Capítulo 18: Fuerza mental. Fuerza corpórea. Fuerza destructiva.

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—Uhm. Interesante. Asesino, pero interesante.

—Más que interesante —la muchacha se quitó los lentes y corrió por sus gafas redondas, sonriendo enormemente—. Son mucho más increíble sus células. Venga a verlas. Por esta razón se cura tan aprisa, es como si ellas trabajaran el triple que las células humanas normales. Es magnífico.

Cuando ella se llevó a Tony del otro lado del cuarto, se estremeció.

—¡Oigan, vine por voluntad propia, ¿por qué estoy atada?! ¡No hay ninguna prueba hoy!

—Oh —comentó Tony a lo lejos—, es que no quería que rompieras nada.

Puto.

—Ya, suéltenme.

—Lo siento, pero necesito hacerte unas muestras de rayos X enseguida, Anya. Sé que no te gustan, pero así el señor Stark puede verlas de inmediato y no se va con ninguna duda.

—Bien, pero acaba rápido.



Vanessa apagó la máquina de rayos X. Ésta hizo un sonido grave y refulgente. Usando su fuerza, la quitó de encima del cuerpo de Anya. Tuvo que tener sumo cuidado cuando movió la máquina lejos, alzándola por sobre su cabeza. Luego empujó suavemente la camilla para alejar a Anya de allí y dejarla en un lugar más cálido. La chica había caído dormida en medio de la prueba, cuando Tony le dijo que no se moviera ni hablara sino tendrían que empezar de nuevo.

Ahora tenía una expresión serena que le hizo sonreír. Nunca la había visto tan quieta. Casi parecía angelical, como un bebé.

El señor Stark apareció a su lado, con los brazos tras su espalda, silbando la canción de la película de El Jorobado de Notre Dame. Él también miró a Anya.

—Lo has hecho bien, niña. Me sorprendes —señaló con su barbilla a la búlgara plácidamente dormida en la camilla—. Cuando intenté estudiarla por poco no me muerde, es más, creo que intentó hacerlo. No es alguien muy fácil de dominar. Estoy sorprendido de que la hayas convencido.

Se sonrojó por el cumplido, sintiéndose completamente nerviosa.

—Tuve un poco de ayuda por parte de la señorita Romanoff. Ella me ayudó a persuadirla.

—Claro. Natasha convence a cualquiera.

Sintió de pronto que la incomodidad bañó el laboratorio. Era muy vergonzosa como para atreverse a hablarle a quien le ha dado la oportunidad más grande de su vida. Debía demostrarle que podía estar aquí, que quería estarlo y que era la persona ideal para trabajar junto a Selvig y la doctora Cho. Vanessa podía trabajar aquí.

—Señor...

—¿Mmmhm?

—¿Recuerda que dijo que los propulsores del nuevo quinjet estaban forjados con una pequeña energía que usted pudo guardar del cetro? —no quiso echarse para atrás ahora—. ¿Aquella mínima energía que podía darle sustento a la base entera y la que decidió guardar para un bien mejor?

Tony lo pensó.

—Uhm, sí. Lo recuerdo. ¿Qué hay con eso?

—¿Qué pasaría si, tal vez, expusiéramos a los tres sujetos; a los gemelos y Anya, los modificados por la misma fuente de energía, ante más de lo mismo? Sólo una pequeña cantidad —se apresuró a decir cuando notó que Tony se negaría—. ¿Si le damos una probada más de poder, una pizca más, tan solo una pizca?

WINTER ART • Bucky Barnes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora