XVIII - Precipicios.

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Caí por el precipio y manche mi cara de barro,

Los huesos rotos, la mirada vacía y demonios riendo al lado.

Se unió la muerte que esperaba que tirase la toalla

Que me diese por perdido, que lo dejase,

que había perdido la batalla

Acaricié su rostro y note el escalofrío,
El tacto de su piel era igual al mío.



No, no voy a dejarlo ahora

Le grité con los oídos sordos por el ruido

Solo escuchaba murmullos en la cabeza,

no oía el latido

¿se habría marchado el corazón por todo mi albedrío?

Quizá por no hacerle caso me volví tan sombrío

Quizá por aquello solo sentía el frío


Me levanté del suelo húmedo

Demonios callaron, sonido mudo

Comencé a trepar las paredes del precipio

Parecía estar escalando el mundo

Cuando me quise dar cuenta

Ya había llegado a la meta.




Pues lo único que me frenaban eran

las quejas

la falta de voluntad que con la tristeza

se apareja.


Se esfumó todo eso de mi cabeza

Mi corazón volvió

El frío sucumbió ante el sol

Lo mejor fue volver a ver el cielo

mirada perdida... perpleja.

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