima vez y una sonrisa se dibujó en mi cara. Hora de volver a casa.

Metí mis cosas en el bolso, me despedí y salí del edificio en dirección a la parada de metro.

De camino, mi móvil empezó a vibrar en el bolsillo del pantalón. Era un número español, pero no lo tenía guardado.

- ¿Si?-atendí.

- ¿Mich?

- ¿Papi? ¿Qué número es este?

- Eso venía a decirte, me he tenido que cambiar el número por problemas con la compañía, así que borra el otro y guárdate este ¿Vale?

- Vale-respondí- ¿Me has llamado sólo para esto?

- No, quería oírte la voz, que hace mucho que no nos llamas. Te fuiste el dos de septiembre, estamos a veintidós y en este tiempo sólo nos has llamado cuatro veces.

- Es que voy de culo con el gabinete, Tony me tiene todo el día de aquí para allá haciéndole recados y bueno, pero intentaré llamar más, te lo prometo.

- Vale, cariño, besitos de parte de tu madre. Cuídate.

- Besitos, os quiero.

- Y nosotros a ti, Mich.

Alejé el aparato de mi oreja y finalicé la llamada.

La verdad era que a excepción de mis amigos y familiares, no echaba de menos nada de España, en absoluto. Me encantaba vivir en Londres, especialmente por el clima, adoraba la lluvia.

Además, aquí nadie me miraba raro cuando decía mi nombre. En España llamarse Michelle no era algo común, pero mi padre era medio francés y quiso llamarme así. A mi hermana le pusieron Elisa, pero todos la llamábamos Eli.

Durante el viaje de vuelta  me dediqué a revivir lo sucedido durante la mañana una y otra vez y cuando me di cuenta ya estaba en casa.

Abrí la nevera siguiendo mi rutina, pero me di cuenta de que no tenía hambre, así que me tiré en el sofá y encendí la televisión.

Mientras pasaba de canal una y otra vez, la pregunta resonó en mi cabeza. Una pregunta que no entendía cómo no me la había hecho antes.

 ¿Por qué  visitaba Harry a un psicólogo?

Just Friends.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora