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No puedo dejar que el miedo rompa parte de mi vida. Ya suficiente fue romper mi niñez y parte de mi adolescencia. La adultez no tenía porqué ser así. Ya no dependía de su ánimo inestable para vivir. Las decisiones las tomaba sólo yo ésta oportunidad.

¿Así que por qué no intentarlo?

Después que se fuera Jimin. Yegun salió de su encierro momentáneo con una curiosidad en su rostro. Se sentó en la isla de la cocina y se quedó mirando.

—Hermanito, tengo siete años pero no soy tonta. —apuntó su huesudo dedo pequeño hacia mí. —Tú y ese chico sonriente se gustan. ¿Por qué no son novios?

Suspiré sonoramente mientras pensaba en ese cuento de la cigüeña para explicarle lo que todo significaba. Pero ella lo dijo, no es una bebé. Quizás pueda entender.

—¿Recuerdas cuando mamá hablaba de los chicos que están con otros chicos? ¿Tú piensas lo mismo?

—Sí lo recuerdo, hermanito. Yo pienso que todos deben estar con quién quieran. Por ejemplo, yo quiero casarme con el señor oso. ¿Y por qué no intentarlo?

Inevitablemente reí.

—Además esa vieja está loca, hermanito.

Acaricié su cabello mientras seguimos riendo.

—¿Te molesta ir con tus amigas del departamento C?

—Claro que nop.

Se bajó de la silla y fue a buscar unas muñecas y al señor oso. Volví a reír con su comentario tan lindo y tan de ella. Tiró un beso al aire antes de cerrar la puerta y correr por el pasillo hacía el departamento de al lado. Rápidamente tomé el celular del mesón y llamé. Diría que algo más se le quedó aquí. Le hablaría de mi madre y la horrible vida. Sólo esperaba que la hora de valentía no fuera a llegar demasiado tarde.

—¿Yoongi? —respondió con asombro.

—Mi hermana encontró algo más. Jesús Jimin, afirma tu cabeza o será lo próximo a quedarse.

—Está bien. Ya voy devuelta.

Corté inmediatamente. Mis manos empezaron a sudar. Me había olvidado de qué iba a decirle una vez que él llegara a buscar algo y lo único que tenía era una disculpa y mi ridícula historia de mi familia.

Después de un largo rato, metido en mis fantasía y mientras que pensaba algo muy bueno para disculparme, la puerta sonó. Entonces el minuto había llegado. Incluso Yegun, de siete años, estaba libre de prejuicios. Yo también podría. Necesitaba drenar a mi mamá y su pésima maternidad y todo estaría bien.

Jimin pasó cabreado. Quizás era importante irse, de verdad parecía que tenía que estar en otro lugar y no ahí esperando algo inexistente.

—Siéntate —le dije apuntando a la silla junto a la isla en la cocina.

—Mh, claro.

Dejó sus cosas sobre el mesón y se quedó expectante entretanto me daba tímidas y a la vez descaradas miradas a mi cuerpo. Entonces parece que lo entendió.

—¿Realmente se quedó algo más o...?

—Uh, no —me paré a un lado de él y suspiré calmado mis nervios. —Necesitaba hablarte.

Levantó una ceja. Le parecía divertido.

—¿De qué? —se cruzó de brazos y apoyó estos sobre la isla.

Me quedé mirando. Me senté en la otra silla, al frente suyo. Quería tenerlo cerca pero para eso tenía que contarle un poco más. Él sabía qué significaba esa bruja para mí, pero no lo que significó a largo plazo. El daño que causó en mis decisiones. En mi vida.

—Quiero hablarte de mi madre —empecé.

—La bruja.

—Sí, la bruja y sobre mí.

Vi sus ojos más interesados que antes.

—Mi mamá me crió bajo la mano dura de la enseñanza de antes. Los golpes y el cinturón de papá eran sus cómplices. Crecí creyendo todo lo que ellos decían, creía en lo que ellos creían. ¿Recuerdas cuándo nos conocimos? Yo fui tan descortés. Y esa fue la razón. Mi mamá odiaba a los homosexuales. Me dijo que eran enfermos. Y yo —hice una pausa porque Jimin tenía sus largos dedos sobre mis mejillas. Ni siquiera me había dado cuenta que estaba llorando. —Perdón.

Le sonreí cortamente.

—Ven aquí, Yoongi —extendió sus brazos para mí.

No pude negarme. Lo necesitaba y mucho. Mi cuerpo volvió a sentir esa electricidad. Esa calidez que sólo Park Jimin era capaz de darme.  Lloré un poco más sobre su pecho. Me sentía protegido. ¿Quién no mientras estuviera en los brazos de él?
Cuando ya estuve mejor salí de ese sitio tan único. Quería volver a mi espacio en frente, pero sus manos fueron rápidas y de pronto estaba sentado sobre la isla. Mi cara se sintió caliente, pero lo ignoré y seguí.

—Gracias a ti me volví más tolerante. Vi otro mundo. Me abriste los ojos y te agradezco tanto por eso.

Él sólo asintió y su mirada seguía siendo seria y atenta a mis palabras.

—Supongo que olvidé mencionar que en algún sentido, siempre me he sentido atraído a ti. Eres tan brillante. Tan único. Tan libre. Eso y, algunas cosas más, me atrajeron de ti. Ni siquiera sé porqué accedí a la apuesta.

Lo miré tímidamente.

—Joder, tú ya me tenías loco. No era necesario. No era necesaria ninguna mierda.

Hice una pausa para respirar. Evité mirarlo porque ya me sentía avergonzado. No de sentirme así por un hombre, realmente estaba confesando mi atracción hacia él.

—¿Todo este tiempo? —preguntó sonando incrédulo.

No me creía, jodido dios.

—Sé que pensarás que soy un maldito egoísta. Pero tenía miedo. Aún tengo pesadillas con cinturones. Mamá aún tenía a Yegun. Todo sería tan malo si ella se enterara. Sería capaz de matarme. A ti también. Ella es tan mala, que yo, no pude hacerlo, Jimin.

Lo oí suspirar de nuevo. Lo había hecho unas diez veces mientras hablaba. Los músculos de su brazo se tensaron cuando me oyó hablar de los castigos de papá.

—Perdón por todo. Por hacer que te fueras, por lastimarte. Porque ese día del juego, con lo que dijiste, mi cerebro iba a mandar esa orden de beber y hacerte saber discretamente lo que sentía por ti. Pero estoy encabronado del miedo, Jiminnie.

—¿Has terminado ya?

Dios, no me ha creído.

—Quita esa cara de idiota deprimido —se levantó del taburete y alcanzó mis piernas para acercarme.

Por insisto rodeé su calor con mi cuerpo y me quedé cerca, tan cerca que estaba a un suspiro de sentir chispas otra vez.

—Borraré cada miedo con besos. Alejaré cada pesadilla con caricias. Porque no mereces nada de eso, cariño. Mereces ser feliz —pasó una mano por mi cuello y me acercó más hasta quedarse en susurros— y si eres feliz conmigo, tanto como yo a tu lado, aquí me quedaré por mucho mucho tiempo.

Me besó por todos lados. Borró cada lágrima con palabras bonitas. Ese día supe lo que una mala enseñanza provocaba. La mía provocó perderme cosas tan buenas como Jimin.

DAMN STRAIGHT ✿ JIMSUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora